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"Cuando hablamos de radicalización, no sabemos de lo que estamos hablando"

ENTREVISTA A JORDI MORERAS, antropólogo en la Universidad Rovira i Virgili. Critica los recientes programas de detección de la radicalización islamista en las aulas impulsados en Catalunya y la página web de denuncias anónimas activada por el Ministerio de Interior.

Jordi Moreras

CORINA TULBURE

BARCELONA.- Jordi Moreras, antropólogo en la Universidad Rovira i Virgili critica que los recientes programas de detección de la radicalización islamista en las aulas impulsados en Catalunya y la página web de denuncias anónimas activada por el Ministerio de Interior solo contribuyen a crear una sociedad del miedo, rota.

P. En Francia, muchos de los jóvenes que se han ido a combatir en Siria proceden de barrios marginales, aunque no todos. ¿Cómo se ha gestado esta exclusión social?

En Francia, en los años '50 se inició un proceso de urbanización para alojar a los emigrantes que venían de los países del Sur, para situarlos cerca de las fábricas, pero lejos de la ciudad, con lo cual existe una genealogía de exclusión muy fuerte, ya planteada desde un inicio. Las empresas públicas subvencionaron al principio aquel parque de viviendas que tenían un precio muy bajo. Fue necesario habilitar unos mínimos espacios comunitarios para generar una cierta convivencia porque se mezclaban orígenes culturales diversos. Por lo demás, no se ofrecía ningún tipo de servicio más allá de los indispensables, como educación y sanidad, nada más.

Algunos espacios comunitarios se convirtieron posteriormente en lugares sociales, y muchos de ellos acabaron siendo utilizados como salas de oración musulmana. Allí nace una parte del islam en Francia. Se trata, pues, de un modelo de exclusión que podemos entender claramente como estructural: estás situando a la gente directamente fuera, no dentro de tu comunidad. En París, si coges un tren desde el aeropuerto al centro y ves a la gente que vive en estos barrios de la periferia, son personas absolutamente comunes y corrientes, que forman parte del proletariado, llegan a la ciudad, trabajan y luego vuelven afuera otra vez. La ciudad los necesita, pero viven fuera.

Los que apelaron a una identidad nacional podían vincularse a algo y el tema religioso podría considerarse un elemento para aglutinar a la gente. Pero a fin de cuentas no existía la intención de formar a la gente como parte de una sociedad. Estamos hablando de los años '70, '80, décadas en que todo eso fue "aceptado" por los inmigrantes como una condición de exclusión necesaria para poder seguir trabajando en Francia. Las primeras generaciones se comieron esta exclusión, lo consintieron todo sin darse cuenta de que eso contribuiría a que en el futuro, sus hijos también heredaran esa estigmatización.

P. ¿Entonces, desde el barrio periférico se llega fácilmente a la violencia?

"Cuando alguien sugiere que solo el hecho de vivir en la periferia es motivo suficiente para rebotarse o 'radicalizarse' se equivoca"

No todas las periferias francesas son campos de batalla en donde parece que sólo entra el ejército. Eso forma parte de una ficción que es exacerbada desde algunos sectores de la sociedad francesa, y también desde las miradas simplistas que se elaboran desde otros países europeos. Cuando alguien sugiere que solo el hecho de vivir en la periferia es motivo suficiente para rebotarse o “radicalizarse” se equivoca.

Es verdad que en estas periferias hace tiempo que se produce un vacío referencial con respecto a los valores republicanos de los que se siente tan orgulloso el estado francés. Para empezar, el de la igualdad. El de la fraternidad ha tenido que ser reconstruido precariamente por parte de los mismos habitantes de estos barrios y, claro, la religión (no solo el islam, sino también otras) ha servido de base para la reconstrucción de estas solidaridades tan castigadas.

Las periferias se han convertido en un espacio de predicación, de reconstrucción de una identidad en torno a lo religioso, especialmente orientada hacia los jóvenes, que en muchas ocasiones ha servido para hacerles abandonar perfiles pre-delincuenciales, y en otras pocas puede haber abierto la puerta hacia la radicalización. Es importante que hagamos una reflexión ante los fenómenos estructurales que se dan en estas periferias, la urbanización y la ausencia del Estado como práctica de exclusión institucionalizada.

También debemos saber situar en ello las situaciones coyunturales: la voluntad de cooptar a jóvenes para que inicien su proceso de radicalización. Es evidente que existe una relación entre ambos fenómenos.

P. No todos los terroristas de Paris procedían de las 'banlieues'....

Jordi Moreras

No. Además hay un detalle muy importante, los jóvenes radicalizados tienen vidas, vidas particulares que pueden llegar a explicar desenlaces fatales. El policía judicial que murió en el primer atentado al salir de la redacción de Charlie-Hebdo vivía con su familia en Clichy-sous-Bois, uno de aquellos barrios que más han padecido el histórico abandono por parte de lo público. Él vivía allí, pero ¿por qué no se convirtió en un islamista radical? Era policía y fue víctima del atentado. O en marzo de 2012 en Toulouse, cuando un joven de origen argelino asesinó a dos soldados, uno de ellos de origen marroquí. ¿Por qué estas víctimas no se radicalizaron si partían del mismo perfil socio-económico como los que cometieron estos atentados? Eso demuestra, para empezar, la complejidad del fenómeno que estamos analizando, y que la radicalización no puede entenderse de forma simple.

Eso me hace pensar que cuando se habla de radicalización, uno no sabe de qué se está hablando. Es demasiado fácil pensar que la simple combinación entre vivir en la periferia y compartir un mismo perfil socio-económico, ya incita a estos jóvenes a expresar su odio ante la sociedad que les margina automáticamente. Es una respuesta cómoda, puesto que traslada toda la responsabilidad de estos procesos a los individuos, y exonera a la sociedad de cualquier culpa.

P. ¿Por qué los movimientos sociales o la izquierda no han llegado a estos barrios en Francia?

"Muchas veces los líderes políticos desconocen por completo la realidad de los barrios de donde esperan captar votos"

Muchas veces los líderes políticos desconocen por completo la realidad de los barrios de donde esperan captar votos. Tanto en el caso francés, como en el nuestro. Ellos no viven en los barrios periféricos, sólo llegan a ellos en campaña electoral y siempre bien arropados, no vaya a ser que sean abucheados. El combate contra las desigualdades, que forma parte del código genético de la izquierda, se convierte en un discurso idealizado elaborado desde el desconocimiento y sin contacto con lo concreto de la vida de estos barrios. En cambio, cuando la nueva izquierda alternativa a las viejas formas de hacer política progresista, se vincula estrechamente con la acción en las periferias, entonces la cosa cambia. Lo hemos podido ver en Barcelona. Incluso me atrevería a decir que lo que se observa, va mucho más allá de hablar de derechas o izquierdas, y tiene que ver con la manera en que se quiere transformar la centrifugadora de la exclusión. Ya no se puede hablar del combate de las desigualdades desde una posición acomodada.

P. ¿En Catalunya existen estas periferias de exclusión social?

El modelo de las banlieues francesas es radicalmente diferente de lo que tenemos aquí. Nosotros no tenemos periferias en sentido de unidades habitacionales aisladas geográficamente de los núcleos urbanos. Y si en Catalunya es posible identificar algunas, éstas tienen una dimensión mucho menor que en nuestro país vecino. Me viene a la cabeza los ejemplos de Bellvitge o de Ciutat Badia, lugares en donde se muestran los niveles de renta per cápita más bajos de Catalunya. Es cierto que en la ciudad de Barcelona existen preocupantes desigualdades, aunque no se pueden comparar con la situación francesa.

Esta mañana he estado en un instituto en el barrio de Poble Nou y por la tarde en el barrio de Sant Roc en Badalona. Son dos mundos totalmente diferentes, apenas separados entre si por unos pocos kilómetros. Poble Nou se ha reconvertido en un lugar agradable para vivir, deseado para según qué tipos de profesionales liberales o parejas jóvenes. Cuando cruzas el río Besòs, te encuentras con zonas urbanas que están muy castigadas. Esos contrastes nos muestran hasta qué punto las periferias representan, en sí mismas, un mundo de contrastes.

P. ¿Qué opina sobre el plan de la Generalitat de detectar la radicalización en la escuela?

"Tengo la sensación de que no se han valorado los efectos que pueda provocar esta iniciativa"

Existe una propuesta de los Mossos para hacer un seguimiento de los indicios de radicalización en las escuelas. A mí me parece absolutamente equivocado poner en primer término la sospecha como elemento a partir del cual comprender y explicar lo que pasa en la escuela. Con propuestas como éstas se quiere identificar determinadas conductas, como el hecho de que una chica se ponga el hiyab, como pre-radicalizadas. Y esto es un despropósito, ya que esta cuestión hace años está siendo abordada por parte de los profesionales que trabajan en los institutos desde una perspectiva educativa y social. ¿Por qué criminalizar la conducta de ciertos jóvenes en un momento tan delicado para ellos como es su formación? Tengo la sensación de que no se han valorado los efectos que pueda provocar esta iniciativa.

P. ¿Y la página web de denuncias anónimas abierta por el Ministerio del Interior?

Es una propuesta muy preocupante para toda la sociedad, porque instala la sospecha y el recelo en las relaciones sociales. Nos piden que colaboremos de forma activa en nuestra propia seguridad. Pero lo cierto es que sólo nos dan motivos para preocuparnos más. Vemos a policías armados hasta los dientes en Plaza Catalunya, ¿y hemos de creernos que así nos sentiremos más seguros? ¿Qué tipo de seguridad te da esta imagen? A mí, particularmente, ninguna. No concibo que las armas nos protejan. Lo que sí es efectivo contra las amenazas es combatir el miedo, y no alentarlo.

"No concibo que las armas nos protejan. Lo que sí es efectivo contra las amenazas es combatir el miedo"

Nuestros responsables políticos nos quieres aplacados, atemorizados y dóciles, pues ese es el espíritu que se encuentra en el centro de la llamada ley mordaza. El hecho de hacer sentir permanentemente a los ciudadanos como víctimas potenciales, es un potente instrumento de control social. Y al mismo tiempo nos mostraremos insensibles ante el hecho de que sigan cayendo bombas a miles de kilómetros de distancia, para protegernos de futuros atentados terroristas. Y conseguimos con ello el efecto contrario. España es el país que más detenciones de supuestos yihadistas ha hecho en los últimos años. Lo que la gente debería de saber es que gran mayoría luego son liberados sin ningún tipo de cargo. Pero nos parece bien que nuestra policía actúe preventivamente, incluso si con ello nos llevamos por delante algunos derechos civiles, porque nos sentimos víctimas, y porque fuimos víctimas. Pero no podemos vivir permanentemente con esta alarma, con la idea de que la sospecha sea el instinto que nos guíe.

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