Este artículo se publicó hace 8 años.
"La discriminación por ser gorda es más perjudicial para la salud que la propia obesidad"
Magdalena Piñeyro, autora de 'Stop Gordofobia y las panzas subversas', denuncia la exclusión basada en el sobrepeso.
-Actualizado a
MÁLAGA.- “Aquí no hay ropa para ti”. De este modo era recibida Magdalena Piñeyro hace tiempo en una tienda de Stradivarius en las Islas Canarias. Ella es la co-creadora y una de las administradoras de la página de Facebook Stop Gordofobia, que acaba de ver su reflejo en un libro del mismo título, con la coletilla “y las panzas subversas”.
En esta nueva publicación, editada por Zambra Iniciativas Sociales, Piñeyro denuncia la discriminación a la que son sometidas las personas con sobrepeso y, muy especialmente, las mujeres en la sociedad de culto al cuerpo en la que vivimos. Precisamente esta semana, el informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), realizado en 42 países de Europa y Norteamérica –entre los que se encuentra España-, revela que el 43% de las adolescentes de 15 años cree que está demasiado gorda, aunque apenas el 20% tiene realmente sobrepeso u obesidad.
“En la página de Facebook nos han llegado a decir que dábamos asco y que teníamos que borrarnos de la faz de la Tierra o, incluso, que estábamos perjudicando la capa de ozono”, relata esta joven activista feminista que no se resigna a ser excluida por su peso.
Desde su punto de vista, la discriminación sufrida por obesidad es muy distinta en función del género, puesto que “para que un hombre sea considerado gordo ha de tener mucho más sobrepeso que para que lo sea considerada una mujer”. Dicho de otro modo, la obesidad es un elemento más que se añade a la lista de discriminaciones que suma una mujer, sometida a una mayor presión de imagen que el hombre.
Piñeyro destaca las motivaciones estéticas o de salud como las principales en las que se apoyan quienes discriminan a otros por una cuestión de kilos, al tiempo que lamenta que ni “siquiera nos respetan cuando denunciamos esta situación, no nos tienen en cuenta”.
Los traumas que pueden llegar a suponer esta discriminación terminan siendo más perjudiciales para la salud que el propio sobrepeso.
El resultado es que los complejos, los traumas que pueden llegar a suponer esta discriminación terminan siendo más perjudiciales para la salud que el propio sobrepeso. Tanto es así, que “situaciones como hacer deporte para, precisamente cuidarse, se hacen imposibles por la vergüenza que se tiene ser víctimas de burlas”, explica la activista, para añadir que “ninguna persona se puede cuidar si no se quiere a sí misma”.
Por otro lado, Piñeyro critica duramente el nuevo modelo creado por las revistas de moda y que ella denomina 'gordibuena'. Se trata de “esa mujer gorda, pero no demasiado, con curvas, de raza blanca, joven, heterosexual y con dinero para comprarse cosas caras con las que, como dicen en esas revistas, ‘sacarse partido'”.
En su opinión, esta nueva clasificación no deja de ser un error, un nuevo condicionante dentro de quienes tienen sobrepeso con el que aparece otra exigencia de tener una apariencia determinada, de cumplir con ciertos cánones de belleza que terminan por incrementar la presión social.
“Recuerdo que una vez mi madre me dijo que el sueño de su vida era verme delgada y yo pensé, ‘vaya mierda de sueño'", dice Piñeyro
Por este motivo, Piñeyro defiende un cambio de paradigma “que empodere a los gordos y las gordas, en lugar de discriminarlas”, aunque precisa que ello “no significa cargar contra las delgadas”. En realidad, esta feminista veinteañera defiende la igualdad, desterrando prejuicios de imagen.
Lejos han quedado ya las noches del 15-M en las que junto a su amigo Carlos Savoie, activista LGTB, comenzaron a hablar y compartir experiencias, primero con vergüenza y, después, con determinación para crear la página de Facebook que el primer día ya tuvo 100 seguidores, a la semana 1.000 y hoy ya supera los 43.000.
“Recuerdo que una vez mi madre me dijo que el sueño de su vida era verme delgada y yo pensé, ‘vaya mierda de sueño, con la cantidad de cosas bonitas que hay para soñar, que es gratis, y sueñas eso”. Tras leer Stop Gordofobia y las panzas subversas y los testimonios que en él se recogen, su madre cambió de sueño.
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