El cantautor con alma de rockero
Quique González publica su octavo disco, 'Daiquiri blues', grabado en Nashville
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La última vez que Público entrevistó a Quique González, a finales de agosto, acababa de regresar de Nashville con 13 canciones bajo el brazo que no tenía con quién publicar. Misión cumplida: el músico madrileño ha conseguido editarlas con Last Tour (Sony), bajo el nombre de Daiquiri Blues y con un DVD que recoge su viaje por la cuna del rock yanqui.
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"Aquello es otra cultura, la música es una religión. En España no existe nada parecido. Dylan, Young o Cash, mi santísima trinidad, han hecho discos históricos allí. Ves gente que toca desde la una de la tarde hasta la una de la mañana, y respirar ese ambiente durante un mes es alimento para el alma, para el corazón y la cabeza", describe González.
El disco lo ha producido Brad Jones y en él participa otra leyenda, Al Perkins, músico de estudio y gurú del pedal-steel que trabajó para Cohen, los Rolling y Roy Orbison. "La grabación fue espontánea. Decidimos no dar partituras a los músicos... hasta que llegasen al estudio. Confiábamos en su primera impresión, en la primera toma, porque ahí es donde está la sangre, donde está la verdad", subraya el músico.
"Aquello es otra cultura, la música es una religión. En España no existe nada parecido"
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Toda la melancolía y clasicismo de González al servicio de músicos de alcurnia, tan buenos que no tienen que demostrarlo. "El primer día te imponen. Joder, hasta me sudaban las manos... pero una vez arrancas sólo te queda disfrutar de ellos", describe.
"Todo en mi vida son cuentas pendientes" (Un arma precisa), pero "todavía hay caminos abiertos" (Deslumbrado). Al final, se trata de "entrar en los sueños de alguien" (Su día libre). La lírica del cantautor sin traje de poeta pero con alma de rockero no pasa desapercibida. Siete discos después, los amores perdidos siguen siendo su identidad. "Es cierto lo de Machado: se canta lo que se pierde", define González. "Llevo la culpa como lastre, pero esta es mi obra más luminosa. Lo que no quería era hacer un disco de country: hubiese sido una paletada".
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En el libreto de Daiquiri blues hay agradecimientos al difunto Antonio Vega, por su "magia" y porque "siempre será inspiración". "A uno le gustaría que la gente a la que admiras tuviesen más reconocimiento", destaca Gonzaález, que en diciembre comenzará gira por España.
"Me gano la vida con los conciertos, y se lo debo me debo a mi público, no al ejecutivo de una compañía", explica en referencia a su ruptura con Warner, a la que dejó porque querían obtener un tanto por cierto de los directos. "Defiendo mis derechos. Voy por libre y hago canciones para no tener que trabajar... para nadie", concluye.