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Mentoría social, el acompañamiento que rescata vidas y del que España es pionera

Más de 5.000 proyectos se llevan a cabo con voluntarios mentores que acompañan a personas migrantes, víctimas de violencia de género o exreclusas para favorecer su inclusión social.

Marta Roda (derecha) junto a Esther y Lores, que la introdujeron en el mundo de la mentoría social con la entidad Dones Mentores, en un congreso internacional sobre la mentoría con perspectiva de género.
Marta Roda (derecha) junto a Esther y Lores, que la introdujeron en el mundo de la mentoría social con la entidad Dones Mentores, en un congreso internacional sobre la mentoría con perspectiva de género. Cedida

España está a la vanguardia mundial de la mentoría social, una forma de intervención poco conocida, pero muy eficaz, con personas en situación de vulnerabilidad y soledad –migrantes, víctimas de violencia de género, pobreza–. Más de 5.000 proyectos se llevan a cabo en nuestro país con voluntarios que acompañan y apoyan a personas que lo necesitan para superar las grandes dificultades a las que se enfrentan cada día.

La mentoría social surgió en EEUU en el campo de la educación, fundamentalmente para evitar el abandono escolar de los menores en una situación más vulnerable, pero España fue el primer país del mundo en el que se abordó en otros ámbitos: con las personas refugiadas o demandantes de asilo, migrantes, víctimas de violencia de género, personas sin hogar o exreclusas. Una forma de intervención social de voluntariado en la que salen ganando las dos partes, la que acompaña y la que es acompañada.

Una coordinadora para 23 entidades

En 2012 se constituyó la Coordinadora de Mentoría Social, una red de la que forman parte 23 entidades, entre ellas dos universidades, la de Girona y la pública de Navarra, que trabajan en una forma de intervención para la inclusión y la cohesión social que surgió en Catalunya y con el tiempo se ha ido extendiendo a otras comunidades autónomas. Y la experiencia de esta red es la que llevó a otros países europeos, como Francia, a crear posteriormente una organización similar.

Propicia la inclusión social, eleva la autoestima y evita la soledad no deseada

La directora de la Coordinadora, Raquel Carrión, ha explicado a Público que las relaciones de mentoría mejoran tanto a la persona que acompaña, mentora, como a la que es acompañada, mentorada. Por un lado, se propicia la inclusión social, se eleva la autoestima y se evita la soledad no deseada, y, por otro, se fomentan las habilidades sociales y el conocimiento de uno mismo.

"Estamos haciendo un estudio con la Universidad de Girona para evidenciar que la mentoría social tiene un impacto en la salud emocional de las personas participantes voluntarias, algo que hemos comprobado y que queremos demostrar con un estudio científico", señala Carrión.

Formación previa

Pero ejercer como mentor no resulta una labor fácil, requiere una formación previa, una preparación para saber llevar a cabo una tarea que podría antojarse muy sencilla, pero que en absoluto lo es. Las entidades de mentoría social son las encargadas de esa formación en función del perfil de la persona que se vaya a acompañar, de fijar los objetivos y las necesidades y también de supervisar en todo momento un acompañamiento en el que no hay por medio ninguna contraprestación económica. Todo es voluntario, de una parte y de otra.

Los proyectos de mentoría social no duran más de dos años

Hay proyectos de mentoría que duran un curso escolar; otros, seis meses o un año, pero nunca más de dos, según la directora de la coordinadora.

El tiempo se fija siempre en función de los objetivos marcados, aunque, por lo general, mentor y mentorado mantienen la relación una vez ha terminado un proyecto que ha ido creando un vínculo entre las dos personas, a veces como una profunda amistad.

El cambio radical de una víctima de violencia

Marta Roda es una de las personas que ha ejercido como mentora social, en su caso en San Fernando de Henares, en la provincia de Madrid, con la entidad Dones Mentores. Quiropráctica que ha trabajado también como celadora y administrativa, llegó a la mentoría por una amiga que le habló de este proyecto de voluntariado en intervención social y a ella le pareció una idea maravillosa.

A quien tuvo que acompañar Marta fue a una mujer migrante de Venezuela, con dos hijos, víctima de violencia de género, con la autoestima por los suelos y muy pocos recursos económicos, sola en el mundo para hacer frente a todo. Empezaron a quedar una vez a la semana para dar un paseo, para hablar, para que esa mujer tuviera al menos alguien con quien desahogarse, a quien contarle tantas penalidades. Pero no fue sencillo.

"Los primeros días yo no sabía de qué quería hablar ella, no estaba segura. Te sientes un poco culpable porque piensas que, si no lo haces bien, puedes causar también un mal. Y vives situaciones complicadas: me acuerdo de que un día recibió una llamada de su expareja, acosándola, muy violenta. Ella tenía miedo de que le quitara a sus hijos", recuerda la mentora.

Pero poco a poco, con las charlas, con los paseos, con una compañía amiga al lado, esa persona atemorizada, sola, fue ganando confianza y seguridad. "Ahora, después de todo lo que ella ha pasado, está muy empoderada. ¡Lo que ha cambiado en poco más de un año! Y ya ha ayudado también a otras dos personas que se encuentran en su misma situación", dice Marta Roda.

Pero ella, la mentora, también ha cambiado. Ahora se da cuenta de lo afortunada que es por haber nacido y vivir donde vive, y siente la satisfacción de haber podido ayudar a mejorar la vida de otra persona que viene de otro país y se encuentra en una situación francamente difícil. "Te hace ver muchas cosas, como que te quejas de historias que son insignificantes cuando hay otras que son mucho más importantes. Y, además, no cuesta tanto hacerlo, sólo tienes que dedicarle un poco de tiempo", explica.

La experiencia de un refugiado activista LGTBI+

Mahmoud Assy es un refugiado que tuvo que irse de su país, Egipto, perseguido por ser un activista por los derechos de las personas LGTBI+. Llegó solo a España hace algo más de cinco años y encontró en la mentoría social el apoyo para salir adelante cuando estaba en el proceso de que le reconocieran el estatuto de refugiado. Sin el apoyo de Fina, su mentora, y su familia, tiene claro que todo hubiera sido mucho más complicado.

Mahmoud: "No fue algo paternalista. No me sentí como en los programas del sistema de acogida"

"Uno de los aspectos fundamentales de la mentoría social –explica– es que te ayuda a ver más posibilidades. El sistema de acogida no está creado para abrirte más puertas, sino para darte solo lo que está establecido. Y la mentoría te permite ver más posibilidades para tu vida, porque se trata de personas que están interesadas en ti y en lo que haces".

A Mahmoud Assy, por ejemplo, el acompañamiento de su mentora le ayudó a cofundar en Barcelona una asociación, Kudwa, un colectivo de migrantes y refugiados de habla árabe que trabaja por una identidad colectiva intercultural. Gracias a su apoyo pudo encontrar espacios para organizar eventos culturales y ver más posibilidades sobre la idea que él tenía en su mente de ese proyecto.

No obstante, Mahmoud tiene muy claro que la mentoría nunca puede ejercerse con un prisma protector, paternalista, según el cual alguien ayuda a otra persona que se encuentra en una situación desfavorecida. A su entender, el proceso debe ser bilateral, nunca unilateral, enfocado desde la participación, de forma que ambas partes aporten y aprendan al mismo tiempo.

"En ningún momento yo sentí que Fina o su familia me trataban desde una manera paternalista. Y eso hizo que la mentoría fuera para mí mucho más positiva. No me sentí como en los programas del sistema de acogida", confiesa.

"Lo que me encontré fue una gran soledad"

Teresa Franquesa, ambientóloga jubilada, es otra mujer que ha ejercido la mentoría social, en su caso en Barcelona y con la entidad Punt de Referencia. En septiembre de 2022, empezó a acompañar a un joven subsahariano que había llegado solo a España en una patera, siendo menor de edad, después de haber atravesado varios países y desiertos y cruzado fronteras muy peligrosas para alcanzar su objetivo.

"Lo que me encontré fue una gran soledad. Aunque estaba en un piso de acogida, aunque tuviera lo necesario para vivir, son personas que están absolutamente solas, sin ninguna referencia personal. Lo único que conocía de aquí era el Barca", recuerda Teresa. "Pero también me sorprendió que siempre estaba con una sonrisa, muy agradecido a todo, optimista. Y eso era lo que él me aportaba a mí".

Mentora y mentorado dieron muchos paseos por Barcelona, visitaron los recursos del barrio de él, la biblioteca de la que se hizo socio, el gimnasio; hicieron excursiones y hablaron también mucho, claro. "Descubres a una persona, con todo lo apasionante que resulta eso. A una persona que ha tenido unas vivencias muy fuertes, que se enteró durante su travesía por África de la muerte de su padre. Yo también le conté que mi padre se había muerto cuando yo tenía 16 años y eso nos unió mucho. A veces somos mucho más iguales de lo que creemos", reflexiona Teresa Franquesa.

La mentoría era sólo para un periodo de nueves meses, pero ellos se han seguido viendo, han seguido hablando por teléfono, intercambiando mensajes de WhatsApp, porque se ha creado un vínculo de amistad. "A mí esto me ha supuesto un enriquecimiento personal y desde muchos puntos de vista: con el grupo de mentores de Punt de Referencia y con la persona que he estado acompañando, con haber ganado un amigo. Y él me dice que esto le ha supuesto también muchas cosas, conocerse mejor a sí mismo, a la sociedad en la que vive ahora y sentirse más acompañado", explica Teresa.

Sin embargo, de momento esta mentora social no se ha propuesto iniciar un nuevo acompañamiento. "La intensidad forma parte de esta relación, porque son muchos frentes los que abarcas y, por ahora, me voy a centrar en seguir acompañándolo a él. A lo mejor, el año que viene ya me planteo iniciar otra".

Dificultades para ampliar proyectos

A Marta Roda sí que le gustaría empezar ya otra mentoría, pero su problema es que en San Fernando de Henares, donde vive, ya no se llevan a cabo este tipo de proyectos. Por eso, ella tiene una sensación "agridulce" con la mentoría social, porque le encantó la experiencia, pero ahora no puede repetirla debido, a su entender, a la falta de implicación que aún hay con estas iniciativas.

En toda España se están llevando a cabo más de 5.000 relaciones de mentoría social, cerca de 3.000 de ellas desde las entidades que pertenecen a la coordinadora. Sin embargo, según su directora, cada vez cuesta más esfuerzo ampliar los proyectos a causa del coste económico que conlleva ejecutarlos para, entre otras cosas, pagar a los técnicos que se encargan de la formación y supervisión de la labor del voluntariado.

No obstante, hay administraciones públicas que se han apuntado a fomentar la mentoría social, como es el caso de la Junta de Andalucía, que financia un programa de este tipo en centros escolares de zonas desfavorecidas. Actualmente, un centenar de colegios participan en el programa denominado Fénix Andalucía, cuyo objetivo es aumentar la motivación académica de los niños que viven en barrios de exclusión social.

En este caso, son 17 personas destacadas en el campo de la ciencia, la arqueología, el deporte, la comunicación o el teatro, y con una historia de superación personal, las que participan como mentores sociales para apoyar al personal docente en la tarea de motivación al alumnado con mayores dificultades.

La Coordinadora de Mentoría Social española considera que "no dejar a nadie atrás" tiene que ser algo más que una consigna. Por esa razón, propone que se incorporen a las políticas públicas el reconocimiento del derecho a sentirse acompañado y el papel que desempeña la mentoría para que eso pueda ser una realidad.

Día Internacional de la Mentoría

"En el marco de la Agenda 2030 y para el alcance de sus objetivos, la mentoría social se establece como una metodología clave e innovadora por su capacidad de incidir y de colaborar en la dirección del bienestar de las personas en situación de fragilidad, principalmente en momentos o etapas de transición", señala la coordinadora en el manifiesto que elaboró con motivo del primer congreso estatal de la mentoría social.

Mahmoud Assy, el refugiado egipcio, destaca como otro de los grandes aportes de la mentoría social su contribución a la eliminación de los prejuicios sobre colectivos minoritarios, como puede ser el de las personas que llegan de otros países, gracias a los contactos que se establecen con ellas. "Es un proceso muy interesante a nivel sociológico el que se crea con la mentoría social para crear una sociedad más inclusiva", explica.

El próximo 17 de enero, con motivo del Día Internacional de la Mentoría, la coordinadora tendrá una jornada estatal en Madrid para visibilizar este modelo de intervención social en España y reforzar el apoyo de las instituciones a sus proyectos.

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