Este artículo se publicó hace 16 años.
Barcelona teme morir de éxito
La ciudad se cuestiona su modelo turístico y los ciudadanos piden más espacios para los barceloneses
Los barceloneses hace tiempo que han dejado de pasear por algunas de las calles de su ciudad. Se sienten sobrepasados por las turbas de turistas que cada semana invaden el centro de la urbe. Sólo en 2007, 5.529.372 foráneos visitaron la ciudad y parece que, de momento, Barcelona continúa siendo moderna, cosmopolita y fashion. Lo que significa que los turistas seguirán viniendo y que muchos barceloneses sentirán la ciudad cada vez menos propia.
De hecho, algunos de los hoteleros relacionados con el consorcio Turisme de Barcelona ya han afirmado en varias ocasiones que al sector, de momento, no le afecta la crisis. Pero aun así, el consistorio quiere ser previsor y hace unas semanas anunció la puesta en marcha del plan estratégico 2010-2015. El objetivo es evitar posibles crisis y que la ciudad muera de éxito.
Además, según el alcalde, Jordi Hereu, los vecinos podrán participar en la toma de decisiones. De hecho, según comentó el encargado de la coordinación del plan, Enric Truñó, “en el debate podrán participar todos los que quieran hacerlo, sin restricciones”. El último bastión
Sin embargo, los sectores más críticos se fían poco de las buenas intenciones del consistorio y del plan.
Los antecedentes no son muy buenos: los hoteles de más de tres estrellas y los apartamentos turísticos se reparten el caso antiguo. Y los barceloneses desesperan viendo cómo en el piso de al lado cada semana vive alguien distinto.
“Este Ayuntamiento, que sólo quiere turismo, está destruyendo los barrios de Barcelona; de hecho, ya los ha destruido”, afirma Emilia Llorca, que lleva 60 años viviendo en la Barceloneta, el último barrio del casco antiguo donde lo fashion todavía no se ha apoderado de todos los rincones. Pero los precios de las viviendas son inasequibles para la clase trabajadora, los comercios de toda la vida van desapareciendo y los pisos turísticos proliferan como setas. “Yo ya no conozco a nadie, sólo hay gente desnuda paseando arriba y abajo”, explica Llorca.
Barcelona es una de las ciudades europeas con más oferta hotelera y el consistorio no cesa de aprobar licencias para construir más hoteles. Actualmente, unos 32 expedientes están siendo tramitados. Para Pere Farré, miembro del Taller Contra la Violencia Inmobiliaria, el Ayuntamiento es culpable de fomentar un turismo irracional y una muestra es la permisividad con los pisos turísticos. “Sólo han cerrado dos y en seguida corrieron a hacer una rueda de prensa”, explica. Además, Farré no tiene pelos en la lengua a la hora de denunciar que “el gran lobby hotelero de la ciudad manda más en el Ayuntamiento que los vecinos. Estos se quejan, pero no tienen herramientas”.
El resultado de todo esto es un caso antiguo con pisos carísimos, hoteles de diseño y barrios “artificiales”, donde hay muchos turistas pero pocos barceloneses. “Nos han metido el turismo a saco, a saco”, afirma Lurdes López, quien explica que, a menudo, los pisos alquilados a turistas están tan saturados de gente que se atascan los desagües.
"Parece que la turistización de Barcelona sea algo natural, como si fuera un destino inevitable por encima de la voluntad de todo el mundo”, afirma Farré. Lo sea o no, lo que está claro es que Barcelona está de moda y el turismo es una de las actividades económicas más mimadas por el consistorio.
La Urbe en cifrasEL PLAN 2010-2015
Hasta julio de 2009, el consistorio pretende hacer un diagnóstico de la situación actual. Y entre 2009 y 2010, quedarán fijadas las líneas estratégicas y el plan de actuaciones para la próxima década.
TURISTAS
En 2007, 5.529.372 foráneos visitaron la ciudad.
LA OFERTA HOTELERA
La ocupación hotelera media el año pasado fue del 77%. Durante 2008, las plazas de hoteles aumentarán un 10% hasta llegar a casi las 3.000 habitaciones. Al cabo del año, habrá 32.238.
"Hay que reformar el barrio, pero no a costa de los autóctonos"La Barceloneta era un barrio de clase trabajadora, pero ahora está de moda. El adolescente está hurgando en el monedero de su tía. La tía se queja. En la mesa de al lado, una pareja habla mientras se reparte besos. El camarero conoce a todos los clientes. Saluda a uno y a otro. Y casi siempre sabe qué quieren tomar.
Es la Barceloneta: tradicionalmente un barrio de clase trabajadora, donde todavía se cuelga la ropa en la calle y los tiestos con flores abarrotan los balcones. Lo fashion aún no ha llegado. O no del todo. Gala Pin no se ve viviendo en otra parte, está enamorada del barrio y de sus gentes. Por eso trabaja en la Plataforma para Salvar la Barceloneta.
“Está muy bien que reformen los barrios, pero no a costa de la población autóctona”, afirma. Según los miembros de la Plataforma, el Ayuntamiento ha dejado que sea el capital privado el que lleve a cabo la reforma del barrio. Además, critican la conocida popularmente como la ley de los ascensores, que pretende poner elevadores en los pisos donde hay gente con problemas de movilidad, pero que, en su opinión, “beneficia a los grandes propietarios y no a los inquilinos”.
Para Gala, el turismo ha llegado a Barcelona de manera masificada, sin ninguna regulación, y advierte de que “el turismo crea puestos de trabajo, pero que todo el mundo se dedique al sector de la hostelería hace que desaparezcan otros sectores como el comercio de proximidad”. Gala sabe que la lucha de la Plataforma es complicada y dice que están cansados. “Creo que Ayuntamiento juega con esto”, sin embargo afirma que a partir de septiembre los vecinos volverán a la carga.
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