Entrevista a Ana Curra"Ir por el camino contrario al de la mayoría es de triunfadora, no de perdedora"
Madrid--Actualizado a
Icono del pospunk, se desnuda de palabra en Conversaciones con Ana Curra (Efe Eme), exorcismo, psicoanálisis y ajuste de cuentas con el pasado. La teclista de Alaska y los Pegamoides y de Parálisis Permanente no rehúye ninguna pregunta de Sara Morales, una periodista que sabe preguntar: los traumas adolescentes, las muertes de sus parejas Eduardo Benavente y El Ángel, los consecuentes enganches a la heroína, sumida en el dolor de las pérdidas… Musa del fotógrafo Alberto García-Alix, lideró Seres Vacíos y luego emprendió una carrera en solitario por el lado oscuro de la música sin someterse al dictado de la industria discográfica. Tras publicar el sencillo Hiel, Ana Curra (San Lorenzo de El Escorial, 1958) prepara el lanzamiento del videoclip Afrodita, la monarca, mientras sigue dando clases de piano en el conservatorio de su pueblo.
Después de vaciarse en las entrevistas con Sara Morales, poco le quedará por contar.
No creas… Sara lo ha hecho muy bien. Ha sido una guía maestra que ha organizado la biografía cronológicamente, pero la charla es muy fresca y espontánea. Hay muchas cosas que quedan por contar: porque no me acuerdo, porque no da tiempo o porque me voy por otros derroteros. No obstante, hay un hilo conductor y ella ha sabido reconducir la charla. Porque yo he pisado unos cuantos senderos…
Como comentaba Jesús Ordovás, quien diga que se acuerda de los ochenta es que no vivió la movida.
No sé cómo funciona la memoria, pero hay vivencias que has registrado y otras que están a un nivel más profundo, por lo que es necesario un salvavidas o un estímulo para rescatarlas. Incluso, como mecanismo de defensa, metemos algunas en un cuarto oscuro porque no las hemos superado.
¿Ha intentado olvidar algunos pasajes de su vida?
No sé cómo se hace. La única manera de que algo deje de aparecer como un fantasma en tus noches, para que la sombra que llevas encima sea más liviana, es dar luz a tu oscuridad. Me río mucho cuando me dicen que me gusta todo lo oscuro, porque hacerle frente es la única forma de iluminarme.
De hecho, en el libro afirma: "Nunca me ha llamado la atención ser una estrella, lo que me ha llamado la atención es encontrar mi luz interior".
De joven intuí que había que contestar a las preguntas eternas: ¿por qué estoy aquí?, ¿quién soy?, ¿adónde voy? He buscado un porqué, pero no tengo las respuestas. Sí que he encontrado lo que no quiero, porque hay determinadas cosas que no me hacen feliz. La búsqueda a través de la cotidianidad es lo único que me hace estar más sonriente.
El sexo y la muerte, siempre presentes en su obra, pero desde el lado oscuro.
El sexo es un gran motor del mundo, como necesidad fisiológica, como complemento y como sublimación del amor. Y la muerte es el otro gran poder que nos hace tener presente la única gran verdad de la que tenemos certeza. Son dos motores que hay que saber conducir. Cuando descubrí la muerte muy jovencita, al fallecer Eduardo Benavente, mi persona amada, sentí que me habían arrebatado la vida. Pero mientras estuvo, jugamos al sexo todo y más. Y no fue oscuro, sino descubrimiento.
Experimental.
Sí. Jugábamos a ir de tríos y con travestis, porque intuía que, cuando nacemos, todos podemos ser bisexuales o vete a saber cómo. Yo ya vislumbraba que no había dos géneros, sino que era un multiverso a nivel sexual [risas]. Veníamos con una educación religiosa muy castrante, que había que derribar para poder descubrir. Nadie te explicaba nada, había que experimentarlo.
Un choque para sus padres y una ruptura para usted, que había ido a varios colegios de monjas.
Todos… Desde pequeña me manifesté en contra de lo que no me cuadraba. Recuerdo que cuando una directora me dio una orden autoritaria y sin sentido, me reboté y le dije que no estaba de acuerdo. Ella me dio una bofetada cargada de ira, solo porque había dado mi opinión.
Ha sido valiente, porque en el libro no ha evitado ningún tema, por espinoso que fuera. ¿Exorcismo, psicoanálisis, ajuste de cuentas con el pasado o la necesidad de que todo quedase documentado?
El libro da cuenta de todas esas razones. Cuando conocí a Sara Morales, me latió bien. Me preguntó si yo estaba dispuesta a ir a tumba abierta o si iba a tirar de subterfugios. La respuesta me la di yo a mí misma: "Si lo hago, no voy a evitar nada. La biografía debe ser un registro veraz". Luego, de broma, le dije: "Así no tengo que hacer más entrevistas". Pero al final me veo aquí… [risas]
Es curioso que una estudiante de conservatorio tuviese que deconstruirse para adaptarse a la sencillez musical de Alaska y los Pegamoides.
Me resultó muy fácil. No tuve ningún problema en hacer menos de lo que sabía, porque tenía una contrapartida: sacar la parte lúdica y espontánea. Me fascinaba que mis compañeros no tuvieran ni puta idea: "¡Qué morro le echan, con lo mal que tocan!" [risas]. Yo envidiaba ese arrojo, porque era mucho más tímida.
En la moneda de la movida, se considera la cruz, pero tanto como una perdedora…
Eso lo he comentado en una entrevista, aunque en tono irónico. Quizás no se me entendió bien. Mis errores, mis aciertos y mi camino artístico han sido libres. No me considero una perdedora, porque he ido por donde he querido. Me refería a lo que la gente puede pensar de mí, en comparación con Alaska, por ejemplo. Algo que he oído muchas veces: "Curra es una perdedora". Yo no me considero así. Ir por el camino contrario al de la mayoría quizás es de triunfadora, no de perdedora.
Al principio en un segundo plano, luego terminó dando la cara. Ser la protagonista en el escenario, llevar la voz cantante, le ha dado la vida.
El escenario da mucho poder, porque te permite transformarte. Siempre he sido tímida, pero hay cosas que ya me importan un bledo. Cuando tengo que disfrutar, lo hago a tope, como ocurre en el escenario. Ahí sí que se produce una catarsis dentro de mí, porque estoy con el lenguaje que más me sublima y que mejor me lleva a todos los rincones emocionales: la música.
"Lo que yo hago en la música no se compra ni se vende"
Esa energía del escenario no la sentía de jovencita, porque tenía prejuicios y miedos al qué dirán, por eso prefería estar en un segundo plano, pues pasaba más desapercibida.
Como decía El Ángel: "Yo estaba siempre fascinado con Ana cuando la veía con Alaska y los Pegamoides". Aquella "reina niña con carita de tragedia" que describía en el poemario Los planos de la demolición. Porque había gente que me veía más enigmática y misteriosa. Luego, con los años, vas cogiendo seguridad en ti misma y te das cuenta de que el escenario es el mayor colocón.
¿A contracorriente se nada mejor?
No, se nada peor. He ido a contracorriente porque nunca he comulgado con ruedas que no me pertenecen. Yo soy poco ambiciosa, por lo que siempre primo otros aspectos que me satisfacen. Es una cuestión de prioridades en la vida. Lo que yo hago en la música no se compra ni se vende. Ya sé que el arte es una inutilidad, pero a mí me alimenta.
Usted no buscaba la fama y se topó con ella muy pronto. Luego ha transitado por caminos secundarios. Tampoco perseguía el dinero, si bien tenía la ventaja de que usted trabajaba. O sea, no necesitaba hacer carrera musical para comer.
Ahora mismo, para seguir siendo libre, sigo controlando todos los detalles de mis conciertos. Da mucho trabajo, pero mi público, fiel y de culto, se lo merece. A estas alturas de mi vida, sigo en la autosuficiencia, aunque a veces el diablo me tienta, porque estoy agotada. Sin embargo, sigo queriendo ser la última e íntegra responsable del espectáculo.
Hispavox nunca le pagó los royalties por los discos de Parálisis Permanente. ¿Influyó que fuese mujer?
No lo sé, pero los herederos de Eduardo Benavente los cobran y yo no. Cuando he intentado hablar con los directores de Warner, se hacen los suecos. Me niego a que me digan que Parálisis era Eduardo y que yo solo pasaba por allí, porque eso sí que es ningunearme.
La discográfica también quiso convertirla en la Madonna española, aunque usted lo rechazó. Y, cuando era número uno en Los 40 Principales, criticó los tejemanejes entre las discográficas y las radiofórmulas, una denuncia que terminaría pagando.
Entonces desconocía las consecuencias, pero luego me di cuenta de que estaba poniendo palos en mis propias ruedas. Tampoco me arrepiento, porque en aquel momento veía a Madonna y yo me gustaba mucho más [risas]. Me jodía mucho que quisieran que me pareciese a ella, porque no tenía ninguna necesidad. No sabía hasta dónde iba a llegar Madonna, aunque tampoco lo habría querido para mí, la verdad.
En el libro desmonta que Javier Benavente fuese el primer cantante de Parálisis Permanente, un dato que figura en algunas biografías del grupo.
Es que no lo fue. Se metía en el local de ensayo a incordiar y, como era el hermano de Eduardo, a veces le dejaba coger el micrófono. Nosotros grabábamos maquetas, incluso cuando él robaba el micro. Cuando murió Eduardo, sacó esas grabaciones en disco, por lo que mucha gente que no vivió aquello podría pensar que durante un tiempo fue el cantante de Parálisis. Pero no fue así: simplemente, su hermano lo aguantaba hasta que dejó de aguantarlo. Nunca se grabó un disco con esa formación, porque esa formación jamás existió. Sin embargo, al vender esas grabaciones a una discográfica, falseó la historia y faltó a su hermano.
¿La movida enterró a Franco? Adiós a la protesta y a las chaquetas de pana, hola a la alegría y a la experimentación.
Ya estaba enterrado, pero es verdad que la movida surge cuando muere Franco, lo que permite que simultáneamente explosione la calle, incluso los del pantalón vaquero y prendas de color gris. Muchos se suman a la movida porque les pilla fronterizos o con una mente artísticamente cambiante, y otros se quedan haciendo su canción protesta, porque no saben reconvertirse o porque siguen queriendo reivindicar eso.
"Me enerva Ayuso y que la gente no vea su manipulación, su arribismo y su egocentrismo"
A nosotros nos toca vivir a tope ese momento. Éramos muy jóvenes y no queríamos vivir como lo habían hecho nuestros hermanos mayores, con esa tristeza, con esa carencia, con esa censura, con esa falta de sueños realizables…
¿Cambiaría algo de su vida?
Sí. Aprender algunas cosas mucho antes, no tropezar tantas veces con la misma piedra, evitar el dolor causado a mis padres… Debido a la adicción a la heroína, vi lugares infernales. Estar en la podredumbre no es bueno para el alma. Al principio las drogas estaban por el barrio de Malasaña y por el centro de Madrid, pero cuando empezaron los mercados de la droga fue horroroso. Eso es el infierno de Dante. Allí no debería entrar nadie. Yo viví la efervescencia de esos mercados y no…
César Scappa y usted grabaron en vídeo ese inframundo de los poblados de la droga.
Fuimos a grabar porque entrábamos todos los días a pillar y sabíamos lo que estaba pasando allí. Los vendedores de droga llenaban sacos de billetes, mientras maltrataban a los enganchados. Había gente que ya no podía volver a casa, porque cuando una persona se tiraba meses en Las Barranquillas o en La Celsa, no había vuelta atrás: su costra de mierda era gorda y su cabeza estaba llena de piojos y chinches. Se quedaban allí, una noche tras otras, poniéndose chutes con ratas a su lado.
"La única manera de que algo deje de aparecer como un fantasma en tus noches, para que la sombra que llevas encima sea más liviana, es dar luz a tu oscuridad"
Recuerdo que una Nochevieja me paseé entre ellos con un traje largo y una mantilla, mientras grababa, y no se extrañaban. Pensarían que yo era una aparición… No me olvido de esa imagen. Entonces, aún no había entrado la policía ni la prensa, por lo que esas escenas eran desconocidas. Nosotros queríamos incluso sacar belleza de la fealdad, pero nos jugamos la vida para nada. Fue una tontería.
Comenzó a salir con El Ángel aun a sabiendas de que tenía sida y de que iba a morir. No le frenó el dolor de la muerte de Eduardo… Y le ayudó a publicar su disco, Polvo de Ángel, y sus poemas.
Es una de las cosas de las que me siento más orgullosa. Tuve mucho miedo, aunque también lo tuve claro. El dolor por la muerte de Eduardo me había llevado a engancharme y volví a hacerlo tras el fallecimiento de El Ángel. Para anestesiarme, para no sufrir… No me arrepiento, porque fue una historia de amor real, sublimada y de arte. Me siento muy afortunada por haber sacado adelante su trabajo, porque es buenísimo. Le habían dado un año de vida y su obra no podía quedarse en un cajón. Me tiré al barro y estuvimos muy enamorados.
Cuántos artistas singulares detrás de una gran mujer.
Creo que tengo una gran suerte y también un gran olfato para detectarlos [risas]. No hay hombre en mi vida que no haya sido brillante. Y a mí me pone mucho una mente inteligente.
En el sencillo Hiel relata el aislamiento de la pandemia y en el inminente Afrodita, la monarca, que llegará acompañado de videoclip, habla de…
Hiel es la mejor canción que he hecho nunca. Tiene unos estratos emocionales ricos y variados. Fue un homenaje a nuestros mayores fallecidos en Madrid. Pensé que se iba a pagar un precio, pero nadie lo ha hecho. Fue ignominioso, lo más injusto que les hemos hecho a nuestros mayores.
En cuanto a Afrodita, la monarca, llegados a la conclusión de que los humanos estamos podridos, quemados y acabados, he tirado un poco de la ciencia ficción. Apela al poder de la mujer en la creación y en el mantenimiento de la especie. Así, Afrodita se reproduce como la mariposa monarca, que es la más hermosa. De modo que la mujer vuelve a rescatar a la especie humana, que está ante un abismo, con el pie en el acelerador y sin retorno.
En el libro habla bien de todo el mundo, aunque critica sin pudor al rey emérito, a Ayuso o a Vox.
De las personas que han pasado por mi vida, olvido a las malvadas y a las que no me han aportado nada. No gasto energía en criticarlas. En cambio, los políticos toman decisiones que nos afectan y, muchas veces, nos usurpan nuestros derechos y nuestros dineros. Es una indignación absolutamente lícita, porque nos representan. La política, en general, es un tejemaneje al que no llego, aunque no todos son iguales.
"Que te impongan a un rey por el mero hecho de nacer… y que luego encima sea un patán, un corrupto y un putero. ¿Pero qué coño es esto?"
Me enerva que Ayuso sea tan mojigata y que se lo haya llevado muerto. Y también me enerva que la gente no vea su manipulación, su arribismo, su egocentrismo y sus tonterías. En cuanto al rey emérito, no hay palabras. Que te impongan a un rey por el mero hecho de nacer… y que luego encima sea un patán, un corrupto y un putero. ¿Pero qué coño es esto?
Por cierto, ¿qué hace durante el trayecto hasta El Escorial?
Escucho música y preparo las clases del conservatorio.
¿Qué escucha?
Casi siempre, música clásica.
Música clásica punk.
Mis autores clásicos fueron punks en su momento. Transgredieron la norma, se salieron del mapa y deben ser reivindicados siglos después. Es un legado importantísimo que nos han contado mal. Se lo han apropiado unas élites, pero Bach es de todos. Una música eterna que te emociona, hecha por unos grandísimos artistas absolutamente libres.
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