Este artículo se publicó hace 13 años.
Acoso sexual en el Registro de la Propiedad
El Juzgado de lo Penal 2 de Albacete celebró ayer la vista oral del juicio contra quien fuera sustituto del Registro de la Propiedad nº 3 de la ciudad, Julio Tornero, acusado de acoso sexual por una empleada del mismo, Rosario Sevilla, ambos de edad próxima a los sesenta años. No se recuerda que esta institución se haya visto salpicada nunca por escándalos de este tipo.
Los hechos ocurrieron, según el fiscal, en el citado Registro albaceteño, donde prestaba sus servicios el acusado como número dos “en su condición de jefe de personal”. Tanto el fiscal como la acusación particular mantuvieron que el acusado acosó sexualmente a la presunta víctima desde 1986 hasta que ésta tuvo que abandonar su empleo, hace aproximadamente cinco años como consecuencia de una invalidez laboral permanente causada por los hechos juzgados.
En los cargos se señala que el imputado hizo a su subordinada “objeto de un trato humillante y vejatorio frente a sus compañeros, tratando de desacreditarla profesionalmente y haciéndole proposiciones sexuales”. Al ser rechazadas éstas por la víctima, el acusado recrudeció su trato despectivo y la amenazó con hacerle perder su trabajo, al margen de enviarle notas obscenas “aprovechando las ocasiones que se presentaban para rozarse”. Durante años, por miedo a la pérdida del empleo y por un sentimiento de vergüenza, la víctima ocultó los hechos.
Tras el suicidio de una compañera de trabajo, Rosario Sevilla quiso acudir a velar el cadáver de su amiga en horario laboral, a lo que el acusado, presuntamente, se negó alegando su condición de jefe. Tras un forcejeo, ella se ausentó del trabajo para acudir al tanatorio. A partir de ahí se le abrió un expediente, que no prosperó, para intentar su despido. Fue entonces cuando aparecieron las notas manuscritas del presunto acosador con propuestas soeces y petición de citas a la víctima con fines sexuales. Los psiquiatras indicaron a la víctima que un paso ineludible para su posible recuperación era que denunciara los hechos en los tribunales. Así lo hizo.
Pero no fue fácil encontrar abogado en una pequeña ciudad de provincias contra un sustituto del registrador. Finalmente, Rosario Sevilla pudo contratar los servicios de Gonzalo Sáiz en la cercana localidad de Hellín.
Declaraciones contradictorias
Mientras duró la instrucción del caso, el acusado realizó hasta tres declaraciones contradictorias en las que pasó de negarlo todo a admitir implícitamente hechos como el envío de notas en las que le pedía contactos sexuales. “Algo normal entre amantes”, declaró Julio Tornero.
La pena que pide la fiscalía para el acusado es casi coincidente con la del abogado de la víctima: doce meses de prisión, multa e indemnización por responsabilidad civil, unos 170.000 euros aproximadamente. Por su parte, la defensa pidió la absolución basándose en la existencia de una prolongada relación de amantes, tratándose pues de actos consentidos por ambas partes.
Entre sollozos, la víctima declaró que ha sufrido acoso sexual desde hace más de 25 años, recibiendo continuas notas de su superior, “guarrerías como ‘me podrías mamar la polla’ y cosas así”. Contó que fue objeto de constantes tocamientos y se vio obligada a ver cómo el acusado eyaculaba en las paredes de la oficina cuando no había nadie más presente. “En una ocasión me vi forzada a recibir su semen en la boca y tenerlo que escupir luego en un pañuelo. Según declaró, el acusado llegó a decirle que él era el verdadero padre de su tercera hija, por lo que se sometió a una prueba de paternidad que desmintió tal cosa. Acusó asimismo al registrador, José María López Galiacho, de desoír sus quejas tachándola de paranoica.
A la víctima se le declaró posteriormente una invalidez laboral permanente por evaluación psiquiátrica y fueron los propios facultativos quienes le recomendaron que denunciara los hechos si quería mejorar algo en su estado de salud, un trastorno adaptativo permanente. “Al dejar mi trabajo por prescripción médica y dado nuestro sistema retributivo de participación en beneficios –dijo Rosario Sevilla en el juicio-, el sustituto pasó a quedarse con una buena parte de lo que yo ganaba al mes”.
Otro testigo, José Luis Sánchez, antiguo trabajador del Registro, apoyó por completo las declaraciones de la víctima y añadió: “No me consta una relación sentimental entre ellos, que veo muy difícil; en el Registro, si querías sobrevivir, tenías que tener un carácter muy fuerte, y ella lo tenía, hasta que se hundió. Yo me fui. Si seguía allí sólo tenía una alternativa: tirarme por la ventana o pegarme dos tiros. Por supuesto que Julio la despreciaba en público, a ella especialmente y a las mujeres en general”.
En un tono similar se expresó Emilio Bermejo, viudo de la empleada del Registro que se suicidó: “Mi mujer sentía miedo en aquel ambiente, y ello minó su estabilidad psíquica. Estuvo en tratamiento psicológico por mobbing y, luego, todo acabó como acabó. Por supuesto me contó lo de las notas obscenas y todo aquello".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.