Este artículo se publicó hace 14 años.
Abrocharse los cinturones
La caída de la tasa nominal de paro (no desestacionalizado) desde el 20,09% en el segundo trimestre al 19,79% en el tercero, primera desde mediados de 2007, empieza a anticipar que nos vamos acercando al final de la gran destrucción de empleo impulsada por la depresión de la economía española. Tanta presunción de que se ha evitado una Gran Depresión estilo años treinta del siglo pasado palidece cuando se advierte que ya hay varias autonomías por encima del 24,9%, el máximo que marcó la tasa de paro en Estados Unidos en 1933.
Pero precisamente aquellos factores estacionales del sector servicios durante los meses de verano van a ser descontados por una EPA que va a ser mala en el cuarto trimestre. Y como prólogo, las cifras de paro registrado en los tres últimos meses del año. El PIB del tercer trimestre que el INE anticipará el 11 de noviembre y que el Banco de España adelantará días antes, por otra parte, consagran el estancamiento.
En otros términos, aunque nos acercamos a la última fase destructiva de empleo, no se avizora la reconstrucción. Un punto de inflexión es aquel en el que cambia una tendencia. La EPA del tercer trimestre, pues, no proyecta ese cambio de tendencia, por lo que mal puede ser el punto de inflexión.
Si el flamante ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, ha podido estrenarse con la caída de la tasa nominal de paro por debajo del 20%, el dato de paro registrado de octubre puede ser uno de los peores del año. En octubre de 2008, se elevó en 192.658 personas; en octubre de 2009, en 98.806, y en octubre de 2010, ¿a cuánto puede llegar? Quizá por debajo de octubre de 2009, pero eso no sería consuelo. En lo que va de año, el peor dato de los cinco meses en los que el paro registrado subió tuvo lugar en enero, (124.890 parados más), seguido de febrero (82.132).
Pero hay que abrocharse también los cinturones para ver el doble espectáculo en EEUU, donde un día después de laselecciones legislativas de maña-na, la Reserva Federal (Fed) anunciará un nuevo chute, o macro inyección de liquidez, dirigido a rebajar más los tipos de interés a largo plazo con el nada disimulado objetivo de dar euforia a los mercados bursátiles para que el "efecto riqueza" estimule el consumo privado.
Pese a lo que parece ser una cada vez más evidente trampa de liquidez en la que está metida la economía norteamericana (cuando familias y empresas, aun con tipos de interés en niveles muy bajos, próximos a cero, no se endeudan porque, como diría el economista Richard Koo, su objetivo no es maximizar beneficios sino reducir deuda), Ben Bernanke, presidente de la Fed, está convencido de que si Milton Friedman viviese haría precisamente eso. Porque para Friedman, la Gran Depresión fue resultado de un error de la Fed de aquella época.
En 2002, al conmemorarse el 90 cumpleaños de Friedman, Bernanke representó a la Fed en el homenaje. Ante el Premio Nobel y ante Anna Schwartz, coautora con Friedman del libro Historia monetaria de Estados Unidos, Bernanke dijo: "Me gustaría decirles a Milton y a Anna en relación a la Gran Depresión: habéis tenido razón. Lo sentimos mucho. Pero gracias a vosotros no lo volveremos a hacer".
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