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Censura y manchas de sangre

Antonio D. Olano analiza el éxito del El Caso en la dictadura y la crisis del periodismo de sucesos

JORGE GARCÍA

Un asesinato a la semana. Ese era el límite impuesto por la censura franquista al semanario El Caso, buque insignia del periodismo de sucesos que en los años cincuenta llegó a convertirse en una de las publicaciones más leídas de España de la mano de su director y editor, Eugenio Suárez.

Han pasado 22 años desde que el semanario echó el cierre, en parte debido a que la televisión le ganó la partida al papel a la hora de informar sobre sucesos, según explicó esta semana en los Cursos de Verano de El Escorial (Madrid) el veterano periodista y escritor Antonio D. Olano, uno de los redactores de la publicación. A su juicio, que en España ya no existan publicaciones de este tipo no se debe al desinterés por estas informaciones, sino a que ahora 'todo lo que se publica son hechos negativos'.

Sin embargo, cuando El Caso vendía 100.000 ejemplares por número una difusión que alcanzó tres meses después de su lanzamiento, el 11 de mayo de 1952, la población sólo tenía acceso a la versión edulcorada de una realidad amañada por la censura franquista. Olano recuerda que en teoría sólo podían publicarse dos sucesos elegidos por el régimen. 'El franquismo permitía un asesinato a la semana y el resto de sucesos publicables eran atropellos o desgracias cotidianas. Aun así, teníamos nuestras herramientas para contar más sucesos de los que nos dejaban', explica.

El Caso y su éxito no pueden entenderse sin la figura de Eugenio Suárez, que concibió la idea de crear un periódico de sucesos cuando cubría un asesinato para el diario Madrid. Él y otros periodistas del citado diario se lanzaron a la aventura y, finalmente, sacaron el semanario a la calle a un precio de dos pesetas el ejemplar.

En muy poco tiempo, El Caso se convirtió en uno de los rotativos más populares de España. Tanto impacto tuvo en la sociedad que quienes vivían en los aledaños de la calle Serrano una de las zonas más adineradas de Madrid compraban la revista Hola y el diario ABC sólo para esconder entre ellos El Caso. 'A la gente de Serrano le encantaban los sucesos', subraya Antonio Olano.

Tanto gustaba, que el semanario alcanzó casi el medio millón de ejemplares con los crímenes de José María Jarabo, que asesinó a sangre fría, en julio de 1958, a dos hombres y dos mujeres (una de ellas, embarazada), en uno de los crímenes más atroces cometidos en España. La historia levantó un gran revuelo e hizo que El Caso aumentara su tirada, por lo que muchos empezaron a referirse a la publicación como el 'diario de las porteras' o el de la 'España sangrienta', rememora Olano.

Tan bizarros eran los temas que cubría el periódico como su director. Después de los asesinatos que cometió Jarabo, Suárez le envió a la cárcel, donde esperaba su ejecución una caja de puros, en señal de agradecimiento por el éxito de la publicación.

El Caso'

La extravagancia del director era tal que en reiteradas ocasiones llamaba a sus redactores disparando desde su despacho al tabique más próximo donde se encontrara. 'No sé cómo nosotros mismos no fuimos nunca portada de El Caso', ironiza Olano.

Con el éxito acumulado, El Caso aumentó su precio y llegó a competir con periódicos tan potentes de la época como La Gaceta Ilustrada, aunque no supo adaptarse al fin de la dictadura, pese a que en los años setenta dedicó muchas páginas al Proceso de Burgos.

Las tiradas fueron cada vez menores y en 1987, con la información de sucesos ya instalada en la televisión, publicó su último número.

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