Este artículo se publicó hace 7 años.
"El feminismo romaní molesta al poder, a esos que viven de la miseria de mis niños"
En la mesa de feminismo romaní nacional e internacional, cuatro mujeres romaníes Ana Giménez y María José Jiménez, presidentas de Gitanas Feministas por la Diversidad, Gaia, representante de la fundación húngara Romedia y la actriz serbia Sandra Salimovic, han relatado cómo viven esta lucha
Paula Peñacoba
Madrid--Actualizado a
"Las mujeres tenemos dignidad, tenemos valor, no somos objetos. Somos sujetos de nuestra propia historia", proclama Ana Giménez, presidenta de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad, durante su ponencia en el Primer Congreso de Feminismo Romaní. El colectivo lucha por el papel de las gitanas en la construcción de esta historia, por que se reconozca su presencia en ella. "Las gitanas somos las madres de la cultura, somos la pieza fundamental de la familia", continúa, "eso, que es una realidad que todo el mundo sabe y es como reinventar la rueda, también es muy peligroso. Porque, claro, pone en cuestión muchos discursos de patriarcado, de machismo dentro de nuestra propia comunidad".
El Congreso, resultado de cuatro años de trabajo, es el primer foro feminista creado por mujeres gitanas y para mujeres gitanas. Una respuesta al impulso asimilacionista que muchas veces perciben desde el movimiento feminista blanco.
"Yo no quiero convertirme en ti, yo quiero ser yo con derechos", explica Ana Giménez, dirigiéndose a las payas. La mesa de feminismo romaní nacional e internacional ha unido a cuatro mujeres romaníes que viven de acuerdo a esta premisa: Ana Giménez y María José Jiménez, presidentas de Gitanas Feministas por la Diversidad, Gaia, representante de la fundación húngara Romedia y la actriz serbia Sandra Salimovic.
El feminismo romaní está molestando a las fuerzas del poder, a los colonialistas, a los racistas
Para las gitanas, la defensa de los derechos de las mujeres no puede desdeñar la resistencia antirracista si pretende de verdad aliviar las injusticias que sufren. "Somos un grupo que defiende la dignidad de los gitanos y las gitanas en todos los niveles: en contra del apartheid, en contra del ghetto, de la segregación, en contra de la manipulación en contra de la sumisión…", apunta la presidenta de Gitanas Feministas por la Diversidad. Su reivindicación no siempre es recibida con los brazos abiertos: "El feminismo romaní es un movimiento político y filosófico extremadamente subversivo, que está molestando a las fuerzas del poder, a los colonialistas, a los racistas", señala Giménez. "A esos que viven de la miseria de mis niños, de la miseria de mis mujeres, de la miseria de mis chabolistas de Plasencia o de las 3000 de Alicante, o de la Cañada Real, les molestamos profundamente. Y yo estoy feliz de ser molesta", sentencia.
Un sentimiento que comparte la otra presidenta de la Asociación, María José Jiménez Cortiñas, Guru, que critica la autocomplacencia de muchas ONG, que instrumentalizan a los gitanos con proyectos puramente estéticos que eluden los problemas estructurales. "Nos dicen: 'Ven a hacer el currículum con nosotros'.¿Para qué? Si ahí fuera no me va a emplear nadie, si ahí fuera hay un racismo voraz", afirma. La misma hipocresía que ve en el trato de muchos políticos: "Cuando venga el político de turno y te diga 'qué guapa eres y qué cara más gitana, vamos a hacer una foto para que vean que el planeta de los simios, las monitas, empiezan a hablar…' Tampoco, niégate a eso", pide María José Jiménez a sus compañeras. "No nos podemos vender", reclama.
Discriminación múltiple hacia un pueblo sin estado
Gaia, representante de Romedia Foundation, explica que las más de 6 millones de mujeres romaníes que viven actualmente en Europa están sometidas a varios tipos de discriminación yuxtapuestos. Como mujeres gitanas, "todas ellas experimentan los mismos problemas: exclusión social, discriminación institucional, discriminación de su comunidad y de la población mayoritaria". Como mujeres, están expuestas a "problemas familiares para cualquier mujer en el planeta: violencia y sexismo". Como romaníes, "somos un pueblo sin estado, allá donde vayamos experimentamos discriminación no sólo hacia las mujeres, hacia las comunidades enteras", subraya.
"Se nos pone en una situación en que tenemos que elegir entre ser gitanas o ser mujeres"
Esta discriminación múltiple dificulta que las mujeres roma se identifiquen con los movimientos feministas de los países que habitan. "El racismo hacia nosotras como roma compite con nuestra identidad de género", precisa Gaia. "Se nos pone en una situación en que tenemos que elegir entre ser gitanas o ser mujeres, entre nuestra identidad cultural y nuestra identidad de género. Nuestro reto ahora es encontrar cómo posicionarnos como feministas y también como roma", reflexiona. Para ello, la fundación Romedia busca, mediante el periodismo, crear plataformas feministas y gitanas, donde estas mujeres puedan expresarse y encontrar su voz. "En una comunidad tan marginalizada como la roma, si eres una mujer que quiere hablar de temas de género, de sexualidad o de feminismo corres el riesgo de ser expulsada de la comunidad gitana y de la paya", advierte Gaia.
Feminismo gitano desde el arte
"Mi vida tiene mucha relación con el feminismo romaní", explica Sandra Salimovic, actriz y rapera gitana originaria de Serbia. "Mi familia era muy tradicional", relata, "mis padres querían que me casase con alguien que no conocía. Escapé de mi casa porque no quería casarme y quería ser actriz, que también estaba prohibido en mi familia. Decidí crear mi vida sola".
Todo fue bien hasta que terminó los estudios de arte dramático y surgió un problema con el que no contaba: todos los papeles que le ofrecían respondían a estereotipos relacionados con la raza gitana. "Llegó un momento que no podía más", cuenta. "Con mi hermana, decidimos crear una asociación feminista de teatro, Romano Svato, y empezamos a hacer producciones en las que deconstruimos los clichés de la población gitana que siempre aparecen en las películas: pidiendo limosna, que somos sucios, que somos perezosos, que todos son músicos, hipersexualizados…"
Su primera producción representó la historia de Johann Wilhelm "Rukeli" Trollmann, un campeón de boxeo romaní en la época del holocausto que fue asesinado en un campo de concentración tras disfrazarse de ario y negarse a perder un campeonato por ser gitano. "Yo representé al boxeador, para darle un toque feminista. Así, mostrábamos una visión diferente del pueblo romaní: no era una mujer cantando o bailando como siempre, era una mujer boxeando", comenta Sandra.
Siete años más tarde, la actriz continúa empleando el arte para destruir la imagen negativa creada sobre su pueblo. Su última producción audiovisual, Roma Armée, es la primera dirigida íntegramente por gitanos: "El líder o el creador siempre era una persona blanca. Esta es la primera vez en que los créditos de una producción empiezan con el nombre de una persona gitana", explica, señalando orgullosa su nombre y el de su hermana en una pantalla.
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