Este artículo se publicó hace 15 años.
Las cajas de hojalata recorren el siglo XX en una exposición
La cajas de hojalata fueron en la primera mitad del siglo XX un reclamo publicitario fundamental en la sociedad española ante la falta de medios audiovisuales, como se constata en los doscientos envases de este tipo que se muestran en el centro de Cultura de Ciudad Rodrigo, en Salamanca.
Se trata de cajas de hojalata de carne de membrillo, de tortas de turrón, para el café, para envasar todo tipo de confituras o, incluso, para lociones o cremas corporales.
"En aquel entonces, tan importante era el contenido de la caja como el dibujo de colores que había en su exterior", ha explicado hoy a EFE Fernando Ramos, dueño de la colección que, además de los dos centenares que exhibe tiene en depósito otras trescientas.
A través de esta exposición se pueden reconocer los hábitos propios del siglo pasado, con envases que se usaban para comercializar productos de todo tipo: agujas de discos de vinilo, parches para las ruedas de la bicicleta o pastillas contra el dolor estomacal, entre otros.
Las cajas de hojalata se utilizan por primera vez, en Europa, en Inglaterra, a finales del siglo XIX.
La más antigua de la muestra del mirobrigense Fernando Ramos, que empezó ha 30 años a coleccionar este tipo de envases, data del año 1890, y se trata de una caja de hojalata para envasar papel de fumar.
Según Ramos, la historia de la utilización de este tipo de envases "se puede remontar a la época de Napoleón, cuando éste convoca en 1810 un concurso para la conservación de alimentos, con el fin de mejorar y mantener durante más tiempo la comida de sus tropas".
El concurso lo gana, tras 14 años de experimentación, el francés Nicolás Appert, que inventó el método de preservación hermética de los alimentos, motivo por el que obtuvo un premio de 14.000 francos.
A partir de este descubrimiento, a finales del siglo XIX, y con el avance industrial de aquellos años, se introduce la caja de hojalata como medio imprescindible para la conservación de los alimentos, que necesitan aislamiento del frío y del calor.
En aquella época, el Modernismo se apodera de las serigrafías que se diseñan para el exterior de las cajas.
"Las mujeres trajeadas o los señores guapos a caballo son algunos de los temas más recurrentes", ha explicado Ramos.
A principios del siglo XX, este tipo de envases tienen cada vez más presencia entre las sociedad española.
Uno de los ejemplos más curiosos se puede observar en las cajas de hojalata que utilizaba a principios de siglo el único empresario español, vecino de la provincia de Badajoz, que tenía la patente para elaborar café torrefacto.
A partir de 1930, los diseños de las cajas se centran en litografías relacionadas con las pirámides egipcias o con motivos americanos.
Los diseñadores publicitarios, conscientes de la utilidad doméstica de este tipo de envases, se afanan cada vez más en mejorar los diseños.
"Una vez consumido el producto, a mediados de los años 50, los hombres usaban este tipo de cajas para meter sus utensilio relacionados con las herramientas, mientras que las mujeres solían meter en su interior todo lo relacionado con la costura", ha explicado el dueño de la colección.
En la exposición tampoco faltan las tradicionales cajas de una conocida marca de cacao en polvo de la que Ramos tiene 50 tipos diferentes de envases, tanto cilíndricos como rectangulares.
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