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Crisis climática Los objetivos climáticos globales se lograrían con un parón económico cada dos años como el provocado por la covid

Un estudio de la revista científica 'Nature' estima que, para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y evitar que la Tierra se caliente más de 1,5ºC, se requiere una reducción drástica de las emisiones de CO2 durante los próximos diez años. Los investigadores hablan de un recorte de emisiones cada dos años similar al experimentado en 2020 como consecuencia de la pandemia.

El humo brota por una de las chimeneas de la central eléctrica de carbón de Bełchatów, Polonia.
El humo brota por una de las chimeneas de la central eléctrica de carbón de Bełchatów, Polonia. Kacper Pempel / REUTERS

La covid-19 ha provocado un parón económico sin precedentes con unas consecuencias visibles en la atmósfera. Las restricciones globales durante el año 2020 se tradujeron en un descenso de la movilidad y de la quema de combustibles fósiles que ha supuesto una caída de las emisiones de CO2 del 7% respecto a 2019, según los datos recopilados por Global Carbon Proyect. De un plumazo y con un suceso trágico como detonante, la humanidad ha conseguido emitir 2.600 millones de toneladas de gases de efecto invernadero menos que el año previo a la crisis. Sin embargo, esta bajada apenas tiene implicaciones en la batalla contra la crisis climática. Según un estudio reciente publicado por la revista Nature, hará falta que, cada dos años y durante la próxima década, se produzca un parón económico como el de la pandemia para que se consiga evitar que la temperatura del planeta suba más de 1,5ºC respecto a los niveles preindustriales.

"Las medidas para abordar la pandemia de la covid-19 redujeron las emisiones en aproximadamente un 7% en 2020, pero, por sí solas, no causarán disminuciones duraderas, ya que estas medidas temporales tienen poco impacto en la infraestructura económica basada en combustibles fósiles que sostiene la economía mundial", advierten los investigadores, que recalcan que cada año se debería producir una reducción de 1.000 millones de toneladas de CO2 a escala global si se quiere evitar que la humanidad se adentre en el peor escenario climático.

El informe no sólo evidencia los fuertes vínculos de la economía fósil con la crisis climática. También detalla las diferencias existentes entre los países más ricos y los que tienen ingresos más bajos. Así, las 36 grandes economías nacionales fueron responsables, antes de la llegada del virus, del 35% del total de las emisiones liberadas anualmente a la atmósfera, frente al 14% del que eran responsables las 79 regiones más empobrecidas del planeta. No obstante, la pandemia ha afectado a todas de una forma similar, con un detrimento medio del 9% de las emisiones de CO2 tanto en el conjunto de naciones ricas como en el de las más empobrecidas. Las 99 potencias restantes, calificadas en el estudio como medianas-altas, contribuyeron a la crisis climática con el 51% restante de las emisiones, sobre todo por la presencia de China dentro de este grupo, que ha visto como la pandemia genera una bajada del 5% de sus niveles de gases contaminantes.

"El repunte de las emisiones de CO2 es una advertencia de que no se está haciendo lo suficiente"

Este descenso de las emisiones de gas de efecto invernadero podría ir camino de ser algo anecdótico. El efecto rebote es cada vez más claro, pues ya en diciembre de 2020, cuando las economías empezaron a mostrar los primeros signos de recuperación, se registró un incremento del 2% de las emisiones asociadas a la energía respecto al mismo mes de 2019, cuando el coronavirus era desconocido, tal y como señala otro informe reciente de la Agencia Internacional de Energía. "El repunte de las emisiones globales de carbono hacia fines del año pasado es una severa advertencia de que no se está haciendo lo suficiente para acelerar las transiciones de energía limpia en todo el mundo. Si los gobiernos no actúan rápidamente con las políticas energéticas adecuadas, esto podría poner en riesgo la oportunidad histórica mundial de hacer de 2019 el pico definitivo de las emisiones globales", ha sostenido Fatih Birol, director Ejecutivo de la AIE.

Pero, ¿es posible reactivar la economía sin que se produzca un efecto rebote? "Cuando la infraestructura de combustibles fósiles se vuelva a utilizar, existe el riesgo de un gran repunte de las emisiones en 2021, como se vio a raíz de la crisis financiera mundial en 2009", ha explicado en The Guardian Glen Peters, uno de los autores de la investigación. La historia reciente muestra cómo las potencias suelen tejer sus recuperaciones económicas en torno a la quema de combustibles fósiles, en tanto que en 2010, un año después de la gran recesión, las emisiones de gases de efecto invernadero globales superaron en 2.000 millones de toneladas a las que se habían liberado a la atmósfera el año previo a la quiebra de Lehman Brothers.

Si bien la salida de la crisis actual está alejada de esa receta de una disminución de las emisiones cada dos años como la experimentada en 2020, Nature apunta que en algunas regiones como la Unión Europea se están anunciando estímulos económicos positivos y basados en infraestructuras verdes y energías renovables que limitan el uso de los combustibles fósiles. Aunque parece insuficiente, hay datos que muestran que el efecto rebote del CO2 puede no ser tan grande cómo el experimentado en 2010 o los que se vivieron tras la recuperación de la crisis del petróleo de 1974 y el de 1995, años después de la caída de la URSS.

"Las inversiones de las grandes potencias siguen estando abrumadoramente dominadas por los combustibles fósiles"

Así, los investigadores citan los compromisos que los tres grandes emisores del planeta han adquirido en el último año como algo positivo a lo que aferrarse. El Ejecutivo de Joe Biden, al poco de llegar a la Casa Blanca, anunció que EEUU volvería a incorporarse al Acuerdo de París y fijo 2050 como la fecha en la que el país norteamericano alcanzará la neutralidad de emisiones. China, por su parte, anunció en mitad de la pandemia que abandonaría por completo la economía fósil en el año 2060. La Comisión Europea incrementó su ambición climática a finales de 2020 y puso como objetivo reducir el 55% de su huella de carbono para 2030. No obstante, la meta que estas potencias se han marcado entra en contradicción directa con los planes de recuperación por la covid-19 y las inversiones de potencias como China, EEUU, UE, Dinamarca, Reino Unido, Francia, Alemania o Suiza "siguen estando abrumadoramente dominadas por los combustibles fósiles".

"El año 2021 podría marcar el comienzo de una nueva fase en la lucha contra el cambio climático", apuntan los científicos de Nature. "La tarea de mantener reducción en las emisiones globales del orden de 1.000 millones de toneladas de CO2 por año, además de mejorar la salud, la equidad y el bienestar, recae sobre las acciones que se tomen en el presente y en el futuro".

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