Este artículo se publicó hace 15 años.
Arte total (un reportaje en tres movimientos y dos reposos)
Primer movimiento:
El Peca sostiene que el artista de hoy es sobre todo un comunicador político. Ahora está enarbolando una pancarta enorme que dice en letras rojas: "A amar al prójimo con más disciplina y calidad". Bajo el cartel está pintado el esquema didáctico de una ametralladora. Flechita con número uno: guardamano inferior. Flechita con número dos: guardamano superior.
Se frota sus manos pecosas como si quisiera redistribuir el color. Dice que es la tercera obra conceptualista para la acción plástica callejera. Notredame sigue al fondo. Las torres mellizas no. Duda. Quizá debió poner algo referido a las invasiones preventivas, algún tipo de elogio inadmisible.
Se dirige donde Warhola y le pide consejo, pero éste sólo aconseja beber alcohol mientras hace silencio. Warhola recupera la petaca y la mete en el bolsillo de su cazadora (su cazadora fue cazada en el basurero de la esquina). Comenta con voz de líder innato que todavía tienen mucho trabajo por delante, hasta las cuatro de la tarde que es cuando empezará la performance.
Primer reposo (descripción de la primera instalación):
Instalación # 1. Óleo de un hombre con boina. Dos metros por uno. Fondo gris luminoso, como el porvenir mismo. Dibujo hiperrealista del Che que recuerda su efigie en las chapitas y en los billetes cubanos de tres pesos. Las manos del Ché han sido mal pintadas porque Warhola nunca ha sabido pintar manos. Los dedos parecen salchichas, dan ganas de salir corriendo a pedir una sartén. Mirada de virgen de Murillo o de se hace camino al andar. En la parte superior del retrato un cartel pulcro con letras muy rojas versa: "Falta poco tiempo para que el líder de la barba también sea un icono pop".
Segundo movimiento:
Llego a la Plaza Roja donde están los artistas preparando la performance junto a otros que no son tan artistas, pero que también preparan la performance. Me mezclo entre ellos mesando mi perilla imaginaria y saludando indistintamente a la manera del crítico pantera rosa. Me topo con el editor K., y enseguida me informa que está en la Plaza Roja desde muy temprano, para vivirlo todo desde dentro y luego hablar con propiedad en alguna de sus dos columnas. Tiene el pelo largo con una colilla: Sansón entre dos columnas. Yo también me pongo a merodear con mi columna encorvada por el peso de la Historia. Me topo con Warhola acompañado de otros dos a los que no conozco. Nos apartamos y recibo el salvoconducto de la petaca, entonces me empiezan a contar acerca de la próxima antibienal que están preparando. Al parecer están dispuestos a reivindicar la Academia: nada de sacos de cemento o escombros en medio de una galería o latas de sopa Campbell o gente en cueros a los ojos del primero que pase, no y no: única y exclusivamente arte neoclásico. Gente pintada como es debido. Dignatarios trajeados conversando de esto y de lo otro. Primeras y segundas damas acompañadas de galgos. Juramentos de Horacios. Altivez de Patricios. Ausencia de Plebeyos. Me dice que ellos tratan de ir más allá, implementando soluciones alternativas en la recuperación de valores éticos que se han ido contaminando bajo formas de conducta falazmente democráticas. En eso llega El Peca todo pintorreteado y vestido a la usanza stop work in progress.
Segundo reposo:
Los artistas se desparraman a reposar durante diez minutos. Yo aprovecho y me aparto para tomar unos apuntes y hacer una descripción detallada de las dos primeras instalaciones. Pienso que es imprescindible ya que va a servirme para escribir el primer reposo, que es parte de la estructura de un cuentirreportaje que estoy haciendo sobre el Arte Total. También decido describir al Peca para estirar un poco este segundo reposo.
Descripción del Peca: Un metro sesenta de estatura. Pelo muy negro rebajado en los costados y detrás, casi se le ve el cráneo, hacia arriba conserva el aspecto de una gorra de botones de hotel. Cráneo anormal, demasiado puntiagudo en la zona posterior, hacia el cerebelo. El lóbulo frontal se aprecia bastante más estrecho que el área donde se aloja el lóbulo occipital, lo cual le otorga un aspecto bastante raro a su cabeza. Entre cabeza y hombros, le resalta un poco la llamada Nuez de Adán, que no es más que un tejido donde se agrupan cuatro importantes glándulas: la epiglotis, hioides, tiroides y cricoides. Ciñe chaqueta de jeans ultrades-teñida. El pantalón es paracaidístico. Su corazón tiene dos ventrículos, uno derecho y uno izquierdo; una válvula bicúspide y otra tricúspide, un conjunto de válvulas semilunares y el septo. Además de estar conectado a un sistema de venas y arterias entre las que se destacan la precava, aorta, arteria pulmonar, etcétera.
Tercer movimiento:
Nos movemos en dirección a Warhola. Son las cuatro y media y ya se está llenando la Plaza Roja. Detrás queda Notredame. La gente hace grupos tratando de entender aquello de la performance. Warhola se va desnudando y su cuerpo es una pared de ladrillos perfectamente dibujada. En el pecho lleva un cartel que dice: "Soy una torre y estoy buscando mi alma gemela". Nadie parece entender, pero eso es lo de menos. Desde zonas remotas llegan en carretas tiradas por bueyes parejos, en quitrines, camiones y ferraris. Todos se arremolinan para no perder el sentido difuso de cada mensaje estampado en cada artista. El editor K. me guía hasta un grupo alrededor del buzón con el cuadro del Che. Al parecer se ha desatado una polémica en un vaso de agua, pues muchos ciudadanos aseguran que es lamentable que el icono pop de la barba vaya a morir algún día. ¿Qué haremos sin él? La orfandad parece apoderarse de un grupo de turistas venezolanos. Hay quien habla de momificarlo en la Plaza Roja. ¿Y qué hacemos con el otro, con el calvo? Preguntan y preguntan. Alguien propone: el calvito está pasado de moda, además, parece que se está encogiendo, lo mejor sería vendérselo al McDonald de la esquina, es lo que podríamos llamar justicia poética: el comunismo devorado literalmente por el capitalismo.
Ya la Plaza Roja está abarrotada. El editor K. y yo nos apartamos a observar el panorama como periodistas no comprometidos. La cosa está bastante seria. Hay un centenar de policías mezclándose entre los seres humanos y pidiendo documentos de identidad a diestra y siniestra. Transmiten por las radios el contenido de las instalaciones y como quien no quiere la cosa dan su toque de opinión (es bien sabido que la hermenéutica policial lo empeora todo). De pronto nos llega la noticia de que la gente de piel oscura está quemando autos por toda la ciudad. Los artistas han mostrado la autorización de la Concejalía de Cultura y del Ayuntamiento para aquella acción plástica, pero los maderos no se están tranquilos.
Coleccionistas, marchands, agentes, galeristas, compradores circunstanciales, mercachifles de toda ralea. La policía no puede contener la ola pletórica de los artistas que protestan. La policía no puede desarmar las barricadas. La policía no puede apagar los coches que queman los inmigrantes. Pero aparecen los mercaderes en el templo de la Plaza Roja. Me dice el editor K.: ¿Sabes lo que es el movimiento Browniano? Observo las partículas a la luz del sol de las seis de la tarde bajo la inclinada sombra de Notredame. Se reagrupan, se dividen, fluyen en un sentido mayoritario. Comienza la puja. Los galeristas desenvainan sus talones que no son de Aquiles. Stop. No se aceptan talones, es una norma del gremio artístico porque casi todos los artistas son indocumentados. Pero los galeristas conocen su oficio y comienzan a comprar cada obra pagando en efectivo. Y como las obras son los artistas con sus cuerpos pintados o disfrazados para la performance, los galeristas se van con sus artistas a cuesta. Furgonetas enteras abarrotadas de obras vivas.
Le digo al editor K. que ya es hora de irnos. Que atardece en todos los relojes. Mientras vamos abandonando la Plaza Roja aún puedo ver a Warhola gritando y negándose a entrar en una furgoneta. Lo veo perderse en el gentío, entre humo y metralla/ contento y desnudo/ ...matando canallas/ con su cañón de futuro. Esto último lo canta susurrando el editor K., y luego me invita a beber absenta. Pero no puedo, le digo que tengo que terminar un texto que he estado esbozando sobre el Arte Total. También le digo que él va a ser un personaje y el final será algo así como esto.
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