Benet busca lector
Se publican los fragmentos que el propio escritor de Volverás a Región prohibió para esquivar a la censura en una edición que le revitaliza y le acerca a las masas
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El escritor Juan Benet (1927-1993) tuvo tres máquinas de escribir. Una Adler, una Halda y una Fácit. Con la primera escribió mientras estudiaba la Ingeniería de Caminos, Puertos y Canales y sentía el fracaso de los inicios del autor al que las editoriales le cierran las puertas y los premios le ignoran. Con la segunda escribió el ensayo La inspiración y el estilo (1967) y Volverás a Región (1968). La última máquina la empleó a partir de 1973, aunque su idea era dejarla tranquila hasta que no hubiese desaparecido la dictadura. Con ella firmó Del pozo y del Numa (1978), Saúl ante Samuel (1980) o Herrumbrosas lanzas (1983-86). Juan Benet las tenía tanto aprecio que llegó a dividir su trayectoria literaria en tres épocas, en función de la marca de máquina de escribir que utilizaba.
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Es de la "época Halda" de donde salieron las páginas que no se han tenido en cuenta en las sucesivas ediciones de Volverás a Región. Esos manuscritos originales y notas de autor son las que la familia del Benet ha descubierto ahora para realizar una edición revisada y actualizada. En palabras de su hijo Ramón, todo estaba cuidadosamente archivado, era "muy meticuloso en su quehacer literario". Así que en unas semanas, la editorial Debolsillo comenzará a publicar los diez títulos que formarán parte de una biblioteca del escritor centrada en su mayor parte en torno al universo de Región, aquel pueblo que imaginó para hacer ver que había muchas Españas, pero todas estaban en Región.
Corregida y saneada
Entre los títulos, parece que la versión de Volverás a Región será definitiva, o casi. Corregirá los textos que arrastran errores desde sus primeras ediciones, erratas que no se corrigen y, en algunos casos, recortes que en su día consiguieron evitar la censura y que nunca fueron reparadas. Durante muchos años el libro estuvo lejos de las manos de su autor por cuestiones de derechos editoriales y hasta el momento nadie se había parado a devolver a su estado original el texto. De ahí que desapareciesen pasajes en los que se habla de Macerta, el otro pueblo, rival de Región, en el que describe cómo sus ciudadanos se unieron al alzamiento militar desde los primeros días. Denuncia que "sofocaron con sangre la revolución proletaria que los ferroviarios y campesinos trataron de precipitar, como réplica a la subversión", y que iniciaron, los rebeldes, una campaña de castigo, con ejecuciones sumarias, arrestos y medidas de represalia.
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En otro momento censurado por el propio Benet, dibuja un perfil de uno de los falangistas y no escatima en ironía y sarcasmo: "Su carencia de principios, sus fracasos en la vida familiar, su escaso sentido del honor, su falta de arrojo, su manía obstruccionista, su dudosa lealtad y, en cualquier caso, su poca adaptación a la vida del frente". Con la incorporación de estas partes, el texto crece en cotas de ajuste de cuentas con la verdad de los acontecimientos provocados por la sublevación de 1936.
Según el crítico Ignacio Echevarría, encargado de la tutela de la edición, Benet jamás hizo un drama de su relación con la censura. De hecho, explica, son conocidas sus provocativas declaraciones cuando ganó el Premio Biblioteca Breve: "Dijo entonces que la censura podía servir de acicate para el escritor, en cuanto lo obligaba a investigar bajo una nueva luz la naturaleza de sus temas. Y aludió a las formas de censura indirecta, tácitas, vigentes en todas las sociedades, y que son las que al escritor le cuesta más eludir".
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El mismo escritor que ha permanecido en el uso más culto (y oculto) de la historia de la lectura de las letras españolas calificado como "el más genial, profundo y misterioso de los escritores españoles del siglo XX", ahora será aproximado a los gustos de un público masivo, con la aparición de estos libros en formato bolsillo. Benet para todos cuando nunca fue trago fácil.
En palabras de Pere Gimferrer: "El acceso al libro puede ser para el lector tan difícil y abrupto como para los viandantes el acceso a la comarca donde transcurre su acción. Esta dificultad entraba, no sólo en las previsiones de Benet, sino también en sus propósitos". Gimferrer redactó hasta tres críticas entre enero y abril, para publicaciones distintas, impactado por la llegada de la primera novela de este desconocido. En la edición se incluyen esas reseñas, junto a la de Rafael Conte, que apuntaba: "El libro, de un interés evidente, sufre por su inconsistencia argumental, por la abstracción de los personajes. Sus páginas están cargadas de moral. Pero estos defectos, comprensibles en una primera novela, no logran borrar el impacto total que causa este extraño libro".
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Sin exigencias de oficio
La novela aparece con un valor añadido, el prólogo que Benet escribió en 1974 y jamás recuperado hasta el momento. "Es un texto estupendo, que explica la madurez sorprendente con que Benet irrumpió en la literatura española", explica Echevarría. En el prólogo dice haber reescrito hasta cuatro veces Volverás a Región, propio de un escritor con conciencia de sus objetivos y "desentendido de las exigencias a que está condenado el escritor de oficio, el escritor profesional", como apunta Echevarría.
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Novelista, ensayista y polémico articulista, Benet acabó con la mala tradición española al traer sus lecturas anglosajonas y norteamericanas, como Henry James y Faulkner, en un momento entregado al costumbrismo. Para Benet la obsesión fue el estilo y todo debía estar al servicio del tratamiento del tema, por encima del tema en sí mismo. Aún así, ¿por qué Benet ha sido tan odiado por unos y tan admirado por otros? Es probable que el imperio del estilo, la oscuridad de su narración o la intención de dedicar toda su obra a crear un género mítico, haya provocado el rechazo. No, desde luego, en escritores de la talla de Álvaro Pombo, Javier Marías o Eduardo Mendoza.
Tiempo y paciencia
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Ayudó también su declarada posición contraria a todo aquello que tuviera que ver con las relaciones de interés del escritor con el contexto literario que le rodea: "El primer enemigo de una buena novela decía Benet es la novelística. Porque una sociedad considera que debe tener novelistas como debe tener flota mercante, tanques, electricidad y otras cosas".
La obra de Benet permanece "suspendida", dice Echevarría, sobre la literatura española, "pendiente aún de ser cabalmente comprendida y digerida, ejerciendo un magisterio imperioso que muy pocos, sin embargo, han sido capaces de asumir". En ese sentido, el periodista y escritor Eduardo Chamorro cree que lo que le ocurre a Benet es que fue un escritor muy bien educado por una lectura de "gama alta", lo que le convirtió en un lector "a mucha distancia con el lector medio". "Creo que no hay que modificar a Benet apunta Chamorro, hay que modificar al lector de Benet".