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Retos nuevo Gobierno La misión casi imposible de la reforma educativa y una mejora del sistema de becas

La necesidad de resucitar un pacto de Estado ha impulsado a la comunidad educativa española a exigir al nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a convertir este asunto en una de sus prioridades. Mientras, el nuevo presidente se ha comprometido, de momento, a mejorar el sistema de becas.

Varios estudiantes se examinan en un aula de un centro de educación. EFE/ Archivo

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Sindicatos, asociaciones de padres y alumnos coinciden en que es imprescindible tomar medidas para garantizar la estabilidad, algo que no se ha conseguido durante el periodo de Íñigo Méndez de Vigo al frente de la cartera. Una de las tareas prioritarias del nuevo Gobierno deberá ser lograr que la educación sea, como hasta ahora, un arma política, y evitar así cambios en las políticas educativas cada legislatura.

Esta reforma se antoja imposible sin la firma del pacto de Estado. Mientras, Sánchez anunciaba una medida más social en el ámbito educativo, como es la ampliación del sistema de becas y la rebaja de la nota mínima para obtener la beca universitaria, que presumiblemente volverá a ser el cinco, tal y como había propuesto el Gobierno del PP.

Hace ya seis años que se aprobó la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), la séptima reforma de la democracia, que impuso la mayoría del Partido Popular y que fue liderada por José Ignacio Wert. Significativamente, Pedro Sánchez ha evitado pronunciarse aún sobre una eventual derogación de la misma.

Significativamente, Pedro Sánchez ha evitado pronunciarse aún sobre una eventual derogación de la LOMCE

Desde entonces, la posiciones de las fuerzas políticas en torno a la educación se han ido enconando, hasta el punto de que el necesario pacto nacional por la Educación ha terminado naufragando.

La búsqueda de ese consenso es una petición, casi un clamor, desde la comunidad educativa. Según recogía Europa Press la semana pasada, el secretario general de la Federación de Enseñanza de CCOO, Francisco García, pedía “más diálogo” a partir de ahora. Por su parte, la responsable de enseñanza de FeSP-UGT, Maribel Loranca, que señala como una prioridad la derogación del Real Decreto Ley 14/2012 de "racionalización del gasto educativo", que hace seis años impuso medidas de austeridad por la crisis económica. Mario Gutiérrez, del sindicato CSIF, considera necesario sustituir la actual LOMCE pero dentro de un pacto de Estado y con los consensos necesarios. La palabra clave, una vez más, es la estabilidad.

El propio Pedro Sánchez ha repetido una y otra vez que su compromiso de dejar atrás "una mala ley como la LOMCE, una ley aprobada en solitario y contra todos, una ley de partido y no una ley de Estado". Entre sus objetivos, a los que se ha comprometido en público, están "la universalización de la educación no obligatoria, la reducción de la tasa de abandono escolar y la mejora en las condiciones laborales de los docentes y en la atención a la diversidad".

Pactar, pactar, pactar

Lo cierto es que la LOMCE no ha sido capaz de desarrollar la mayor parte de sus medidas estrella, bien por falta de acuerdos o por obra y gracia del Tribunal Constitucional, que llegó a tumbar la imposición del castellano como lengua vehicular obligatoria en todo el territorio del Estado. No se ha logrado imponer el sistema de reválidas o la segregación de estudiantes según su rendimiento. A estas alturas, sólo la iglesia católica parece haber sido la gran beneficiada de esta ley. 

Mientras, las llamadas al pacto surgen desde todos los rincones del sector educativo. Las asociaciones de padres, como la la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (CONCAPA), también sostienen que “hay que sacar la educación fuera de la política", informa Europa Press.

Más rotunda es la secretaria general del Sindicato de Estudiantes, Ana García, que exige un "giro radical" en las políticas educativas que suponga "derogar la LOMCE de forma inmediata" o "revertir los recortes". Para ello, no descarta convocar una huelga educativa "para mandar el mensaje" a Sánchez "de que tiene que atender estas demandas".

Complicado, pero no imposible

Íñigo Méndez de Vigo insistía la semana pasada, antes de saber que su cargo al frente de la cartera tenía las horas contadas, en su disposición a llegar a un Pacto Educativo. Mientras, los trabajos de la Subcomición para el Pacto Social y Político por la Educación morían sin resultado después de año y medio de reuniones; el PSOE se levantó de la mesa tras recriminar al Gobierno por no presentar una propuesta razonable de financiación.

En cualquier caso, sobre la mesa queda, en primer lugar, alcanzar ese pacto de Estado que el Gobierno del PP no logró cerrar con las fuerzas políticas, fundamental para acometer la reforma de la LOMCE.

Los grupos parecen estar de acuerdo en varios asuntos clave, como las medidas para reducir las elevadas cifras de abandono escolar temprano, recuperar la Filosofía como asignatura de peso, e introducir Valores Cívicos y Constitucionales y Educación en Igualdad de Género como materias en el currículo. También parece haber acuerdo en la eliminación de las reválidas y la actualización de las metodologías educativas, así como en la autonomía de los centros.

No obstante, los principales y más polémicos escollos son —y seguirán siendo— la educación concertada, el peso de la asignatura de Religión y el modelo territorial (las competencias, condicionadas por la Alta Inspección del Estado), así como la cuestión de la enseñanza en lenguas cooficiales. Sánchez no lo va a tener nada fácil.

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