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Cameron apela a la crispación para escapar de la crisis del 'NOTW'

Admite que quizá se equivocó al contratar a Andy Coulson como jefe de comunicación pero no se disculpa por ello. Se niega a confirmar si habló de la OPA de BSkyB con los directivos de la empresa de Murdoch

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Era el día de cargar con armas y bagajes contra la oposición. Desgastado por el impacto en su Gobierno del escándalo del News of the World y cuestionado por haber tenido a su lado durante tanto tiempo a Andy Coulson, David Cameron optó por el ataque como táctica más directa para levantar los ánimos de su grupo parlamentario.

No se puede negar que el primer ministro sudó la camiseta. En la primera parte de la maratoniana sesión parlamentaria que se inició con su discurso, respondió a las intervenciones de los parlamentarios durante dos horas y 19 minutos. No llegó a categoría de récord, pero estuvo cerca.

Durante esa parte de la sesión, respondió a 136 preguntas de los diputados. Fue otra demostración de que en el Reino Unido, a diferencia de otras democracias, la política gira en torno al Parlamento y el primer ministro sólo sobrevive si está dispuesto a sumergirse en una jungla de preguntas, gritos, abucheos y carcajadas.

De entrada, Cameron intentó neutralizar las cuestiones de los laboristas sobre su antiguo director de comunicación. Ha llegado a la conclusión, algo tardía, de que “no debería haberle ofrecido el trabajo”, aunque sostiene que hay que respetar su presunción de inocencia en relación al escándalo del NOTW. Y si Coulson fuera condenado finalmente, Cameron admite que debería pedir disculpas en los términos más tajantes.

Ed Miliband elevó el tono de las acusaciones para cuestionar las decisiones de Cameron sobre Coulson. “No fue un caso de evidente incompetencia, sino un intento deliberado de proteger” a su portavoz. Los conservadores se revolvieron nerviosos en los escaños y esperaban que su líder contraatacara con dureza. Y es lo que hizo.

“Sólo hay un líder en la Cámara que tiene a un ex empleado de News International con sospechas sobre su pasado”, dijo Cameron, refiriéndose al ex periodista de The Times Tom Baldwin, contratado por Miliband hace unos meses como su jefe de comunicación. También se remontó a la época de Gordon Brown para sacar el nombre de Damian McBride, un asesor de prensa de Brown especializado en trucos sucios.

Hasta acusó, entre la algarabía de los tories, a Alastair Campbell, jefe de prensa de Tony Blair, de “falsificar documentos” en Downing Street. El ventilador funcionaba a pleno rendimiento.

Los conservadores acusan a Baldwin de haber utilizado tácticas ilegales en su época de reportero para buscar información comprometedora sobre un ex tesorero tory miembro de la Cámara de los Lores. No tienen pruebas sólidas, pero les vale para sostener que es injusto acusar a Cameron cuando todos los líderes utilizan a periodistas de pasado discutible.

Se da la paradoja de que cuando Tom Baldwin trabajaba en The Times su jefe directo era Michael Gove, el actual ministro de Educación.

Miliband también cuenta entre sus asesores a un experiodista del Daily Mirror. “No me sorprendería que el Mirror tuviera algunas preguntas que responder dentro de poco tiempo”. El Mirror es un tabloide que apoya a los laboristas. Nada les gustaría más a los conservadores que se demostrara que el Mirror utilizaba métodos tan delictivos como la prensa sensacionalista de Murdoch.

Los laboristas no se quedaron callados. Hasta ocho diputados diferentes preguntaron a Cameron si había tratado en sus reuniones con Rebekah Brooks y otros directivos de las empresas de Rupert Murdoch el tema de la OPA sobre el total de las acciones de BSkyB.

“Nunca tuve una conversación inapropiada” con esos directivos, respondió en una ocasión. “Nunca tuve (con Brooks) una conversación que no pudiera haber tenido ante una comisión parlamentaria”, dijo después. Cuando le preguntaron si tuvo alguna conversación “apropiada”, se echó a reír y dijo: “Todas mis conversaciones son apropiadas”.

Cameron respondió a 136 preguntas durante dos horas y 19 minutos

El primer ministro calificó de “débiles teorías de la conspiración” las acusaciones laboristas de connivencia con el grupo de Murdoch. Por la tarde, comprobó que su estilo agresivo había servido para solucionar sus problemas más inmediatos.

Cameron se presentó en la reunión del Comité 1922, un subgrupo parlamentario de los tories que reúne a los diputados sin cargos en el Gobierno que además resultan ser los más conservadores. El núcleo duro del partido –amante de la ley y el orden y ferozmente antieuropeo– recibió a Cameron a su estilo, golpeando las mesas con contundencia durante 40 segundos. Eso quería decir que estaban contentos.

Ayer fue el último día del periodo de sesiones antes del inicio de las vacaciones parlamentarias. La Cámara de los Comunes no vuelve a reunirse hasta septiembre. Supone un gran alivio para el Gobierno, que ya no tendrá que rendir cuentas con tanta frecuencia cada vez que salgan nuevas revelaciones.

Las cadenas de noticias, centradas hasta ahora en el escándalo, comenzaron a tocar otros temas, como si se hubiera levantado la veda y hubiera vuelto la normalidad.

Sin embargo, la presión de la policía no va a remitir. Scotland Yard anunció que el número de agentes asignados al caso ha aumentado de 45 a 60 ante la gran cantidad de documentos que hay que examinar.

News International hizo público que ha levantado la reserva de confidencialidad al bufete de abogados Harbottle & Lewis para que responda a las preguntas de la policía y de las comisiones parlamentarias que requieran su colaboración. No lo había hecho hasta ahora para que esos abogados no tuvieran que declarar sobre los 300 emails con pruebas de los delitos cometidos que la empresa envió hace años al bufete.

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