Este artículo se publicó hace 7 años.
Penurias de autónomo: 650 kilómetros a la semana para trabajar
David Fernández Ginzo es un profesor de pilates que ha de viajar de un extremo a otro de Asturias para reunir "un sueldo mensual de unos 900 euros netos"
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Hay historias sin tarifa plana, como la de los autónomos, ese papel que representa David Fernández Ginzo desde 2013 cada uno de los días de su vida en los que ha comprobado que "el autónomo lo es durante las 24 horas del día". Incluso, en este mismo escenario, recuerda que "una llamada de teléfono te puede cambiar la vida" y pone su caso de ejemplo "en este mes de septiembre cuando te pasas la mañana haciendo llamadas, presupuestos o enviando currículums a ayuntamientos, asociaciones de vecinos..., y no te contesta nadie y, de repente, suena el teléfono y casi te atrever a sentir que esa llamada te está salvando la vida".
David es un ciudadano de Luarca, en la costa occidental de Asturias, esa maravillosa villa marinera en la que curiosamente él no tiene un solo cliente. "Nadie es profeta en su tierra". De ahí que él, profesor de pilates y gimnasia para mayores, no pueda vivir sin coche para desplazarse a otros pueblos que a veces están casi en el otro extremo de la provincia. "He llegado a hacer 650 kilómetros en una semana. He tenido hasta que subir un puerto de seis kilómetros con rampas del 10% para dar clase en un pueblo de Asturias".
"El autónomo lo es durante las 24 horas del día"
Afortunadamente, siempre que llueve escampa "y este año, haciendo cuentas, me salen unos 470 km a la semana". Y no se queja, porque "he aprendido que así es la vida del autónomo en la que, al menos, yo hago lo que me gusta. Pero está claro que, si hubiese aprobado las oposiciones que hice a Hacienda, viviría más cómodo. Hice un examen muy digno. Saqué un ocho pero aun así me quedé el 600 de los 6.000 que aspirábamos a las 50 plazas que había. Creo que no lo hice mal porque estudiaba a partir de la una de la mañana cuando salía de trabajar del restaurante..."
Entonces David trabajaba en la hostelería después de estudiar FP 2 en la rama de administrativo. Tenía 22 años. "Comencé a trabajar en el restaurante en el que estaba mi pareja los cinco días de Semana Santa y se ganaba un dinero que no veas. Uno necesitaba casi un guardaespaldas para contar la caja", ironiza. "Sobre todo, a partir del 1 de agosto empezabas y no parabas a sacar billetes. Era el año 2003. En tres o cuatro días reunías 30.000 € y, aunque parezca mentira, no exagero". Pero en el día a día David se dio cuenta de que no era esa la vida que quería para él a pesar de tener el trabajo a 300 metros de casa. "Comía a las seis de la tarde y cenaba a las dos de la mañana. El ocio se reducía a ir un rato a verbena".
El tiempo se lo fue comiendo. "Respeto y admiro a la gente que aguanta toda la vida en ese trabajo. Pero yo llegué a enfermar con la hostelería en los años en los que estuve. No pude evitarlo. Hasta llegué a necesitar ansioliticos. Todavía recuerdo el año que fui a correr un campeonato de España a Alcobendas porque lo de correr se me daba bien. Incluso algún premio que he ganado en alguna carrera me ha solucionado el mes. El caso es que aquella vez el corazón se me puso a 3.000 por hora cuando llegué a Madrid pensando que fuera a dar positivo por dopaje. Me puse a mirar en Google como un loco y me tranquilicé cuando leí que ese medicamento sólo daba positivo con los caballos".
"A partir del cuarto semestre, cuando se pasa a 267€, la vida se convierte en una montaña rusa"
En realidad, de casi cualquier vida se podría escribir un 'Best Seller'. "Cada uno tiene su historia", admite David que, antes de ser devorado, decidió poner su vida en orden. "Cambié a tiempo. Comencé a trabajar en una empresa de servicios deportivos de Navia, donde hacía de todo: lo mismo daba clases que estaba de conserje o me encargaba del mantenimiento. Pero era un lugar en el que se pagaba tan mal la hora que decidí independizarme por mi cuenta".
Nació entonces el autónomo que hoy protagoniza esta conversación. "Al principio, todo parecía fácil con los 56 euros de cuota de los primeros seis meses. Pero a partir del cuarto semestre, cuando se pasa a 267€, la vida se convierte en una montaña rusa en la que yo, personalmente, me he convertido en un tipo muy conservador. Es más, reconozco que soy barato, pero prefiero cobrar poco y tener mucha gente".
Aun así, no hay nada garantizado. "Yo diría que esa palabra no existe en la vida del autónomo", sostiene. "Alguna vez no he tenido dinero para pagar una cuota y la Seguridad Social ha ido a por mí con amenazas de embargo y no ha dudado en cobrarme los recargos. Pero no se dan cuenta de que aquí, en Asturias, hay pocas instituciones que paguen las facturas antes de un mes. Incluso, para cobrar una que casi llegaba a los 2.000 euros, tuvieron que pasar casi seis meses. Por eso yo siempre digo que el autónomo cobra cuando puede y paga cuando le mandan y no te extrañe si algún día escuchas: 'o pagas o te embargan'". Todo eso le hace a uno más prudente o quién sabe si más sacrificado.
"Alguna vez no he tenido dinero para pagar una cuota y la Seguridad Social ha ido a por mí con amenazas de embargo"
"Alguna vez me he planteado salir de Asturias y buscar otras posibilidades, pero tengo una hija pequeña de doce años que es diabética con la que estoy muy unido y, hasta que no se haga mayor, no concibo pasar la vida sin estar a su lado. No sabría hacerlo. Todavía se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo aquel año que se fue de vacaciones con su madre y yo tenía una lesión y lo primero que me preguntaba cada noche que me llamaba es si se me había pasado el dolor. Yo no puedo permitirme ponerme de baja".
Hoy no pasa nada por recordar "ni eso ni todos esos días en los que he ido temblando con el coche. De hecho, hasta me ha dejado tirado en plena carretera y ese día no he podido dar clase. No ha quedado tiempo material. Pero es que yo siempre he apurado al máximo, incluso, con las ruedas". Y no se sabe si esto son penurias o sólo son recuerdos.
"No lo sé", admite, "pero uno tiene que reunir un sueldo que en mi caso lo normal es que, después de pagar impuestos, me queden unos 900€ netos y algún mes muy bueno llegue a 1.200. Pero en mi trabajo nunca se puede hacer presupuesto porque a lo largo del año siempre hay algún alumno que se borra, se va de viaje o se pone enfermo". De ahí que esa inseguridad ya forme parte de su personalidad. "Sé que a las nueve de la noche cuando yo empiezo mi penúltima clase la mayoría de la gente está en casa preparándose la cena. Sé que debo estar pendiente las 24 horas pendiente del Whatsapp y que ya casi lo odio. Pero también sé que estos horarios me permiten pasar mucho tiempo con mi hija y eso, el día que ella se haga mayor, lo llevaré siempre conmigo".
"Estos horarios me permiten pasar mucho tiempo con mi hija y eso, el día que ella se haga mayor, lo llevaré siempre conmigo"
De ahí que David no piense que ser autónomo sea una trampa. "Sólo hay que saber donde uno se mete. La palabra seguridad no va a existir. Al menos, para mí, que he aprendido a ir año a año o a reinventarme porque no te puedes pasar toda la vida repitiendo lo mismo. Pero dentro de lo que cabe ahora respiro a pesar de tantos gastos: la diabetes de la niña, la ortodoncia, ahora han sido los libros para el colegio... Afortunadamente, tengo la ayuda de mi hermano mayor que no sé ni como agradecer. En casa somos siete hermanos y cuando yo nací él ya tenía 21 años y por eso siempre ha sido como un padre para mí. Incluso, en la casa que vivo ahora... Si no fuese por él...."
En cualquier caso, David siempre utilizará la cabeza, porque "esa es otra de las enseñanzas de ser autónomo" en la que casi no hay horas para bajar la persiana "ni para ponerle mala cara a nadie". "Ahora, me había cogido organizando horarios porque mi trabajo es estacional", añade. "La temporada alta es en invierno porque en verano la gente no quiere dar clases en sitios cerrados. Entonces tengo que tirar de los ahorros y algún año, que iba muy apurado, he tenido que trabajar de camarero. Pero por suerte este año no ha sido así. De ahí que no sé si es justo que pueda quejarme viniendo de donde vengo o pasando lo que he pasado. Al menos, ahora vivo del deporte, que es lo que quise hacer siempre. No sé si mañana podré seguir así o no porque esto cambia tanto y reunir un sueldo con los 25€ al mes que cobro a cada alumno es tan difícil... Pero me parece que he aprendido a vivir con esa incertidumbre".
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