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Las infecciones de transmisión sexual se desbocan: 67 casos de gonorrea y 24 de sífilis al día

Los episodios de gonorrea se acercan a los 20.000 y los de sífilis superan los 7.000 en menos de diez meses coincidiendo con un avance de las prácticas de riesgo y la relajación de las medidas preventivas.

Imagen de archivo de un análisis de sangre.- Pixabay

Eduardo Bayona

Las infecciones de transmisión sexual atraviesan una fase de eclosión en España, con algo parecido a una progresión geométrica en el caso de la gonorrea y un aumento también aparentemente desbocado, aunque de menor magnitud, en el de la sífilis, que son las dos patologías de este tipo que recoge el Boletín Epidemiológico en Red del Instituto de Salud Carlos III.

Según esa fuente, el contagio de esas dos patologías se ha triplicado con creces en cuatro años al pasar de los 8.327 casos notificados en 2019 a los 27.064 de los diez primeros meses de este año, una cifra que, de mantenerse la progresión, acabará claramente por encima de los 30.000 y acercarse a cuadruplicar esos registros.

En ambos casos se produjo un claro descenso en 2020, relacionado con la reducción de los contactos sexuales como consecuencia de los confinamientos y las restricciones de la movilidad por la pandemia, para volver en 2021 a niveles similares a los de 2019 y, a partir de ahí, dispararse: los contagios de gonorrea se duplicaron en 2022 y van a volver a hacerlo este año, mientras los de sífilis encadenan sendos aumentos del 41% y, a falta de dos meses, el 23%.

Esa explosión de las infecciones de transmisión sexual, que supera los 90 casos diarios solo en gonorrea (67) y sífilis (24), se da también en otras patologías como la clamidia, que el año pasado se acercó a los 25.000 episodios notificados tras un aumento del 21%, mientras otras como el VIH, el linfogranuloma venéreo y la hepatitis B mantienen prevalencias mucho más bajas, con unos cientos de positivos en cada caso.

¿A qué se debe ese aumento? “No hay un factor único, sino varios que pueden haber causado ese aumento”, explica Javier de la Fuente, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Ribera de Vigo y vocal del grupo de trabajo de infecciones de transmisión sexual (ITS) de la SEMI (Sociedad Española de Medicina interna).

Entre otros, destaca tres: la mayor facilidad para mantener relaciones sexuales, en lo que algo tiene que ver el creciente uso de aplicaciones que lo facilitan; la mayor frecuencia de las prácticas de riesgo, a menudo relacionadas con el consumo recreativo de sustancias psicoactivas como alcohol y estupefacientes, que suele reducir los niveles de alerta, y, también, la menor utilización de métodos preventivos físicos como el preservativo.

“Las infecciones están aumentando de una manera dramática”, indica, y lo están haciendo más entre los hombres que entre las mujeres, con proporciones de cinco a una en la gonorrea y de nueve a una en la sífilis. “Ambas tienen mayor prevalencia en hombres que tienen sexo con hombres y en el tramo de edad de 25 a 45 años, mientras la clamidia está creciendo mucho en mujeres de menos de 25 años”, anota.

“Han cambiado los usos sobre las relaciones sexuales, la manera de mantenerlas”, señala el experto.

En esa evolución resulta paradigmático el adelanto de la edad a la que se tienen las primeras relaciones sexuales con coito: según el último estudio HBSC (comportamientos de salud de escolares) del Ministerio de Sanidad, con datos de 2018, casi el 30% de los adolescentes se inician antes de cumplir los quince y una cifra similar en cada uno de los dos años siguientes.

Errores y bulos que elevan los riesgos

La errónea sensación de seguridad y la falta de información sobre el riesgo de determinadas prácticas por inexperiencia, en plena era de la tecnología, se perfilan como otros factores que influyen en el aumento de los contagios.

“Haber superado una enfermedad de transmisión sexual no supone ninguna inmunidad”

Javier de la Fuente

“Hay un componente de baja percepción de riesgo que hace que no se tomen las medidas adecuadas de prevención”, explica el doctor De la Fuente, que describe un claro cambio de tendencia: de descenso hasta 2001, cuando tras la concienciación del sida, con episodios como los contagios de estrellas mundiales como Magic Johnson o Freddy Mercury y con campañas como aquel "póntelo, pónselo", la prevalencia de las ITS cayó a 2,1 casos por cada 100.000 habitantes y de aumento a partir de ahí para llegar a los más de treinta actuales.

Uno de los bulos más arraigados se refiere a las supuesta inmunización que, como ocurre con otro tipo de patologías, supuestamente genera el contagio. “Haber superado una enfermedad de transmisión sexual no supone ninguna inmunidad. Quien ha tenido una vez sífilis puede volver a cogerla”, advierte.

Otro se refiere a la PREP, la profilaxis preexposición a base de fármacos para para evitar la infección por VIH. “Resulta muy adecuado para el VIH, pero no para el resto de ITS”, aclara, al tiempo que resalta otro dato.

“Según un estudio del Ministerio de Sanidad, el 1,5% de las personas con enfermedades de transmisión sexual pueden ser portadores del VIH”, una tasa aparentemente reducida pero que, aplicada a los casos notificados de sífilis, gonorrea y clamidia del último año equivale a 780 situaciones de riesgo duplicado.

El sistema sanitario diagnostica sus carencias

En cualquier caso, y según apunta un reciente informe del Ministerio de Sanidad, no son los ciudadanos el único vector que favorece los contagios, ya que los sistemas sanitarios parecen presentar serias carencias a la hora de abordar las ITS.

“La limitación en los horarios de atención, la necesidad de cita previa y la falta de atención anónima pueden suponer una barrera de acceso a la atención de ITS para determinados colectivos de especial vulnerabilidad”, señala el documento, que destaca la heterogeneidad del modelo de atención, en el que predominan las “consultas monográficas hospitalarias dependientes de atención especializada” y hay poca participación de los servicios de atención primaria y la medicina comunitaria.

A eso se le suman las “deficiencias derivadas de la falta de recursos y personal dedicado” a atender este tipo de patologías y, también, la “escasa representación de otros sectores profesionales en el ámbito de atención de las ITS fuera de los profesionales de la medicina y enfermería”.

Por último, el documento de Sanidad propone “tomar medidas para aumentar la accesibilidad a la atención de las ITS para colectivos vulnerables a través de medidas como la flexibilización de horarios de apertura o la posibilidad de recibir atención anonimizada”, así como “reforzar la vigilancia epidemiológica [...] incrementando los recursos personales y materiales para realizar una notificación epidemiológica y estudio de contactos eficaces”.

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