Este artículo se publicó hace 9 años.
Alcaldes de izquierda para 10,6 millones de ciudadanos en 27 capitales
Las coaliciones de izquierda toman el control en los ayuntamientos de las capitales de provincia más importantes y también en la mayoría de los municipios más poblados a lo largo de todo el territorio del Estado, mientras que el PP solo aguanta en Málaga y en las capitales menos pobladas
Actualizado a
MADRID.- “Ya está aquí el cambio”. Con esta lacónica frase, acompañada de una franca sonrisa, definía a media tarde de este sábado uno de los responsables de una formación política que ha tomado el control de un importante ayuntamiento el significado de la constitución formal de los consistorios en los 8.122 municipios del Estado español tras la jornada electoral del pasado 24 de mayo. “La voluntad de los ciudadanos se ha trasladado a los ayuntamientos; ahora toca trabajar”, ha añadido a Público.
Ciertamente, el cambio político consolidado este sábado en el mapa municipal español es muy importante: las diferentes coaliciones de de izquierdas integradas por el PSOE, Izquierda Unida junto con agrupaciones electorales impulsadas por Podemos, la propia IU, partidos nacionalistas y otros movimientos sociales, se han hecho con el control de los principales ayuntamientos españoles. Una situación que hace apenas unos meses era imprevisible, al menos con esta magnitud.
Solo entre las capitales de provincia las izquierdas administrarán un total de 27 ciudades, entre ellas diez de las doce más pobladas. En conjunto, los vecinos de estos municipios suman un total de 10,6 millones. Ese dato adquiere mayor trascendencia si se tiene en cuenta que el PP tan solo ha accedido al la gobernabilidad de 18 capitales de provincia; un conjunto integrado por aquellas ciudades menos pobladas. Tan solo Málaga se encuentra entre las más populosas. En total, alrededor de 2,9 millones de ciudadanos. Menos de un tercio de la población que alcanzan los gobiernos locales de izquierdas en este segmento. Nunca antes se había producido una relación tan amplia como la actual.
Y eso que el PP se ha encontrado a lo largo de la jornada de este sábado algún “regalo” al ser proclamado alcalde su candidato en Almería cuando el concejal de Ciudadanos ha recibido la consigna de la dirección de su partido de abstenerse en lugar de dar el apoyo al candidato del PSOE, como se había pactado. En Oviedo estuvo a punto de haber también “sorpresa” para el PP pero a última hora la capital asturiana tendrá una alcaldía de izquierdas.
Junto a un panorama general con fuerte contraste de color político este sábado se han constituido gobiernos municipales que rompen de forma tajante con lo que se conocía ahora: las alcaldesas Manuela Carmena, en Madrid, y Ada Colau, en Barcelona, irrumpen con fuerza en un escenario completamente nuevo con vocación de transformar usos y costumbres, al tiempo que anuncian unas prioridades políticas desconocidas hasta el momento. Unos planteamientos que han llamado la atención más allá de las fronteras españolas.
Junto a estas dos protagonistas, que en unos pocos meses se han convertido en estrellas de la política española, aparecen protagonistas como Joan Ribó, de Compromís, como alcalde de Valencia, la tercera ciudad española en la que hasta hace unas semanas nadie podía imaginar que estaría gobernada por un nacionalista. Estos tres nombres acceden al bastón de mando gracias a los votos de los regidores del PSOE, formación que
de esta forma se cuelga de un poder municipal que perdió, globalmente, hace dos décadas y ahora alcanza nuevas y notables alcaldías en no pocas plazas que les han estado vetadas, elección tras elección, desde la década de los noventa del pasado siglo: Alicante o Valladolid, por ejemplo.
Pero los movimientos ciudadanos que han emergido de forma súbita en los comicios municipales celebrados el pasado mes no se limitan a estos nombres llamativos. Ciudades importantes como Zaragoza – con Pedro Santisteve - y A Coruña – con Martiño Noriega -, junto a la plaza de Cádiz, estarán gobernadas por alcaldes que encabezaban agrupaciones electorales impulsadas por diversos colectivos, especialmente por Podemos. En definitiva, la herencia del espíritu del 15-M. También es llamativa la alcaldía alcanzada por el candidato de Izquierda Unida en Zamora.
Sobre la constitución de estos miles de ayuntamientos se pueden realizar distintas lecturas, pero en términos de poder político cabe resaltar que la izquierda social se ha hecho con la mayoría del poder y que el PP ha sufrido un descalabro que va más allá de la lectura fría de los resultados electorales producidos el 24-M cuando fue la formación política que recibió mayor número de votos.
Para hacer posible el avance de las izquierdas se han producido situaciones significativas, aunque en algunos lugares la experiencia ha acabado en fracaso. Una de las más significativas se ha producido en Lugo donde el candidato “eterno” del PSOE, que ya era alcalde, Xosé Clemente Orozco, tuvo que retirar su candidatura “in extremis” para posibilitar el voto de otras fuerzas de izquierda a otro candidato socialista. Orozco está implicado en el caso “Pokemon”.
No ha sido la única “renuncia”. En el PP también se ha dado el caso de Elena Nevado, la candidata conservadora a la alcaldía de Cáceres, que ha tenido que dejar su acta de senadora para cumplir la exigencia de Ciudadanos y recibir sus votos imprescindibles para alcanzar la alcaldía. Esas situaciones dan idea de la complejidad de las negociaciones y del nuevo escenario sobre el que se están conformando las coaliciones o los apoyos externos para este nuevo mandato municipal para los próximos cuatro años.
A parte de perder las plazas más significativas – Madrid, Valencia o Sevilla, entre muchas otras – el PP ha quedado reducido a una situación extremadamente débil en territorios en los que hasta hace unas semanas era omnipresente. Una situación que se agravará en las próximas semanas cuando se formalicen los nuevos gobiernos autonómicos que generarán también un cambio
Radical respecto a la legislatura autonómica anterior.
Para hacerse una idea, por ejemplo en la Comunitat Valenciana. Este ha sido uno de los bastiones inexpugnables del PP desde 1995 en el que la formación conservadora ha perdido prácticamente todo el poder municipal en las principales ciudades y cabeceras de comarca. Pasa a la oposición en Valencia, Alicante, Castellón, Elx, Sagunt, Gandía, Torrent, Alzira, Xàtiva, Torrevieja, Sant Vicent del Raspeig, Dènia, Elda y Oliva, entre algunas de las más conocidas. Tan solo ha “recuperado” Benidorm y Orihuela, pero en situación de precaria minoría. Además, da por perdida la Diputación de Valencia y está en disputa la de Alicante. Y todo eso de sopetón después de 20 años en el poder.
No es el único territorio en el que el PP ha retrocedido dos décadas o más en el ejercicio del poder municipal. Galicia también ha sido otro territorio en el que el batacazo ha sido importante y donde pese a que ha recuperado Ourense ha perdido plazas significativas como A Coruña o Santiago. También en Aragón o Baleares, comunidad en la que apenas gobernará en municipios menores. Todos los centros turísticos de referencia han sido tomados por las izquierdas.
El retroceso municipal en Andalucía también ha sido importante y solo la “ayuda” in extremis de Ciudadanos en Almería ha maquillado sus pérdidas. O en el llamado antiguamente “cinturón rojo” de Madrid en el que los socialistas, con apoyo de otras fuerzas de izquierdas, han recuperado la alcaldía de localidades como Móstoles, Alcalá de Henares o Leganés, entre otras.
El recuento de las pérdidas del PP se hace interminable y prueba de ello es la reacción que este mismo sábado han trasmitido el responsable nacional del PP de política municipal y autonómica, Javier Arenas, y el portavoz de la formación conservadora, Carlos Floriano. Al alimón, tras constituirse los ayuntamientos, han acusado al PSOE de apostar por “el radicalismo” y pretender se “líderes de la izquierda en lugar de alternativa moderada al Gobierno de España”. Unas palabras que no merecen mayor explicación.
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