Este artículo se publicó hace 6 años.
La pobreza impide comer sano a 700.000 hogares españoles
Más de 230.000 menores de 16 años y casi 340.000 jóvenes no pueden comer tres veces a la semana alimentos básicos para su desarrollo como la proteína animal, algo cada vez más frecuente también entre los jubilados.
Zaragoza-
La pobreza impide a más de 700.000 hogares españoles, la mayoría de ellos con niños, llevar una dieta mínimamente equilibrada que les permita comer cada dos días alimentos de proteína animal como carne, pollo o pescado, con las consecuencias que eso supone para su crecimiento: la Encuesta de Condiciones de Vida del INE (Instituto Nacional de Estadística) revela cómo 701.860 de los 18,47 millones de hogares del país (el 3,8%) sufren esa carencia nutritiva por no disponer de dinero suficiente para adquirir esos productos.
Ese indicador, que se refiere a la situación de 2016, encadena tres ejercicios de aumento para ofrecer el segundo peor dato desde 2004, únicamente superado por el 4% de 2006. Y está creciendo de una manera especialmente intensa entre los hogares monoparentales en los que un único adulto se hace cargo de la crianza de uno o más niños, donde alcanza una prevalencia del 7,3%, y en los hogares de una persona, mayoritariamente ocupados por jubilados, entre los que llega al 5,2%.
La situación se complica cuando se cruzan esos dos grupos y conviven jubilados con niños y jóvenes no emancipados, un fenómeno creciente como consecuencia del deterioro del mercado laboral que ya se da en 805.100 familias españolas.
En cualquier caso, esos problemas de desnutrición ya afectan al 3,4% de los menores de 16 años y al 4,3% de quienes tienen entre esa edad y 30, lo que supone sendas bolsas de 235.493 y 339.895 que equivalen a casi un tercio de los 1,77 millones de personas que se encuentran en esas situación.
“La escasez de proteína afecta al crecimiento”
“La proteína es un material de construcción para el cuerpo, que el adulto necesita para regenerar sus tejidos y el niño para crear los nuevos y para reponer los que ya tiene”, explica Natalia Barrachina, técnica en Dietética y Nutrición y licenciada en Ciencia y Tecnología de la Alimentación, que añade que, junto con esa función “constructiva”, tienen otra básica para el funcionamiento de las enzimas y de los neuroconectores y las neuronas del sistema nervioso.
“La escasez de proteína genera importantes problemas de crecimiento”
La experta, que considera que “tenemos sobrevalorada la proteína animal”, cifra en el 15% su presencia en una dieta equilibrada. Eso viene a suponer tres raciones de carne a la semana, siempre que se complemente con otras de pescado, ave, huevo y, también, de cereales con legumbres.
Eso significa que los menús de los 700.000 hogares que pone sobre la mesa el INE “se encuentran por debajo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la salud (OMS)”, señala Barrachina, que destaca cómo “la escasez de proteína genera importantes problemas de crecimiento” en los niños que afectan tanto a la conformación de sus tejidos y órganos internos como, en menor medida, al sistema nervioso, que también requiere la intervención de los aminoácidos que contiene ese tipo de alimentos.
No obstante, anota que hay combinaciones de alimentos que pueden actuar como sustitutivos de la carne y el pescado. “La calidad de la proteína la determina la calidad de los aminoácidos que la componen —indica—, y también las legumbres y los cereales contienen proteínas que se complementan y que, cuando se mezclan, generan un aporte similar a la de origen animal”, como ocurre al combinar las lentejas, los guisantes, los garbanzos, las habas o la soja, entre otras, con arroz, mijo, trigo sarraceno, cus-cus o pasta. La quinoa está a caballo entre ambos grupos.
Cada vez es más caro llenar la nevera
En este proceso, en el que llenar la nevera sale cada vez más caro, influyen varios factores entre los que destacan la lenta recuperación de las rentas, cuya media por hogar sigue, con 27.558 euros, por debajo de los niveles anteriores a las crisis (28.787 en 2008). Y, junto a este, la subida que han experimentado en la última década los precios de algunos alimentos como la carne de vacuno (8,7%), de cordero (14,6%) y de ave (8,3%), el pescado fresco (21,9%) y también el congelado (11,6%), que no se ven compensadas por los descensos de otras como la de porcino (-2,9%).
Esos dos factores han provocado, junto con un cambio voluntario hacia hábitos alimenticios más sanos en una parte de la población que puede elegir su dieta sin estrecheces económicas, el desplome del consumo de algunos de esos alimentos.
El descenso de las cantidades medias consumidas por hogar roza el 40% en el caso del vacuno (de 26,6 kilos al año a 12,5), supera el 50% en el cordero (de 5,5 a 2,7), se queda en el 7,3% en las aves (de 35,9 a 33,3) y llega al 33% en el pescado, tanto fresco (de 31,3 a 19,7) como congelado (de 6,2 a 4,1). Incluso el cerdo, a pesar de haberse abaratado, cae un 10,8% (de 22,3 a 19,9).
La pobreza energética aumenta conforme sube la luz
La pobreza energética, mientras tanto, afecta a 1,6 millones de hogares (el 8,3%) que no pueden “permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada”, ya sea enfriándola en verano o calentándola en invierno. El dato ha mejorado después de tres años de descenso, desde el 11,1% de 2013, aunque sigue en niveles elevados, superiores a los que se dieron en el tramo más duro de la crisis, y afecta a 3,7 millones de personas.
Una de las causas fundamentales de este avance de la pobreza energética se encuentra en los elevados precios de la energía, que hacen que la factura doméstica crezca (de 701 a 745 euros en tres años) mientras los consumos se reducen o permanecen estabilizados.
Así, y según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE, los recibos de la luz de los hogares españoles sumaron un total de 13.809 millones de euros en 2016, un volumen que no se alcanzaba desde 2011 (14.409). Ese alza de 731 millones llega cuando los consumos medios llevan cuatro ejercicios estabilizados en el entorno de los 1.150 kilowatios.hora, tras sendos descensos de 150 y 130 en 2013 y 2014.
Ocurre algo similar con la factura del gas, que sigue creciendo (1.675 millones en 2016) a pesar de que los consumos se reducen. El recibo medio fue de 265 euros, 20 menos que en 2013 y ocho menos que en 2015 cuando el suministro medio es mayor que en el último de esos años pero menor que en el primero.
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