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Jóvenes migrantes en España: "Toda nuestra vida tenemos que justificar por qué hemos venido"

Sobre cómo hablan de ellos algunos medios denuncian: "Nos sentimos usados, somos un material para un artículo"

Ismail El Majdoubi y la periodista Ebbaba Hameida en el V Congreso de Migraciones de Mérida.
Ismail El Majdoubi y la periodista Ebbaba Hameida en el V Congreso de Migraciones de Mérida. Javier Sanz Domínguez

'MENA', menor extranjero no acompañado. Hace años era una palabra que solo existía en el ámbito académico y desde hace un tiempo está en las tertulias de todas las televisiones. Televisiones que, sin embargo, dedican poco tiempo y espacio a contar las historias de estos chicos que migran solos, sus sueños y dificultades, y mucho menos a dejar que ellos mismos las cuenten.

El discurso que señala a los 'mena' como cabeza de turco tomó impulso en 2019, coincidiendo con el ataque a un centro de menores en el barrio de Hortaleza y potenciado por una ultraderecha que sabe que las crisis tienden a aumentar la percepción negativa hacia los inmigrantes. "En el 2019 nos señalaron, y nadie asumió la responsabilidad de que se estaba deshumanizando a un colectivo de niños", dice Ismail El Majdoubi, portavoz de la Asociación Exmenas, en el V Congreso de Periodismo de Migraciones celebrado en Mérida los días 5, 6 y 7 de octubre.

Él conoce bien la situación. A sus 23 años trabaja como mediador social y está en contacto con muchos jóvenes migrantes tutelados o extutelados. Pero su historia personal le da, quizá, una visión más profunda sobre un tema tan complejo: nacido en el norte de Marruecos, cruzó la frontera con 16 años en los bajos de un camión y desde entonces pasó por varios centros de acogida.

Narrativas polarizadas

En pleno auge del discurso de extrema derecha, El Majdoubi recuerda que buscó el término "mena" en Google. Los resultados le impresionaron: se les consideraba delincuentes, violadores, sicarios, adictos... Todavía se estaba discutiendo si les permitían vivir aquí o no, denuncia.

El peligroso mensaje, acompañado de bulos que circulan de forma desmedida, tiene un gran calado en la sociedad y en la percepción de la gente sobre los jóvenes extranjeros. Los medios de comunicación a menudo son cómplices por su forma de cubrir determinados acontecimientos.

Un ejemplo fue el cartel electoral que Vox exhibió durante las elecciones a la Asamblea de Madrid en mayo de 2021, en el que se criminalizaba a los jóvenes que migran solos. La investigadora Berta Güell, desde el proyecto BRIDGES, ha participado en el análisis de cómo los medios contaron este episodio. Explica que la mayoría de dichos medios mantuvieron el marco impuesto por el partido de ultraderecha y apenas hubo noticias que desplazaran el foco y hablaran de otras cuestiones, como la situación de los menores migrantes, los centros de menores, historias positivas, etc. Algo que Güell considera fruto de una "guerra ideológica de narrativas polarizadas y muy poco conectada con los hechos".

Controlar el relato

El Majdoubi creó la Asociación Exmenas precisamente para crear "un relato que nosotros podíamos controlar, para controlar a los medios de comunicación", dice. Desde el colectivo llevan a cabo otras acciones de sensibilización e incidencia, como ofrecer charlas en universidades o reunirse con el Defensor del Pueblo. También colaboran con la campaña de recogida de firmas de Regularización Ya, un ejemplo de cómo las organizaciones migrantes han tomado el liderazgo para plantear cambios necesarios.

Yassine Isalih, de 21 años, también forma parte de esta asociación. Él llegó a España hace cuatro años, y desde entonces ha sufrido actitudes racistas hacia él y los chicos de su mismo origen: "Sois todos ladrones, venís aquí a recibir ayudas... es lo que piensan [de nosotros], y a mí me molesta un montón", dice.
Insiste en que no todos los chicos y chicas migrantes son iguales, ni tienen los mismos objetivos ni las mismas razones para dejar atrás su país. Como cualquier persona que migra. "Hay gente que en Marruecos tiene estudios y no hace nada porque no hay trabajo, hay pobreza. Yo sinceramente estaba bien en Marruecos, pero veía a mis tíos y tías que tienen estudios y no están haciendo nada… Vi que mi futuro era así".

Esa inquietud por un futuro mejor le hizo cruzar la frontera con 17 años, solo, a bordo de una patera. Después de pasar por centros de menores, está en un albergue para mayores de edad. Hoy, desde entidades como Exmenas o porCausa, trata de hacer su aporte para lograr una sociedad más tolerante.

"Nos sentimos usados"

En España, a pesar del deber del Estado de garantizar la protección del niño o niña de acuerdo con su interés superior, la mayor parte de la infancia migrante reside en centros de menores. De ellos salen al cumplir 18, a menudo sin documentación ni alternativa habitacional, algo que dificulta su transición, su acceso al mercado laboral y a formar parte de la sociedad de acogida. Proyectos como FA.B! plantean la acogida familiar de la juventud que migra sola como alternativa más deseable. Sin embargo, se trata aún de una opción minoritaria. A las dificultades se le suma un imaginario colectivo que se alimenta cada vez más de discursos racistas y de odio.

"Nosotros venimos y apostamos por algo, o la muerte o una nueva vida", dice, rotundo, El Majdoubi. "Toda nuestra vida tenemos que justificar por qué hemos venido. Y muchas veces los medios de comunicación están colaborando en que la gente nos exija justificación". Cree que a los chicos migrantes se les vigila cada mínimo error: "Hay un montón de Juanes y Manueles que tienen 14 años y que roban en el Primark", dice.

Sobre cómo los medios hablan de ellos o se aproximan a ellos, "muchas veces nos sentimos usados, somos un material para un artículo", añade. Sin embargo, a él jamás le llegan noticias de sus preocupaciones como ciudadano: "No me llegan los niños que están en Ceuta, ni lo que está pasando en Casa de Campo... Tenéis muchas tareas", apunta a los periodistas.

En cuanto al uso de la palabra 'mena', reconoce que se ha convertido en un insulto: "Hay ucranianos menas... pero en el imaginario el 'mena'-insulto es el moro". Ellos tratan de reapropiársela: "Tiene que ver con cómo nos perciben aquí y cómo nosotros nos autopercibimos. Tenemos una identidad migratoria y estamos orgullosos de ella".

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