Este artículo se publicó hace 9 años.
Educar para liberar a la mujer
La grupación anarquista Mujeres Libres consiguió, entre 1936 Y 1939, que 20.000 mujeres se formaran profesionalmente, conociesen su cuerpo y cuestionasen su papel en la sociedad.
-Actualizado a
MADRID.- Acabar con la ignorancia, la esclavitud y la sumisión sexual eran los principales objetivos de Lucía Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gascón, las impulsadoras de Mujeres libres, una revista cultural y de documentación social que vivió entre los años 1936 y 1939. Poco después crearían la agrupación anarquista vinculada a la CNT con el mismo nombre, a través de la cual llevarían a cabo diferentes proyectos para luchar por la emancipación de la mujer frente a la relación jerárquica que sufrían en la sociedad.
Este fin de semana en el Ateneo de Madrid se celebraron las jornadas Mujeres libres y feminismo en tiempos de cambio, organizadas por La Fundación Andreu Nin y la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, vinculada a la CNT. En la mesa redonda La educación como vía de la emancipación de la mujer, se contó con la participación de Laura Sánchez Blanco, profesora de Historia Moderna en la Universidad de Salamanca, que destacó el papel que tuvo Mujeres Libres en la lucha por la igualdad en los años 30.
“Miles de mujeres tienen que reconocer su propia voz porque ha sido silenciada por la historia”. Las palabras de Sánchez Saornil describen el objetivo de la publicación nacida en una época en la que el analfabetismo femenino superaba el 47% y la mujer se veía obligada a estar en un segundo plano, siempre subordinado al hombre. La revista pretendía atraerlas al movimiento libertario y enseñarles los pasos que tenían que seguir para ser libres. La agrupación, con clases teóricas y prácticas, capacitaba a la mujer con la formación que requería para ser más independiente.
La escritora y periodista María Ángeles García-Maroto también estuvo en la mesa redonda, donde defendía la idea de que la educación “puede hacer esclavos, pero también puede hacernos libres”. “Es más”, añadía, “es un arma revolucionaria”.
El proyecto de Mujeres Libres se planteó con la idea de una triple educación para abolir la triple esclavitud a la que estaban sometidas las mujeres. En primer lugar, se luchó por acabar con la ignorancia: “si no podemos hacer uso de la palabra, no podemos defendernos, por lo que somos esclavas de aquellos que nos dicen lo que tenemos que hacer”, explicaba Sánchez Blanco.
El segundo paso era ofrecerles una formación de esa revolución social que se perseguía. En la revista se explicaban los principios básicos del anarquismo: “Había que abolir el Estado, el Gobierno, y toda autoridad que nos convierta en esclavas” aclara la profesora.
Según Sánchez Blanco, otro de los temas en los que se centraron es en la condición sexual de la mujer: “Estaba destinada a ser una buena madre y dueña de su hogar”. Lo que se pretendía desde la agrupación era reeducar a la sociedad y que fuese la mujer la que decidiese si quería ser madre o no. También desarrollaron una campaña importante sobre la maternidad consciente, es decir, en la cual se lanzó el mensaje de “procrear con cabeza”.
Mujeres Libres creó 147 agrupaciones, a las que estaban inscritas 20.000 mujeres. “Comparada con otras agrupaciones femeninas podemos considerarla pequeñita”, dice Sánchez Blanco, refiriéndose al número de inscritas, “pero si consideramos todos los proyectos que han desarrollado podemos considerarla grande, por todas las buenas ideas e intenciones que tenían y los logros que consiguieron, a pesar de las barreras que se encontraron en el camino”.
Para demostrar esta idea, la profesora universitaria destacó algunos de los trabajos importantes que se fueron expandiendo por los diferentes barrios de Madrid, que fue el foco inicial del proyecto.
Se impartieron clases elementales de cultura general y de idiomas para acabar con la ignorancia. Se creó una escuela teórico-práctica de automovilismo para que las mujeres aprendiesen a conducir. Y, en algunos barrios, hacían charlas dominicales para que entendiesen que “la política era la tiranía que las había hecho esclavas”. Además, las mujeres no tenían ninguna independencia económica ya que estaban bajo la tutela del padre si estaban solteras o del marido si estaban casadas. Por ello, Mujeres libres les ofrecía una formación que las capacitaría profesionalmente, lo cual les permitiría ser realmente libres.
Sin dejar de lado la lucha de la mujer, por las circunstancias bélicas del momento, mostraron apoyo en la retaguardia: “Crearon una lechería, un huerto donde hacían prácticas agrícolas, tenían talleres de confección de ropas y recibieron formación en asistencia sanitaria”.
Las agrupaciones avanzaron tanto que decidieron crear un instituto de cultura para recibir a más mujeres. Fue entonces cuando incorporaron una oferta de enseñanza superior de contabilidad, anatomía y fisiología.
Amparo Poch y Gascón era la encargada de impartir lecciones de anatomía. No conocían ni su propio cuerpo femenino porque era un tema tabú. En las clases se hablaba abiertamente sobre el aparato genital de la mujer y la prevención de enfermedades. La prostitución fue otro tema que se abordó: “No queremos tener hijas. Es una preocupación porque pueden acabar siendo prostitutas”. Así reflexionaban las mujeres embarazadas con las que trabajaba Poch y Gascón. “Sin embargo no se preocupaban cuando era el hombre o los hijos los que iban a los prostíbulos”, destaca Sánchez. Por ello, las clases de Poch y Gascón fueron fundamentales para entender la liberación de la sumisión sexual de la mujer.
A pesar de toda la lucha que hicieron mujeres como Sánchez Saornil, Poch y Gascón o Comaposada, la mujer actual todavía se encuentra con una triste realidad: “Todavía estamos más en casa que los hombres, cuando hay un enfermo en casa somos normalmente las cuidadoras, a los niños somos nosotras quienes le damos el biberón…”, lamenta la periodista García-Montoro. Recuerda, además, que la revista Mujeres Libres abogó siempre por una maternidad libre, y por desgracia, en la actualidad todavía parece que las mujeres tienen asignado el papel de madres en esta sociedad. “A los hombres no se les exige casarse o ser padre”, zanja.
Durante la exposición de ideas en la mesa redonda, Laura Sánchez Blanco mostró una fotografía de mujeres que trabajaban de mecánicas para ilustrar el avance social que se consiguió en esos años, pero añadió: “Es muy triste que a día de hoy fotos como éstas sigan sorprendiendo”.
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