Este artículo se publicó hace 17 años.
"Es una asignatura que nos gusta, hablamos de nosotros"
"¿Quién soy yo?", preguntó Victoria Toscano, filósofa y profesora de Educación para la Ciudadanía, a sus alumnos. "Tengo 14 años. Sé perdonar. A veces soy demasiado sincera", respondió Patri, leyéndolo en su cuaderno. "Soy muy social, me gusta quedar con mis amigos. Soy amable y a veces un poco borde. Me gustaría ser de mayor bombero", agregó Unai. Los 21 alumnos de 3º de ESO del Instituto Portada Alta de Málaga recibieron ayer la tercera clase de esta asignatura. Y les gusta. "Hablamos de nosotros mismos, participamos más. Está bien", aseguró Diego a este periódico, que asistió a la lección.
La asignatura se imparte en el centro todos los jueves a las 9.15 de la mañana. No hubo protestas de padres, tan sólo había un niño que decía que su madre desconfiaba. "Hasta que vio el temario", aseveró Antonio Marfil, director del Instituto. La maestra, como la llaman sus alumnos, centrará las lecciones en los malos tratos, el acoso, la pobreza o las guerras. También hablarán de matrimonios homosexuales, pero "de pasada. Diré que hay opciones sexuales. El respeto a que alguien tenga una manera de vivir". Para evaluar la asignatura, habrá pequeños exámenes, y se valorará la participación en clase y los trabajos en grupo. "Jamás calificaré en favor o en contra de lo que me digan. Son sus opiniones", dice la profesora. "Quiero que se respeten como son".
En la clase, los alumnos se sienten cómodos. Y hablan y se escuchan unos a otros. Entre todos, dibujan un retrato de la adolescencia, al que Victoria añade palabras gruesas para que los jóvenes reflexionen. Les habla de autoestima, de responsabilidad, de personalidad, de identidad. "Mis padres dicen que para unas cosas soy muy pequeño y para otras cosas soy muy grande", afirma Unai, uno de los más participativos. "Eso es normal. Estáis en la adolescencia. Entre la niñez y la edad adulta".
"Ahora que tengo novio, me siento cambiada. He modificado las relaciones con mis padres. He ganado", afirma Sandra, de 16 años. "¿Más madura?", pregunta la profesora. "Sí, eso, más madura".
El primer día, Victoria les lanzó varias preguntas. Entre ellas: ¿Qué es la democracia? "Y no sabían contestar. Decían: lo contrario a la Dictadura y cosas así", afirma, aún sorprendida. ¿Es necesaria la asignatura? "Una hora es poco, pero contribuye a hacer chicos más tolerantes y que participen en la vida social. Y aquí todos tenemos cabida, todas las familias", remacha. En fin, una clase como las demás. Nada que ver con soflamas apocalípticas.
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