'Nunca ha habido ningún riesgo de ruptura'. Miembros del PSOE y el PSC insisten en que ni el debate soberanista en Catalunya, ni la división en el seno de los socialistas catalanes, y ni siquiera la apuesta por el derecho a decidir plasmada por estos últimos en su programa electoral para el 25-N han dañado un ápice la relación entre los dos partidos, que este año cumple su 35 aniversario. 'Son bastante peores las relaciones entre Convergència y Unió, que las que existen entre los socialistas', recalcan con sorna fuentes del partido catalán.
El apoyo a una consulta que puso blanco sobre negro el partido que dirige Navarro sí provocó una importante contestación interna en su partido hermano, el PSOE. El asunto trató de encauzarse este mismo sábado durante la reunión del Comité Federal del partido en Madrid. Y la cita se saldó con un acuerdo de diálogo entre ambas fuerzas políticas en la búsqueda de una postura común sobre el derecho a decidir, si bien el líder de los socialistas españoles, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya dejó claro que su partido nunca apoyará que 'una parte decida sobre el todo'.
Pero la reunión del máximo órgano de decisión de los socialistas entre congresos sí permitió reconciliar los discursos de los partidos socios respecto al debate territorial, en torno al federalismo. 'Tenemos una excelente relación y mantenemos un diálogo muy fluido y permanente', explica el secretario de Organización del PSOE, Óscar López. Por eso celebra que al margen del debate sobre el derecho a decidir haya 'una propuesta federalista que defienda para Catalunya una posición socialista'. Se refiere al planteamiento de reforma de la Constitución que salió del Comité Federal.
Ambos partidos llevan unidos desde hace 35 años, en concreto, desde que en 1978 naciera el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) de la alianza entre el Partido Socialista de Catalunya- Congrés la Federació Socialista Catalana del PSOE, y el Partido Socialista de Catalunya- Reagrupament. Nada más ser inscrito en el registro, en octubre de ese año, el PSC selló el llamado Protocolo de Unidad con el PSOE para articular su relación.
Este documento establece que la formación de los socialistas catalanes es soberana en la política catalana, si bien deberá coordinarse con el resto de federaciones del Estado para hacer una política común en España. El protocolo recoge también la participación de los miembros del PSC en los órganos de dirección del PSOE como la Ejecutiva o el Comité Federal. Y asimismo, contempla la posibilidad de que en el Congreso y en el Senado sus diputados y senadores puedan construir un grupo parlamentario propio. Los socialistas catalanes llevan años utilizando este privilegio en el Senado, donde conforman el Grupo de la Entesa Pel Progrés de Catalunya junto a ICV.
También lo utilizaron en la Cámara Baja entre 1977 y 1981, si bien desde entonces comparten grupo con el resto de socialistas. Precisamente allí, en el Congreso, existe un procedimiento interno que regula la relación entre ambas formaciones, y que está en proceso de revisión por el deseo expreso de los socialistas catalanes de tener independencia de voto en las cuestiones que tengan que ver con Catalunya. Fuentes del PSC han explicado a este diario que esas negociaciones que lidera Antonio Balmón, por la parte catalana, y la número dos del PSOE, Elena Valenciano, por la española, están 'muy avanzadas' y próximas a un acuerdo.
A lo largo de estas tres décadas se han reproducido diferentes rifirrafes entre las dos formaciones. Surgieron en el debate de la Ley de Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA) en 1981, durante las diferentes negociaciones sobre el modelo de financiación, o por la defensa del Estatut cuando el Tribunal Constitucional estaba a punto de dictar sentencia al respecto, en 2010.
Pero quizás el momento en el que más cerca estuvo el divorcio entre ambas fuerzas fue 2004, cuando el PSC de Pasqual Maragall lideraba un tripartito con ERC e ICV, una alianza que gobernó la Generalitat de Catalunya hasta 2010. Entonces, la salida a la luz de la reunión secreta del que era consejero primero de la Generalitat y uno de los líderes republicanos del momento, Josep Lluis Carod Rovira, con ETA, hizo tambalear los cimientos que unieron a socialistas catalanes y españoles.
La decisión de Maragall de mantener a Carod como vicepresidente causó un fuerte rechazo en la dirección de los socialistas de entonces, que estaban encabezados por el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. La situación llegó a ser tan insostenible que como según reconoció uno de los que integraba esa Ejecutiva 'como método de trabajo, y no porque hubiera una amenaza directa de romper el protocolo con el PSC, se valoró la posibilidad de presentar listas del PSOE en Catalunya', lo que nunca jamás se ha puesto en práctica.
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