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Tres años del estado de alarma: del confinamiento al fin de las mascarillas

Se cumple el tercer aniversario desde que la pandemia de la covid puso en pausa la vida de millones de personas. La medida del Gobierno, liderado por Pedro Sánchez, ha sido uno de los momentos clave de la legislatura.

Una mujer protegida con mascarilla pasea cerca de la puerta de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, un día de la declaración del Estado de Alarma debido a la crisis del coronavirus. E.P./Jesús Hellín
Una mujer protegida con mascarilla pasea cerca de la puerta de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, un día de la declaración del Estado de Alarma debido a la crisis del coronavirus. Jesús Hellín / EUROPA PRESS

Se cumplen tres años desde el momento que detuvo las vidas de millones de personas. La pandemia de la covid-19 obligaba al Gobierno a declarar el estado de alarma, un 14 de marzo de 2020. El anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue el segundo en la democracia y el primero de la pandemia y, aunque duró tres meses, su influencia sigue presente y puede ser un punto a tener en cuenta de cara a las próximas elecciones ya que, sin lugar a duda, es uno de los momentos más significativos de esta legislatura.

El estado de alarma se anunció por una duración inicial de 15 días, tras sucesivas prórrogas, se mantuvo hasta el 21 de junio. Fueron más de tres meses donde la vida cambió de una forma radical, hasta para las cosas más sencillas. En ese momento en España se habían notificado unos 4.200 contagios y 120 fallecidos por la enfermedad. En la actualidad, la enfermedad se encuentra en un proceso de "gripalización", pero hasta el momento ha provocado 13.778.467 contagios y 119.618 muertes, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el pleno extraordinario celebrado para explicar la declaración del estado de alarma, a 18 de marzo de 2020.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el pleno extraordinario celebrado para explicar la declaración del estado de alarma, a 18 de marzo de 2020. Pool / Europa Press

Sobre esos tres meses, la gente recordará las ruedas de prensa de Fernando Simón, la incesante búsqueda de actividades para combatir el tedio y las imágenes de calles icónicas de todo el mundo completamente vacías. Aunque no será un grato recuerdo para todas aquellas personas que sufrieron la enfermedad, estuvieron en las UCI o perdieron algún familiar. Incluidos los casos más concretos, como las 7.000 personas que murieron en residencias de mayores en Madrid durante la primera ola de la pandemia, según datos de la Marea de Residencias.

Con el fin del estado de alarma no vino la absoluta normalidad de repente, la vuelta a la vida anteriormente conocida fue paulatina. Con medidas como el toque de queda para evitar contagios en el ocio nocturno, el pasaporte covid para viajar o entrar en establecimientos y las mascarillas.

La vida con mascarilla

Las mascarillas pasaron de formar parte del equipo habitual del personal sanitario o una curiosidad por su uso en ciertas culturas asiáticas a formar parte de la vida de millones de personas. Su obligatoriedad también ha sido paulatina. Comenzó como una medida obligatoria en espacios interiores y exteriores, con la caída de contagios se fue relajando su necesidad a solo espacios interiores, posteriormente, al transporte público y centros sanitarios, hasta la actualidad, cuando solo son requeridas en estos últimos.

El uso obligatorio en el transporte público fue el último en retirarse, hace tan solo poco más de un mes y su demora generó cierta polémica, dado que eran el último espacio no sanitario por liberar de la obligatoriedad.

Una joven con mascarilla se hace un selfi delante de la Cibeles en un Madrid prácticamente vacío en las primera horas del Estado de Alarma decretado por el Gobierno por el coronavirus. E.P./Joaquin Corchero
Una joven con mascarilla se hace un selfi delante de la Cibeles en un Madrid prácticamente vacío en las primera horas del Estado de Alarma decretado por el Gobierno por el coronavirus. Joaquin Corchero / EUROPA PRESS

Hay quien sigue usándola pese a no ser obligatoria, dada su efectividad no solo para prevenir la covid, sino otras enfermedades que se transmiten por el aire. Siga usándose o no, durante casi tres años, se convirtió en una prenda más del día a día.

La gripe, la gran olvidada

La pandemia de la covid provocó que se dejaran de lado otras enfermedades como la gripe o el resfriado o común. Y es que, más allá de la cantidad de casos en los que se confundía a estas enfermedades con la covid, lo cierto es que el uso de la mascarilla para prevenir la segunda también surgió efecto para prevenir las primeras. 

En plena pandemia, la gripe prácticamente desapareció del mapa, pero con la bajada de casos de covid y la relajación de las medidas sanitarias, volvieron a producirse brotes de esta enfermedad, cuya incidencia es mayor a la de la covid en la actualidad. Desde el inicio de la temporada 2022-23 se han notificado 41 brotes de gripe, según recoge el informe de vigilancia del Instituto Carlos III.

La vuelta a la normalidad ha provocado que con la falta de exposición a la gripe no se hayan generado las defensas suficientes, por lo que la población se vuelve más vulnerable a su contagio, según explicó a Público la coordinadora del grupo de trabajo sobre vacunación en la Sociedad Española de Epidemiología, Ángela Domínguez.

Con todo, las campañas de vacunación contra la gripe se vuelven a promover desde el Ministerio de Sanidad, su eficacia está probada y se trata de una enfermedad conocida, por lo que no existe un riesgo de una emergencia sanitaria, tal y como explicó Domínguez. Se trata de elementos de la "vieja normalidad" que vuelven a esta nueva unos años después.

El segundo aniversario del estado de alarma estuvo marcado por la fatiga social y las secuelas psicológicas de todo lo vivido, algo que ayudó a poner más, si cabe, el foco en la importancia de la salud mental. Este tercer año está marcado por ser el primero donde hay una sensación más completa de normalidad, con la covid "gripalizada", sin la mascarilla como una prenda más de ropa y con aquel anuncio de Pedro Sánchez convertido cada vez más en un vago recuerdo.

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