La búsqueda "heroica" y en soledad de la verdad de Arika, en el Thyssen
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La búsqueda de la verdad "heroicamente solo" del pintor israelí Avigdor Arikha durante las cuatro últimas décadas queda reflejada en las casi cien obras que exhibe el Museo Thyssen-Bornemisza en la primera exposición retrospectiva que se celebra en España dedicada a este artista.
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Esta heroicidad en soledad fue considerada por el escritor Samuel Beckett, recordó durante la presentación de la muestra Guillermo Solana, conservador jefe del museo y comisario de la exposición dedicada a "un gran artista contemporáneo, enamorado de la pintura española".
Historiador de arte y comisario de exposiciones, escritor y conferenciante, Arikha ha colaborado en numerosas ocasiones con el Museo del Prado, "y gracias a esta exposición ahora nos enfrentamos a su vocación central que es y ha sido el dibujo y la pintura".
Las obras seleccionados recorren el último gran segmento de la vida del pintor, según el comisario para quien a lo largo de su vida Arikha ha tenido tres "resurrecciones", dos referentes a su vida, y una tercera cuando en 1965 sintió que su vocación como pintor abstracto se había acabado. En ese momento, el artista toma conciencia de que se encuentra en un callejón sin salida, piensa que el camino de la abstracción está ya agotado y abandona la pintura.
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Según relata él mismo, el 10 de marzo de 1965 se levantó por la mañana y se puso a dibujar del natural de manera pasional, casi obsesiva. Durante ocho años, se dedicó a dibujar del natural, a hacer grabados y a estudiar historia del arte.
Estos años desarrolló y puso en práctica su teoría sobre el trabajo del natural: sólo esta forma de crear posee la autenticidad que debe tener una obra de arte; lo que se hace de memoria carece de esa verdad intrínseca a la producción artística.
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Es a finales de 1973 cuando experimentó la necesidad de volver a la pintura y desde entonces hace de ella "un testimonio de vida, un eco directo de la vida. A través de ella, intenta aferrarse al momento vivido, y ese carácter está en cada pieza de la exposición", declaró Guillermo Solana, quien ha contado para la selección de las obras con el asesoramiento de Arikha, "que ha convertido la muestra en una especie de autobiografía".
La estructura en la que se han dividido las casi cien obras es "muy sencilla". En una primera parte se muestran los dibujos y pasteles "semillas y raíces de su pintura", entre los que se encuentran algunas de sus primeras tintas "que son el origen de su compromiso con el natural", ya que Arikha rechaza cualquier tipo de medio que facilite su trabajo, como la fotografía.
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En el otro apartado se han reunidos los óleos, que a la vez se dividen en dos grandes temas. El primero de ellos agrupa las pinturas dedicadas a la vida inmediata, "al ámbito íntimo del pintor que se desdobla en su propio espacio: su estudio, su biblioteca" y su esposa Anne y lo que ella representa en su mundo doméstico.
La otra selección muestra algunos ejemplos de su variada dedicación a los géneros tradicionales de la pintura "que él ha renovado", como son el retrato, los desnudos y paisajes y la naturaleza muerta, "con una capacidad única para abordar los objetos cotidianos. Muestra su enorme talento para jugar con los vacíos de la pintura".