La Iglesia portuguesa ha decidido mantener en el cargo a los sacerdotes que siguen en activo pese a ser sospechosos de haber cometido abusos sexuales contra menores. La institución asegura que no puede "apartar de un ministerio a alguien sólo porque viene una persona diciendo que es un abusador". Sin embargo, los representantes del clero han aprovechado para pedir perdón a todas las víctimas.

Una comisión independiente ha determinado que hay al menos 4.815 testimonios validados en el país vecino. La gran mayoría ocurrieron entre los años sesenta y noventa. Más de 200 ciudadanos e instituciones religiosas han pedido este jueves que los obispos cómplices de encubrir abusos sexuales se retiren de sus funciones en los próximos dos meses.

La Conferencia Episcopal de Portugal ha reunido este viernes a todos sus miembros para estudiar medidas. Tras la asamblea, los participantes han optado por analizar cada caso de forma individual y se han negado a indemnizar a las víctimas. La Iglesia lusa maneja una lista con los nombres de los acusados que continúan ejerciendo su oficio y ha puesto a disposición de la diócesis todos los datos.

"Sin saber quién denunció ni por qué lo hizo es muy difícil", ha señalado José Ornelas, presidente de la Conferencia Episcopal. El sacerdote quiso recordar que "nadie es culpable antes de ser juzgado" y trató de justificar así la pasividad del organismo. 

Desde la institución se han comprometido a "tomar medidas" en caso de que las pruebas demuestren que los curas son responsables de haber cometido los delitos. Pese a rechazar las indemnizaciones y proteger de forma insistente al clero, los obispos han subrayado que habrá "tolerancia cero" con los abusos y han ofrecido su "apoyo espiritual, psicológico y psiquiátrico" a las personas afectadas.