Este artículo se publicó hace 17 años.
Agua turbia
Los ecologistas aragoneses cuestionan las obras ligadas a la Expo de Zaragoza, creen que no se está respetando el delicado equilibrio del Ebro.
La mujer del César no sólo tiene que ser honrada sino también parecerlo. La Exposición Internacional de Zaragoza que se celebrará en verano de 2008 se promete un acontecimiento brillante que colocará a la ciudad en el mapa con un lema claro y potente, Agua y Desarrollo Sostenible. Así, la Expo funda su atractivo en el Ebro, el padre de Aragón que abraza su recinto, al Este de la capital. Pero no todos ven con buenos ojos el frenesí de obras que tiene a Zaragoza patas arriba para llegar a tiempo -la Expo debe abrir el 14 de junio, de hoy en ocho meses- porque, "no se está respetando el río".
La huella más evidente que la Expo dejará en Zaragoza será la reforma de las riberas del Ebro para "hacer que la ciudad vuelva a mirarse en el río", como dice con orgullo Juan Alberto Belloch, su alcalde. El socialista ve en la Expo un trampolín al modo que Barcelona mudó de piel con los Juegos de 1992 y su recuperación del litoral. Esa vuelta del calcetín del Ebro lo dejará irreconocible.
Un azud de 3,75 metros de altura construido curso abajo creará una lámina de agua en los tres kilómetros que van del Pilar al Meandro de Ranillas, donde están la Expo y sus parques adyacentes.
Lo nunca visto en Zaragoza será posible gracias a esta esclusa de 33 millones de euros: ¡los barcos navegarán en verano por el Ebro! La obra es un claro desafío al estiaje del río que ciertos años se puede atravesar a pie. Pero, pese al azud, el Ebro se tendrá que dragar para que lo surquen barcos con turistas hacia la Expo. Además, las riberas del Ebro se levantan para su reforma y los árboles caen en varios puntos.
El río será encorsetado, claman los ecologistas, con efectos colaterales indeseables.
Fernando Jimeno, teniente alcalde de Zaragoza asegura que, pese a que el dragado se cortó antes de tiempo por las protestas, "la limpieza general del cauce es necesaria". Anuncia que se despejará a fondo el cauce, "una demanda de los barrios que se pueden inundar", porque el Ebro "ha aumentado su fondo en un metro". Jimeno apunta que "habrá miles de árboles más tras la Expo" y que "no se cortará ningún árbol de porte".
El Puente de Piedra, razón de ser de la Zaragoza antigua (único paso de fábrica entre Logroño y Tortosa hasta el XIX) también podría sufrir para que pasen las barcas. Su calado es mayor que la altura de agua que conseguirá el azud por lo que se ha excavado el lecho del puente. Una portavoz de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón asegura que se está estudiando lo encontrado en el puente y que "un arqueólogo vigila las obras".
Coordinadora de Afectados
Un grupo de ciudadanos y asociaciones ecologistas preocupados por el estado del Ebro y su patrimonio cultural señala la "incoherencia" de que un acontecimiento que pretende situar la ciudad como el centro mundial del agua no sea más amable con su seña de identidad hecha precisamente de ese elemento.
La Coordinadora de Afectados por la Expo reúne a 16 asociaciones que piden un final mejorado "a tanto desaguisado", afirma José Luis Martínez, de Ecologistas en Acción y Aragón No Se Vende.
Algunos en Zaragoza, ilusionados con la Expo a rabiar (el evento cuenta con 33.452 simpatizantes y 3.372 voluntarios formados en una ciudad de 650.000 habitantes), tildan de "ecovagos" y "ecoguarros" a los verdes que en agosto se encadenaron a los árboles de las riberas para evitar que los cortaran. Los ecologistas llamaban así la atención sobre las "agresiones que sufre el río". La primera de ellas, "la extracción de 50.000 metros cúbicos de grava río arriba, para su uso en los trabajos que tienen levantada Zaragoza", apunta Martínez.
El temible mejillón cebra
En cuanto al azud, y ante su terminación, la Coordinadora pide al Ayuntamiento que evite problemas mayores por remansar el Ebro. Como la probable aparición del mejillón cebra. El bivalvo es una especie foránea que trae a todos de cabeza desde que se estableció en el río en los 90. Pequeño e incomestible, el bicho forma colonias muy pobladas, lo que obliga a una limpieza continua.
Al invasor le gusta el agua estancada por lo que se teme que un Ebro convertido en alberca sea ideal para él. El azud "garantiza la proliferación del mejillón", zanja Martínez.
Jimeno replica que el azud "es obligatorio, porque se contempla en el Plan de urbanismo". Ve mayor peligro que críe el cebra en las tomas de agua que en el cauce en sí.
Esta plaga puede también poner en jaque a otra especie autóctona del Ebro, según los ecologistas. Se trata de una almeja grande de bonito nombre, la margaritona (Margaritifera auricularia). Fue descubierta en 1996 en el río del que se creía extinguida y un proyecto del programa Life de la UE para su conservación, dotado con 800.000 euros, finaliza este año, justo cuando se inaugura el azud.
El "todo vale" que se ha permitido en el Ebro por la Expo, según denuncia el presidente de la Asociación Naturalista y Ecologista de Aragón, Jesús Maestro, podría abrir un conflicto entre aragoneses. "Pedimos a los pueblos de los Pirineos que se comporten con sus ríos, que son santuarios, pero hoy intervenimos en el Ebro como si fuera una calle más de Zaragoza", destaca. Cristina Monge, de la Fundación Ecología y Desarrollo, abunda en la idea: "Esto es un grave precedente para todos, como en los viejos agravios entre fatos [tontos, paletos] y almendrones [señoritos de ciudad, engreídos]".
Algunos vecinos temen también el debilitamiento de los cimientos de los edificios de las orillas con la elevación de las aguas. Javier Martínez Gil, catedrático de Hidrología de la Universidad de Zaragoza lo explica: "El aparcamiento del Pilar se inunda con la crecida porque al subir las aguas asciende además el nivel freático y la franja capilar, esa capa que absorbe el líquido hacia arriba como un azucarillo cuando roza un café. A ver qué pasa cuando el azud haga estable esta situación...".
El estudio de impacto ambiental del azud (junio de 2005) recoge la inquietud de varias instituciones sobre posibles afecciones a sótanos y cimientos.
La profesora de Historia del Arte Belén Boloqui, presidenta de la Asociación para la Defensa del Patrimonio Aragonés también se preocupa por la suerte que pueda correr el Pilar y su siempre problemática cimentación. Teodoro Ríos, su arquitecto-conservador, asegura no compartir su inquietud por la basílica.
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