Este artículo se publicó hace 17 años.
Cae una red que escondía cocaína en chupa-chups
La cocaína base llegaba en barco camuflada en chupachups o entre los tejidos de sillas y sofás. En los laboratorios de Seseña (Toledo) y Madrid se trataba y se dejaba lista para vender en la calle.Las instalaciones estaban perfectamente equipadas y una de ellas podría haber llegado a producir 150 kilos de cocaína al mes.
La Brigada Central de Estupefacientes del Cuerpo Nacional de Policía desmanteló la semana pasada tres laboratorios, en las localidades madrileñas de El Molar y Parla, y en Seseña (Toledo). Se dedicaban a recuperar y elaborar cocaína que llegaba de Latinoamérica, según informó ayer el propio director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida.
Se trata de las instalaciones mejor equipadas que se han desmantelado en los últimos años, explicaron fuentes de la investigación. En estas operaciones fueron detenidas 13 personas.
La droga era casi indetectable, porque quién iba a sospechar de unos muebles viejos o de unos chupa-chups. Pasaban sin problemas los controles en un puerto de la Comunidad Valenciana.
Los caramelos imitaban perfectamente los originales: un molde de plástico, en el que viajaba la cocaína base, recubierto de una sustancia de colores que simulaba el caramelo. Los tejidos de los sofás y las sillas, además de polvo, venían impregnados de coca.
Sustancias químicas
Para poder extraer la droga y tratarla, los narcos necesitaban gran cantidad de sustancias químicas, y esto fue lo que les delató. El pasado mayo se inició la investigación tras conocer que un grupo de personas, de nacionalidad colombiana, trataba de conseguir estos productos. Ninguno de ellos trabajaba en alguna actividad que pudiera justificar su adquisición.
Posteriormente los agentes localizaron los laboratorios de Seseña y Parla.Al de Toledo, donde llegaba la cocaína base camuflada en los muebles, no le faltaba de nada: las fibras se metían en recipientes con disolventes para obtener la droga, que luego se secaba, se adulteraba o no, se empaquetaba y ya estaba lista para venderse en la calle.
El laboratorio de El Molar, donde llegaban los caramelos, ocupaba un chalet. En un anexo trasero, donde había mejor ventilación, se extraía la droga. Esta operación , que implica calentar la sustancia base para disolverla y obtener la cocaína, supone un gran riesgo de intoxicación, según indicaron responsables de la investigación.En otras estancias se secaba la sustancia y se embalaba en forma de ladrillo.
Fueron detenidos diez hombres y tres mujeres, originarios de España, Colombia, Costa Rica y Venezuela, de entre 18 y 45 años. En los tres laboratorios se intervinieron 35 kilos de cocaína lista para vender, tres toneladas de productos químicos y numeroso material de laboratorio.
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