Este artículo se publicó hace 13 años.
El candidato
El juicio de los votantes irá más allá del contraste de cualidades personales entre Rubalcaba y Rajoy
Gonzalo López Alba
En su Breviario de campaña electoral (Acantilado) advertía Quinto Tulio Cicerón a su hermano Marco Tulio Cicerón, cuando este comenzó su campaña electoral para el Consulado romano, allá por el año 64 a. c., que hay tres cosas que conducen a los hombres a dar su apoyo en unas elecciones. A saber: los beneficios, las expectativas y la simpatía sincera.
Cabe añadir que hay una cosa sobre todas las demás que conduce a los ciudadanos a negar su apoyo en unas elecciones y es la desconfianza hacia la política como instrumento de transformación, un estado de ánimo que perjudica de manera especial a los partidos de la izquierda, donde históricamente han buscado voz los que no podían hacerse oír, hasta que empezaron a autorganizarse a través de nuevos instrumentos y métodos, como ocurre con el Movimiento 15-M.
El exvicepresidente da por acabada la 'fase uno' para su liderazgo en el PSOE
Esa desconfianza, que está en la raíz del distanciamiento entre ciudadanos y políticos, tiene mucho que ver con los comportamientos poco ejemplares de algunos de ellos la generalización no sólo es una injusticia, sino también una falsedad, pero sobre todo se corresponde con el fracaso de todos ellos frente a los mercados. Por tanto, la brecha no se sellará hasta que la política recupere la primogenitura frente al dinero y la credibilidad ante los ciudadanos.
Las tres palancasExplicó Quinto Tulio Cicerón: "En los más pequeños beneficios los hombres encuentran motivo suficiente para apoyar a un candidato. Con mayor razón, aquellos a los que has salvado, que, como sabes, son muchos, comprenderán que, si no hacen lo suficiente por ti en una circunstancia como esta, nunca más serán bien vistos por nadie. Con todo, sigue siendo necesario que les formules tus ruegos e incluso que les hagas creer que, por nuestra parte, podemos estar en deuda con cuantos hasta ahora lo estuvieron con nosotros".
La caída de Camps prueba que la corrupción siempre pasa factura
Viene a subrayar así el asesor del candidato la importancia que para sus opciones tiene mantener o recuperar si se ha perdido la sintonía con aquellos que pueden considerarse su electorado natural y la necesidad que tiene todo político de reivindicar activamente el reconocimiento de lo que el partido al que representa hizo por sus votantes.
Puede el PSOE presentar un amplio menú reivindicativo, con opciones para elegir a la carta que van desde la ayuda a los dependientes a la reforma del aborto, desde el arrinconamiento de ETA a la Ley de Igualdad, pero todos esos beneficios se empequeñecen ante la dimensión del paro, que no sólo puede condicionar la vida entera de una persona sino la de familias al completo, como así ocurre. Además, se ha instalado la creencia de que la derecha sabe mejor que la izquierda gobernar la economía y crear empleo, a pesar de que la mayor tasa de ocupación en la historia de nuestra democracia se alcanzara con José Luis Rodríguez Zapatero de presidente y aunque el empleo que se está creando en la ejemplar Alemania de Angela Merkel es precario: dos millones de miniempleos, con contratos de formación y remunerados a razón de 450 euros mensuales.
"Por lo que se refiere a aquellos que albergan ciertas expectativas prosigue el jefe de campaña de Cicerón, haz que les parezca que siempre estás preparado y dispuesto a ayudarles". El juicio de los votantes irá más allá del contraste de las cualidades personales de Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba. A falta de un carisma irresistible, recupera toda su importancia la capacidad de formular de manera creíble un programa político que responda a las expectativas de la mayoría, ofreciendo soluciones concretas y viables a los problemas reales de la gente. Y, de nuevo, el paro aparece a la cabeza.
"El tercer tipo concluía el hermano de Cicerón es el de los partidarios incondicionales, cuyo apoyo será conveniente consolidar con muestras de agradecimiento, adaptando tus discursos a las razones por las que cada uno parece ser partidario tuyo, demostrando unos sentimientos parecidos a los de ellos y haciéndoles concebir la esperanza de una amistad íntima y duradera contigo". Serán estos incondicionales los que reciban la recompensa de hacerse con el control del partido si el resultado de las elecciones es la victoria o una derrota que permita concebir la esperanza de cambiar el signo en una legislatura.
Rubalcaba ya ejerce como secretario general de puertas adentro, pero su objetivo es poder hacerlo también de puertas afuera. Por algo la semana de pasión que acabó con la renuncia de Carme Chacón a forzar la celebración de unas auténticas elecciones primarias, giró en torno a la convocatoria de un congreso extraordinario. Y por algo el discurso que el día 9 pronunció en el acto de su proclamación oficial como candidato fue el de alguien que está pensando en el horizonte mínimo de un cuatrienio, un calendario imposible de cumplir sin el bastón de mando en el partido. Pero Quinto Tulio Cicerón aconsejaba "no que tu fama se extienda desde tus partidarios al pueblo, sino que el pueblo, por sí mismo, cobre gran afecto por ti".
Sensaciones socialistasRubalcaba ha dado ya por culminada la fase uno para afianzar su liderazgo, aquella de las sesiones en la intimidad con militantes y cuadros destinadas a restablecer su moral de combate. Ahora se propone abrir la fase dos, la del diálogo con la sociedad.
La caída de Francisco Camps ha sido un revulsivo anímico para los socialistas, entre los que se había impuesto la tesis de que la corrupción no pasa factura a la derecha. Tras la incomprensible renuncia del PSOE a hacer de la corrupción motivo de campaña en el 22-M, el sacrificio del presidente de la Comunidad Valenciana viene a demostrar que, más pronto o más tarde, la factura siempre llega.
Al mismo tiempo, la complejidad de la crisis financiera ha hecho rebrotar entre los socialistas la tesis de que, dada su dimensión, no se llevará por delante a un Gobierno, sino probablemente a dos, como ya se vislumbra en el Reino Unido con el conservador David Cameron.
Instalarse anímicamente en la derrota es la antesala de la derrota. Lo saben bien los equipos de esos entrenadores de fútbol que cuando encajan un gol renuncian a su estilo de juego y llenan el campo de defensas para acabar recibiendo una goleada.
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