Este artículo se publicó hace 17 años.
Alonso se precipitó y no confió en la justicia divina
Fernando Alonso (McLaren-Mercedes) se precipitó el pasado sábado al arremeter contra su escudería después de la sesión de clasificación del Gran Premio de China, cuando se dio cuenta que el mundial se le escapaba de las manos, y no confió en la justicia divina que ya le había ayudado, sobre todo el pasado año.
No se sabe qué dios será el de Fernando Alonso, pero cuando se encuentra arrinconado le devuelve lo que en la tierra no le quieren dar.
El año pasado, después de lo ocurrido en Hungría, donde fue penalizado, y sobre todo en Monza, cuando todo parecía predestinado para que Michael Schumacher (Ferrari) lograra su octavo título mundial en su despedida, todos los puntos que podía haber perdido por decisiones arbitrarias le fueron devueltos en Japón.
Michael Schumacher, después de imponerse en el Gran Premio de China, disputado en condiciones muy similares a la de este año, y quedar, por tanto, por delante de Fernando Alonso, terminaba con el liderato del español en el mundial que duraba casi dos años.
Sin embargo, en Japón con el alemán dominando plácidamente la carrera, el motor de su Ferrari se iba a romper, algo que no había hecho en los últimos seis años y de golpe devolvía a Fernando Alonso al liderato del mundial, que sentenciaría quince días después en Brasil, un circuito fetiche para el asturiano aunque nunca haya ganado en él.
Este año, de nuevo las medidas arbitrarias de los jueces, la sanción de Hungría, la no sanción de Hamilton en Japón por su conducción errática tras el coche de seguridad, además de sus problemas con el equipo le han vuelto a poner a Fernando Alonso contra las cuerdas, hasta el punto de que él mismo pareció tirar la toalla.
Pero como ocurrió hace un año en Japón, la justicia divina le devolvía buena parte de lo que le habían quitado en la tierra al sufrir Lewis Hamilton una salida de pista, que le obligaba a retirarse, no sin antes intentar salir de la trampa de grava de cualquier forma, aunque esta vez, como en Nurburgring no hubo grúa salvadora.
Hamilton permaneció minuto y medio dentro del coche implorando ayuda, que no llegó ni de la tierra ni del cielo, hasta que no le quedó mas remedio que resignarse al abandono.
Ahora Fernando Alonso tiene mas posibilidades de lograr su tercer título mundial, pero si cabe, su relación con el equipo se ha deteriorado un poco más, justo antes de afrontar la prueba decisiva del Brasil.
Quizá Alonso debería haber tenido mas paciencia el sábado, seguir tragando con una situación insostenible dentro del equipo y confiar en que la justicia divina le devolviera el domingo, como así ocurrió, la posibilidad de luchar por el título.
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