Cabezas de cuatro lobos
Las cabezas ibéricas de Maquiz, encontradas en 1860 en Mengíbar, Jaén, y que no han sido expuestas juntas al público desde hace casi cien años, se pueden contemplar hasta el 9 de enero próximo en el Museo de Ja&ea
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Las cuatro cabezas ibéricas de bronce de Cerro Maquiz, encontradas en 1860 en Mengíbar, Jaén, se exponen, por primera vez, juntas en el Museo Provincial de la capital jienense, donde podrán verse hasta el 9 de enero próximo.
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El conjunto de bronces, encontrados de forma casual por dos labradores, llega a Jaén desde el Museo Arqueológico Nacional, donde se encuentran dos de ellas, y desde la Real Academia de la Historia, donde están las otras dos desde 1861.
Estas últimas no han sido expuestas públicamente nunca y sólo han estado accesibles para investigadores y especialistas con autorizaciones especiales, mientras que las otras dos estuvieron en la Exposición Internacional de París de 1867 y en el Pabellón de Arte Español de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Las cabezas han llegado a Jaén para conmemorar el 150 aniversario de su hallazgo a petición del Ayuntamiento de Mengíbar y de la Asociación Amigos de la Historia de esa localidad, que empezaron a tramitar su llegada desde hace años.
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El conjunto histórico no tiene una cronología definida al no estar contextualizado su hallazgo, sin embargo, según los estudios recogidos por la Asociación Amigos de los Iberos, formó parte del ajuar de una sepultura principesca, y debieron reforzar los timones centrales de un carro, uso éste que en el ritual funerario ibero está vinculado a los más altos niveles sociales.
Una de las piezas presenta un apéndice de un asa circular que se interpreta como pasarriendas para amarrar los animales de tiro al asta del carro.
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Los bronces están rematados con la cabeza de un lobo, animal relacionado al ritual funerario y recuerdan al bronce recientemente encontrado en la necrópolis de Piquía, en Arjona, que representa la cabeza de un guerrero devorada por un posible lobo, que pertenecía a un carro principesco localizado en una tumba del siglo I antes de Cristo y que también se une a este espacio dedicado del museo.