Los manifestantes que se oponen al gobierno tailandés terminaron el martes con sus tres semanas de asedio a la oficina del primer ministro, retirándose de una confrontación que ha despertado los temores a que el regreso de la inestabilidad pueda dañar aún más la economía del país.
"Tenemos que parar porque necesitamos proteger las vidas de nuestros partidarios", dijo Jatuporn Prompan, uno de los líderes de la protestas, leales al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, que aún cuenta con una amplia lealtad en las zonas pobres rurales.
Los manifestantes, ataviados con camisas rojas, llevan tres semanas acampados frente al edificio. El lunes estalló la violencia en Bangkok, con dos personas muertas y más 100 heridas. Un final pacífico de las protestas reforzaría al primer ministro, Abhisit Vejjajiva, y reafirmaría parcialmente a los inversores temerosos del riesgo político de Tailandia.
Las agencias de valores han señalado que si los disturbios continúan, la inversión nacional y extranjera podría sufrir duramente. Además, la violencia también ha dañado al vital sector turístico del país.
El coronel Sansern Kaewkamnerd, portavoz del Ejército, dijo por televisión que las autoridades estimaban que había unas 2.000 personas frente a la Casa de Gobierno.
Sin embargo, los "camisas rojas" han prometido volver.
"Esto no es el final. Volveremos. nuestros líderes se reunirán después de Songkran para discutir nuestro próximo movimiento", dijo a Reuters uno de los líderes de las protestas, Narrawut Saikuar.
UN MOMENTO DE "ACTUAR O MORIR"
El lunes se produjeron violentos choques en un gran cruce de la capital, en el que los manifestantes habían construido barricadas y que el Ejército despejó con reiteradas cargas y disparando.
Un humo negro se elevaba sobre la ciudad, donde viven 12 millones de personas, después de que los manifestantes prendieran fuego a varios autobuses para bloquear al Ejército. También se inició un incendio en un edificio del Gobierno.
Abhisit, que declaró el estado de emergencia en Bangkok el domingo, dijo a Reuters que se trataba de un momento de "actuar o morir" para la autoridad y que no negociará con Thaksin.
Los mercados financieros permanecían cerrados por los tres días de vacaciones del Año Nuevo tailandés y abrirán el jueves. Las vacaciones suponen que las calles de Bangkok, normalmente abarrotadas, estaban tranquilas esta semana.
También el resto del país estuvo tranquilo, y Sansern señaló que el lunes sólo se registraron otros dos incidentes fuera de Bangkok, en los que varios "camisas rojas" intentaron detener las emisiones de un canal de televisión estatal.
La crisis política enfrenta a los monárquicos, el Ejército y la clase media urbana contra los pobres de las zonas rurales, leales a Thaksin.
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