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Carlos III recibe a su hija y nieto en las fiestas medievales de Olite (Navarra)

EFE

El reencuentro entre un padre, su hija y su nieto es el acto central de las fiestas medievales que este fin de semana inundan Olite (Navarra) de caballeros, juglares o cetreros: se trata del rey Carlos III, que recibe a doña Blanca y a don Carlos, su heredero y futuro príncipe de Viana.

Así, con esta recreación se recuerda un hito de la historia de Olite y de Navarra, que, según ha explicado a Efe una de las técnicos de Turismo del Consorcio de la ciudad, María Amatriain, presenta una doble vertiente: "Humana, por el reencuentro entre padre e hija, y real, porque el rey recibe a su futuro heredero, que va a continuar su legado".

En el transcurso de este acto, el alcalde y tutor Martín Gil de Liédema, junto al resto de tutores, brindan una recepción a la infanta y su cortejo, les entregan las llaves de la ciudad, y, en presencia de las Cortes de Navarra, juran solemnemente en nombre de don Carlos, ya que, por su edad, éste todavía no podía hacerlo.

"Los tres estados de Navarra, el nobiliario, el eclesiástico y las buenas villas, juran al futuro príncipe como soberano, y él, por su parte, jura fidelidad y respeto a los Fueros de Navarra", ha descrito Amatriain.

En la representación de este acontecimiento, que tiene lugar tanto el sábado como el domingo, por la mañana y por la tarde, participan unas 150 personas, entre las que se encuentra la asociación teatral La Clap, e incluye un desfile del cortejo real, ornado con danzas en honor a sus Majestades.

Además de este acto, que es el eje rector de las fiestas, el fin de semana da cabida a partidas de ajedrez, exhibiciones de la Compañía de Arquería de su Majestad, campeonatos de juegos de cartas medievales, cuentacuentos, conciertos de canto gregoriano, paseos de antorchas y bailes medievales de la Corte.

Todo ello aderezado con los productos artesanos que se ofrecen en el Mercado de Antaño, así como en mesones y tabernas, y la presencia, en las rúas de la ciudad del castillo, de cómicos, pasacalles, juglares, muestras de oficios, magia, tambores, cetrería, música, cuentos y romances.

Con este viaje al pasado se pretende, según ha afirmado Amatriain, "recuperar durante unos días el esplendor que tuvo Olite cuando Carlos III decidió ampliar su palacio para convertirlo en residencial, con el mismo lujo que tenían los de las cortes europeas en los que él había vivido durante su infancia".

Así, la construcción palaciega revistió tal magnificencia que la corte real llegó a trasladarse a Olite, la cual alcanzó un apogeo equiparable al de cortes como la borgoñona.

La recuperación de aquellos días de gloria comenzó hace 18 años, cuando algunos de los habitantes de Olite decidieron conmemorar el 555 aniversario de los esponsales del príncipe de Viana con doña Inés de Clèves, acto que también se representó ese mismo año en Alemania.

"Desde entonces, cada año se van recreando diferentes acontecimientos históricos importantes para Olite y para Navarra, porque montar cada uno de estos actos es muy complejo", ha apuntado Amatriain, quien ha añadido que el propósito es "convertir a Olite en un destino de turismo cultural, a través de su pasado medieval".

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