Este artículo se publicó hace 13 años.
Anarquismo: cien años de lucha y utopía
Julián Casanova investiga la CNT
En noviembre de 1910 la filtración progresiva de ideas anarquistas al sur de los Pirineos culminó con la creación de la Confederación Nacional del Trabajo. El sindicato surgió como una prolongación de Solidaridad Obrera con la intención de extenderse por toda España y como consecuencia directa de la violencia contra los obreros durante la Semana Trágica. El pasado mes de octubre, Julián Casanova coordinó la publicación del libro Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España (editorial Crítica), en el que nueve autores analizan mediante nueve ensayos el devenir histórico del anarquismo en nuestro país y su herencia. El libro, completado con numeroso material gráfico expuesto en Zaragoza durante casi dos meses, supone uno de los estudios más completos sobre este movimiento.
La investigación tiene como punto de partida las propias ideas que el anarquismo desarrolló. José Álvarez Junco, catedrático en la Universidad Complutense, observa "una utopía derivada de la filosofía optimista y armónica de la ilustración". En la dicotomía ideológica del anarquismo entre libertades individuales y solidaridad comunitaria en España triunfó el segundo, lo que permitió que se desarrollara un sindicalismo revolucionario, que tuvo fuerte arraigo en zonas tan diferente como la Catalunya industrial y la Andalucía rural. Este desarrollo diferenciado de una Europa, donde se difundió ese anarquismo individualista y elitista, que despreciaba a las masas, constituye la característica más peculiar para Julián Casanova, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.
Las mujeres tuvieron un papel fundamental en un movimiento que siempre mostró una sensibilidad especial hacia la igualdad entre géneros
Casanova analiza uno de los puntos más conocidos del movimiento, el anarquismo durante la Segunda República y la Guerra Civil. Durante este periodo, los líderes españoles obtuvieron uno de los mayores éxitos a nivel mundial al conseguir establecer en varios puntos de la Península Ibérica el llamado comunismo libertario. En este periodo se puso a prueba las críticas al Estado y los partidos políticos desarrolladas por la CNT. "El sindicato mantuvo relaciones tensas con la República al mantener el espíritu del anarquismo frente al proyecto reformista republicano", afirma Casanova.
Durante la Guerra Civil, siempre según la investigación recogida en el libro, los anarquistas desarrollaron un proceso revolucionario en paralelo a la defensa de la legitimidad republicana, que no tuvo nada que ver con esta. Todo eso fue posible por la pérdida del monopolio de la fuerza que tuvo el estado tras el golpe de Estado.
Otro de los puntos más llamativos del estudio es el ensayo escrito por Mary Nash, profesora de la Universidad Nacional de Irlanda, sobre la presencia de las mujeres en el movimiento anarquista español. Las mujeres tuvieron un papel central en un movimiento que contó con una mujer como una de las caras más visible, Federica Montseny. El anarquismo como movimiento heterogéneo "siempre mostró una sensibilidad especial hacia la igualdad entre hombres y mujeres, aunque envuelta siempre en una tensión entre quienes seguían defendiendo ideas misóginas y quienes pretendían avanzar por caminos de mayor libertad", resume Nash.
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