¿Cómo ha evolucionado el periodismo de tendencias en España?
PEDRO CALLEJA: Se ha ido dejando de lado la opinión, el comentario personal y la literatura periodística de combate. Ahora la tendencia la marca el mercado o el número de visitas en YouTube. Los temas culturales interesantes duran un cuarto de hora.
PATRICIA GOSÁLVEZ: Los fanzines ahora se llaman webzines y la gente sigue sin cobrar... ¡Ahora también en la prensa generalista!
KINO VERDÚ: Creo que antes, en un ataque de ingenuidad, creíamos en las tendencias. Al menos intentábamos extraerle un significado social o cultural: qué había detrás de esos fenómenos.
Ahora, en un ataque de descreimiento absoluto, no creo en las tendencias: no son más que imposiciones de las marcas, de la publicidad. ¿Todas las semanas hay nuevas tendencias? Que lo hagan internet y los bloggers, que viven de eso, bueno, pero la prensa escrita...
ELENA CABRERA: Viví la eclosión del periodismo de tendencias en los años noventa desde el soleado y sonriente mundo de las revistas gratuitas. Allí era donde estaba el dinero, porque marcas como Adidas o Levi's estaban dispuestas a meter mucha publicidad en cualquier revista que sacara su ropa en editoriales de moda, realizados por nuevos fotógrafos, donde salieran chicos y chicas con pinta moderna. Los redactores estábamos ahí para ganar poco o nada, a diferencia de los fotógrafos. La idea era crear un producto que pudiera sostener bien los editoriales de moda y los encartes publicitarios; portadas que hicieran sentirse orgullosos a los anunciantes de las contraportadas. Llegó la crisis de la publicidad y los anunciantes retiraron las inversiones de las revistas gratuitas de tendencias, donde las páginas de publicidad eran más caras que en las de quiosco.
Se acabó el negocio, pero ese estilo cool, fresco, de ir de sobrao, inventarse palabras, pensar que unos zapatos te cambian la vida, abusar del yo, creer en el consumo por encima de la cultura, hacer streets y fotos en fiestas, aceptar los regalos de las marcas, hablar de tribus urbanas, del sube y baja, del in y el out y poner estrellitas para calificar los libros, los discos y las películas... toda esa herencia es el poso que, acabada la fiesta, se ha quedado impregnado en el oficio de los redactores.
JUAN LUIS GALLEGO: Hacia la simplificación. Es decir, los contenidos son cada vez más simples. Los medios se miran en el espejo de la competencia y, entre unos y otros, hay una especie de acuerdo tácito para no arriesgar y no innovar. El periodismo de tendencias tiene muchas más aristas –o podría tenerlas– de las que los medios reflejan. Probablemente, también la escasez de recursos debido a la crisis tenga algo que ver con ello.
ANABEL VÁZQUEZ: Hay sobreinformación clara. Existen recursos sencillos y las tendencias son algo que afectan a todos. La clave está en si este contenido simplemente vuela de un soporte a otro –o de un medio a otro– o si existe un trabajo de filtro y digestión por parte del periodista. Eso marca la diferencia.
JORDI COSTA: No he hecho nunca periodismo de tendencias. Lo mío es el periodismo cultural. De hecho, viví el momento en que nació ese formato terrible –la revista de tendencias– que fue todo un campo de pruebas para la expansión del lenguaje publicitario.
Y no sólo para eso: también sirvió para que el joven aspirante a periodista aprendiera a trabajar gratis o a cambio de retribuciones situadas muy por debajo del precio de mercado. El precio de mercado, de hecho, ya no existe: se ha sustituido por una sistemática aplicación de recortes a plazo variable.
MARTA PEIRANO: Veo que aquí se ha copiado mal lo peor de las independientes británicas, revistas como I+D (de los años ochenta) o Dazed & Confused (de los noventa). Con todas sus modelos semidesnudas y sus especiales punk, son profundamente conservadoras, tanto o más que Fortune o la página de estilo del New York Times, pero mucho menos interesantes porque no son más que pasarela de producto, sin más contenido que el catálogo del Ikea.
LUIS LANDEIRA: Cuando el periodismo de tendencias daba sus primeros pasos, era algo nuevo y lleno de posibilidades. Pero, con el paso del tiempo, se ha vuelto aburrido y previsible: sota, caballo y rey. El 90% de las publicaciones vienen a ser catálogos de productos innecesarios salteados con reportajes intrascendentes.
MÓNICA ESCUDERO: Muchos de los que hace diez o doce años militábamos en medios más tendenciosos, como Xavi Sancho o Miqui Otero, hemos ido evolucionando de una manera natural hacia un periodismo más cultural. Es decir, menos preocupados por si lo último en Londres era comer pez globo mientras alguien leía a Balzac del revés y con los calzoncillos por fuera; o por si en Nueva York salían de fiesta en pijama (verídico, por cierto). Nos hemos hecho –un poco más– mayores y nos hemos liberado del yugo de lo moderno.
RUBÉN LARDÍN: De ninguna de las maneras. El cambio más significativo es su traspaso a internet, que es una plataforma que se frecuenta mucho pero se lee poco. La obsesión por los clics, que no contabilizan más que nuestra conducta espasmódica como usuarios, permiten encartar ahora algunos caprichos que el papel no toleraba.
DAVID SAAVEDRA: Fundamentalmente, veo que muchas publicaciones han desaparecido. Parece que la crisis ha terminado también con la burbuja de las tendencias. Por cierto, ¿qué fue de Jordi Labanda?
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PEDRO CALLEJA: Se está practicando un periodismo publicitario. Los contenidos se eligen con criterios interneteros: lo que más llame la atención en la red es interesante, el resto no existe. Los periodistas con talento, estilo y ganas de escribir están siendo sustituidos por community managers y/o becarios.
PATRICIA GOSÁLVEZ: Centrándome en el periodismo publicitario: en el Cuore tienen una sección que me fascina titulada algo así como Esta semana nos ha sobornado... En ella aparecen los periodistas con los productos que les llegan gratis a la redacción: de bikinis a aspiradores, de bolsas de patatas fritas a bolsos de cuero de marca. Me encanta como ejercicio de transparencia. Mataría por ver algo parecido en una revista fina.
KINO VERDÚ: Me gustaría que la prensa dedicara más espacio a temas de internacional, sociedad, cultura (pero no de forma aburrida y ladrillo, por favor) y local. El resto lo eliminaría (un poco de prima de riesgo para deprimirnos y ya está). Evidentemente, no hay espacio para los temas de interés, así que para leer lo mismo en la prensa escrita que en internet y de la misma manera, pues recurro a internet.
En cuanto a los criterios, varía mucho según la periodicidad de los medios, pero en mi experiencia (hablo sobre todo de revistas y suplementos semanales y mensuales) ahora están elegidos por la publicidad en un tanto por ciento muy alto, cada vez más: en la primera reunión de contenidos (y sucesivas) se mira qué marcas se van a anunciar y a partir de ahí se configuran los contenidos (y se inventan tendencias a gusto del anunciante).
Puedes hacer unos reportajes magníficos, pero si un anunciante decide irse de tu medio, tu vida laboral peligra y todo lo que has hecho y haces no sirve para nada. ¿La culpa? Imagino que, desde que los medios están en manos de directores de marketing y de gestores ajenos al negocio editorial, la presión publicitaria es cada vez más fuerte.
ELENA CABRERA: Existen lugares como el suplemento Cultura|s de La Vanguardia, existe Diagonal y Números Rojos, existe Rebelión y Jot Down, existía el diario Público. Y, a pesar de todo, no existe el medio que yo necesito leer.
Los contenidos se eligen en términos de agenda (evento, salida al mercado de un producto cultural y efeméride), combinados con criterios de popularidad u oportunidad. La oportunidad consiste en dar algo poco popular pero extravagante, curioso o con posibilidades de ser popular en un futuro. Estos criterios conducen, evidentemente, al periodismo-marketing, que es algo que le viene muy bien al mercado y a la industria, pero muy mal a los cerebros.
JUAN LUIS GALLEGO: Sí, sí hay espacio para esos temas de interés. El debate permanente en los medios de tendencias es precisamente ese: ¿cómo tratarlos de una forma diferenciada a la del resto de medios sin alejarse de la esencia de la publicación? ¿Debe una revista de tendencias incluir, por ejemplo, reportajes de actualidad política o damos por hecho que quien se acerca a esta revista no es eso lo que busca en ella? Esos temas deben tener cabida, aunque el reto es presentarlos de una forma diferenciada y coherente con el resto de contenidos.
Respecto al periodismo publicitario, creo que es una servidumbre asumible. Es decir, las páginas de publicidad junto a las páginas redaccionales suman, como mucho, un tercio de la revista. Pero, por un lado, creo que pueden llegar a formar parte de la propia esencia de la revista y, por otro, queda mucho espacio para hacer buen periodismo.
ANABEL VÁZQUEZ: Los contenidos los elijo yo y sólo yo. Si escribo para una cabecera la tengo presente de manera intuitiva, pero soy la responsable de lo que escribo. Eso es un lujo. Hay, literalmente, un problema de espacio, pero más en papel que en internet. A mí me gusta leer reportajes muy largos con pocas y buenas imágenes. No los encuentro con frecuencia y tampoco los escribo. Y sí, se corre el riesgo de practicar un periodismo publicitario. Es un riesgo goloso y cómodo.
MARTA PEIRANO: El periodismo de tendencias es, casi por definición, periodismo publicitario. Más lo será en España, donde prácticamente todo el periodismo es publicitario (de producto, de partido, de agenda institucional).
LUIS LANDEIRA: En la prensa de tendencias siempre ha habido dos criterios fundamentales: lo que pide el público y lo que exige el anunciante. Y, como es lógico y normal, a medida que desciende el número de lectores, los anunciantes ganan espacio... pagando tarifas más bajas. A pesar de todo, todavía es posible colar algún tema interesante (aunque sea usando un calzador publicitario).
RUBÉN LARDÍN: Tengo que reconocer que los temas de mi interés suelen ser temas de poco interés general y, a menudo, son de mi interés precisamente por eso. Como lector nunca los he buscado en la prensa generalista; como profesional intento meter goles y darme gusto a las letras. A veces me lo permiten y sé que siempre habrá un lector en alguna parte, uno ilustrado y esbelto, que me lo agradecerá en silencio.
Los contenidos se eligen con criterios de interés económico, que son de servidumbre a la moda, de arrimarse al sol que más caliente para sacarle al asunto las cuatro perras que se puedan. A la moda se la llama mucho actualidad aunque ni siquiera es más que síntoma, bálsamo efímero y pereza mental crónica.
¿Si se corre el riesgo de practicar un periodismo publicitario? Ocurre todo el tiempo, y además se hace muy conscientemente. La prensa necesita esa coartada de actualidad que la lleva a hablar de lo último por el mero hecho de serlo, así capta la atención del personal, le hace sentir parte y le desliza más fácilmente las instrucciones de conducta y opinión que nos hacen más rentables.
DAVID SAAVEDRA: El espacio es escaso y muy residual. Dependiendo de la publicación, los criterios con los que me encuentro son muy dispares. Pero, en general, veo que el publicitario predomina, además de los intereses del grupo empresarial que te encarga el trabajo. Una cosa que percibo es que en el avance hacia el periodismo digital se está cayendo en un 'efecto audiencia' similar al de las televisiones.
Esto es: hay que buscar noticias que tengan muchas visitas, de ahí que se tienda más al amarillismo o a noticias más o menos insólitas que muchas veces ni siquiera se comprueban si son ciertas. Como definió alguien recientemente, vamos hacia el periodismo de trending topic. Y, por otro lado, las noticias verdaderas y las falsas cada vez se confunden más. El Mundo Today a veces parece más real que lo que publican los medios serios.
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PEDRO CALLEJA: Cada vez escribo menos en prensa porque: uno, cada vez se paga menos por escribir en prensa. Dos, el periodismo de tendencias se ha frivolizado hasta la caricatura. Y tres, los suplementos de cultura y tendencias se han convertido en un escaparate de curiosidades.
PATRICIA GOSÁLVEZ: Negro es el nuevo negro. Pero seguiremos adelante.
KINO VERDÚ: Pues hombre, me despidieron del Grupo Zeta hace unos años. Me está afectando muchísimo: a nivel laboral es obvio y familiar, también. Y de los medios en los que trabajo... ¡pero si cada vez hay menos medios! Y los que hay los hacen entre dos o tres personas (como mucho), mal pagados en la mayoría de las veces y en malas condiciones y sin apenas presupuesto para contar con freelancers (se les paga muy mal y a meses vista...).
Por cierto, nadie se acuerda de ellos, pero sin freelancers esta profesión va de culo. Ellos son los que verdaderamente están en la calle y se enteran (enteraban) de las cosas. Ahora apenas tienen para comer, muy triste. Ellos no tienen seguro de desempleo. Todo esto hace que los medios sean cada vez más light, más urgentes, más políticamente correctos (antiperiodismo), más sumisos, más publicitarios, más aburridos.
¿Futuro? Negro, pero no tiro la toalla. Es decir, no creo que internet nos vaya a salvar, que sea la panacea ni tampoco que vayan a desaparecer los medios impresos. Convivirán y cada uno tendrá su personalidad propia, sus asuntos propios, su manera de tratar la información: serán complementarios. Esto les fastidiará mucho a los gestores de los periódicos, que están deseando cerrar todas las redacciones y quedarse sólo con digital y pagarles un euro por post, pero espero con toda mi alma (y mi bolsillo) que no sea así.
ELENA CABRERA: Hoy gano menos de la mitad de lo que ganaba en 2006. Ya no tengo contrato indefinido ni sé si lo volveré a tener algún día. Es más, ya no tengo ni contrato. Debido –presuntamente– a la crisis cerró un medio en el que trabajé (ADN.es), otro entró en suspensión de pagos (DT), cerró un periódico en el que colaboré dos veces (Público) y en otro acaban de rescindir mi contrato de colaboraciones (lainformacion.com).
Debido a la crisis y para poder seguir trabajando de periodista, mi opción ahora mismo es ser freelance autónoma y colaborar en varios medios. El futuro que adivino será continuar de esta manera quién sabe cuántos años más, persiguiendo a contables para que paguen las facturas con varios meses de retraso, pagándome yo misma la seguridad social aunque haya meses que gane menos de la cuota como autónoma.
JUAN LUIS GALLEGO: En una disminución de ingresos por publicidad y por ventas que, como en tantos otros sectores, se ha traducido en recortes de presupuesto y personal. El futuro, es evidente, es incierto. Sin embargo, creo que los medios de tendencias tienen más posibilidades de sobrevivir que otros: una parte considerable de los clientes que insertan publicidad en ellos (no todos) figuran entre los menos afectados por la crisis y las revistas de tendencias siguen siendo su mejor escaparate.
ANABEL VÁZQUEZ: Soy una optimista ireductible. Trabajo mucho más por mucho menos, pero sigo teniendo lo que justifica mi trabajo: acceso a personas y situaciones que me hacen crecer. El conocimiento sigue siendo el motor. Mientras esto exista, habrá futuro aunque, como tantos, he tenido que reconfigurar mi fórmula laboral. Se hace. Lo único que espero es no dejarme impregnar por la queja general y el cinismo.
MARTA PEIRANO: En el periodismo en general es evidente que hay una crisis, complicada por un cataclismo financiero del que todavía no hemos visto lo peor, pero creo firmemente que vivimos una transición y no una agonía. Se han cerrado muchos medios, pronto se abrirán muchos otros.
LUIS LANDEIRA: Aquí se juntan tres crisis: la económica, la periodística y el agotamiento de la cultura occidental. En los últimos tiempos han caído muchas torres. Y las supervivientes hipotecan páginas, recortan plantillas y mal pagan a los pocos peones que les quedan. Veo un futuro sin quioscos, dominado por multinacionales y medios digitales.
RUBÉN LARDÍN: Yo he sido deficitario siempre, así que no me ha afectado especialmente. Cuando he tenido que apretarme el cinturón ha sido más para no bajarme los pantalones que para otra cosa, aunque es verdad que hoy trabajo mucho más que antes para reunir el mismo dinero.
Vislumbro un futuro de arrieritos, no puedo ver más allá. El presente es bastante espantoso en general, pero la anestesia hace su efecto, la gente parece sentirse libre y todos creemos tener formada una opinión. Esto marcha.
DAVID SAAVEDRA: Lo predijo J en Canción del fin del mundo: 'Van a pagarte lo mismo por el doble de trabajo si no haces algo para remediarlo'.
No hicimos nada y eso nos lleva a Johnny Rotten: 'There's no future for you'.
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PEDRO CALLEJA: No tanto como en los años ochenta y principios de los noventa. Actualmente, me veo obligado a utilizar canales alternativos, minoritarios, independientes, amateurs y fanzinerosos para seguir escribiendo sobre lo que me gusta. Para mí, el periodismo de tendencias se ha convertido en un hobbie. Me gano la vida haciendo películas y spots publicitarios.
PATRICIA GOSÁLVEZ: Lo que me gusta es escribir. Soy periodista y me gano la vida con ello. Tengo mucha suerte. Lo demás es síndrome premenstrual.
KINO VERDÚ: En más de veinte años de carrera pues sí que he conseguido escribir sobre lo que me gusta. De hecho, me gusta el simple hecho de escribir, sea del tema que sea. Me sigue haciendo ilusión escribir, investigar, conseguir datos, enterarme de cosas y comunicárselas a los lectores de la manera más efectiva y atractiva posible. Sí, sin duda. Eso que se llama reportajear, vamos. ¿Realizado? No creo que el trabajo realice. En cualquier caso, dada la actual situación, frustra más que realiza. La inseguridad no ayuda a que uno se sienta bien.
ELENA CABRERA: Sí. Hoy por hoy solo escribo de lo que quiero escribir y como quiero hacerlo. Mañana, ya veremos.
JUAN LUIS GALLEGO: Creo que hay que distinguir entre escribir sobre lo que te gusta, que depende de criterios muy personales, y que te guste lo que escribes. Esto sí es posible en una revista de tendencias, aunque la crisis lo haga cada vez más difícil. La realización personal tienen mucho que ver con lo que acabo de decir.
ANABEL VÁZQUEZ: Me gusta leer y escribir. Me excita publicar y hay días que hasta me entusiasman los temas que toco. Suena contracorriente pero es así: lo tengo unido a mi vida y eso es un regalo. Pero también detecto y detesto servidumbres y falta de riesgo. En mí y en otros.
MARTA PEIRANO: Casi siempre he escrito sobre lo que me gusta, aunque no siempre cómo me gusta. Es complicado sentirse realizado en un mercado de trabajo saturado de profesionales en paro y de licenciados deseando trabajar gratis, pero ya lo dijo Marx: la naturaleza del mercado es devorarse a sí mismo
LUIS LANDEIRA: En el tiempo que llevo en este negocio he escrito sobre cosas fascinantes y sobre auténticas chorradas; he pasado siglos sentado y he viajado por todo el mundo; he ingresado generosos cheques y también verdaderas miserias. Pero, en general, lo he pasado bomba. Y cuando no me aceptan algún tema en la prensa comercial, lo publico en medios alternativos o ciberespaciales... ¡Y santas pascuas!
RUBÉN LARDÍN: Me gusta escribir, y cuando te gusta escribir, te gusta escribir de lo que te gusta y de lo que no te gusta. Ah, estoy mintiendo... Tal vez escribo de lo que me gusta en un 60%, lo cual me parece un buen porcentaje. Las tribunas son cada vez menos o están más blindadas, es cierto, pero siempre hay manera si esa es tu única ambición.
No me siento realizado con mi trabajo, pero tampoco he aspirado nunca a ello. Yo no soy periodista de vocación ni de formación, estoy en esto por accidente y ni siquiera me respeto demasiado. Intento pasarlo bien y contabilizo ese logro como parte clave de la retribución..
DAVID SAAVEDRA: A veces veo mi trabajo muy cercano al de una prostituta o un publicista. Pero, en general, sí escribo sobre lo que me gusta e, igualmente importante, sin tener demasiados problemas con la censura. Sí me siento realizado y privilegiado. Ojalá pueda seguir diciéndolo si me vuelven a hacer esta pregunta dentro de cinco años.
- Consulta aquí la biografía de los periodistas entrevistados.
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