Este artículo se publicó hace 17 años.
Los buques japoneses abandonan el Índico y dejan de dar apoyo a EEUU en Afganistán
El Gobierno de Japón ordenó hoy el regreso de los buques que suministraban en el Índico combustible a las fuerzas estadounidenses que combaten el terrorismo en Afganistán, debido a la negativa de la oposición nipona a prorrogar este apoyo.
El ministro de Defensa japonés, Shigeru Ishiba, llamó hoy a las 15.00 hora local (06.00 GMT) al buque de suministro Tokiwa y su escolta, el destructor Kirisame, para que pongan rumbo a Japón, poniendo fin a seis años de este apoyo japonés a EEUU y sus aliados en el Océano Índico.
La decisión de retirada se ha producido en contra de la voluntad del Gobierno japonés, que ha tenido que acceder a la postura de la oposición nipona contraria a prorrogar la Ley Antiterrorista, norma que ha permitido hasta ahora el apoyo nipón a EEUU en su misión de Afganistán.
No obstante, el primer ministro japonés, Yasuo Fukuda, afirmó hoy que el Ejecutivo hará todo lo posible para aprobar una ley que sustituya a la recién expirada porque el apoyo a EEUU en la guerra contra el terrorismo es del "interés nacional" de Japón.
La principal fuerza opositora, el Partido Democrático (PD), justifica su rechazo frontal a esta misión en que la Constitución pacifista japonesa no permite operaciones militares en el exterior.
Y además, echa en cara al Gobierno que los buques en el Índico suministraron combustible a embarcaciones implicadas en el conflicto de Irak en al menos una ocasión, extremo no avalado por la Ley Antiterrorista.
Tras la victoria del PD en las elecciones a la Cámara Alta del pasado mes de julio, que le otorgó el control total del Senado, las posibilidades de que la oposición se haga con el poder en la próxima legislatura son inusualmente altas.
Este potencial real de llegar al poder próximamente, sumada a la capacidad de bloqueo en el Senado ganada en julio, ha animado a la oposición, encabezada por el líder del PD, Ichiro Ozawa, a asumir un papel más activo de lo habitual en la esfera pública japonesa.
La fuerza adquirida por la oposición ya quedó patente cuando la presión que ejerció Ozawa sobre el predecesor de Fukuda, Shinzo Abe, acabó con un gobierno que había sobrevivido a múltiples dimisiones e incluso a un suicidio, relacionados mayoritariamente con la corrupción.
El Partido Liberal Democrático (PLD) que conserva una aplastante mayoría en la Cámara Baja sustituyó a Abe por Fukuda, pero al igual que su predecesor éste se ha visto incapaz de lograr que la oposición apruebe el apoyo militar a EEUU en el Índico.
Esta presencia indirecta en la guerra contra el terrorismo de Afganistán es clave para el PLD, porque representa un alejamiento del estricto pacifismo que dicta la Constitución japonesa, redactada durante la ocupación estadounidense tras la II Guerra Mundial.
Al igual que gran parte de la clase política japonesa y en contra de la imagen que proyecta actualmente, el líder de la oposición, siempre ha sido partidario de que Japón retome un estatus político y militar acorde a su vigoroso potencial económico.
Sin embargo, la posibilidad de llegar a gobernar el país ha motivado que Ozawa ponga la zancadilla a la elite política japonesa, que intenta desembarazarse de un pacifismo forzoso interpretado por el PLD como una camisa de fuerza que impide a Japón competir en igualdad de condiciones.
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