Este artículo se publicó hace 9 años.
El copiloto estrelló el avión de Germanwings de forma voluntaria contra los Alpes
El fiscal francés que investiga el siniestro afirma: "Nuestra interpretación es que el copiloto mediante una acción voluntaria se negó a abrir la puerta de la cabina al comandante del avión y accionó el botón que ordenaba al avión una pérdida de altitud. Ignoramos qué motivó esta decisión que podría considerarse como la voluntad de destruir el avión".
El copiloto del Airbus A230 tuvo "la voluntad de destruir el avión" de Germanwings que se estrelló el pasado martes contra los Alpes. Esa es la conclusión a la que han llegado los investigadores franceses, según informó este jueves a la prensa Brice Robin, el fiscal de Marsella encargado del caso.
Robin explicó que el copiloto, de nacionalidad alemana y llamado Andreas Lubitz, inició el descenso del avión "de forma voluntaria" cuando se hallaba solo en la cabina del avión, ya que el comandante había salido de la misma.
"Ignoramos qué motivó esta decisión que podría considerarse como la voluntad de destruir el avión", dice el fiscal
"Nuestra interpretación es que el copiloto mediante una acción voluntaria se negó a abrir la puerta de la cabina al comandante del avión y accionó el botón que ordenaba al avión una pérdida de altitud. Ignoramos qué motivó esta decisión que podría considerarse como la voluntad de destruir el avión", dijo el fiscal francés.
El relato de los hechos narrado por el fiscal Robin establece que en los primeros 20 minutos el copiloto mantuvo una conversación "normal y cortés" con el comandante. Pasado ese tiempo, ya sólo se escucha al comandante preparar el informe de aterrizaje en Düsseldorf, al que el copiloto responde de forma "lacónica". "No se puede hablar siquiera de que hubiera una conversación", explica el fiscal francés.
Tras revisar el aterrizaje en Dusseldorf, el comandante pide al copiloto que tome el mando del avión—presumiblemente para ir al baño— y se escucha entonces el movimiento de una de las butacas y una puerta que se cierra.
En ese momento, cuando el copiloto ya está solo, acciona el sistema de descenso y ya no vuelve a hablar hasta el momento de la colisión. Según la web FlightRadar24, que se encarga de hacer el seguimiento de vuelos en tiempo real, el piloto automático fue cambiado de forma manual para que el avión pasase a volar a 100 pies de altura, la mínima que permite el sistema.
Cuando el comandante regresa e intenta acceder a la cabina, se encuentra con la puerta cerrada e intenta comunicarse con Lubitz. Aunque está previsto que la puerta pueda abrirse desde fuera mediante un código de emergencia, nunca podrá abrirse si se bloquea desde dentro. Y eso lo que hizo el copiloto Lubitz: bloquearla. Al comprobar que no puede entra a la cabina y que el avión ha iniciado el descenso, el comandante intenta derribar la puerta blindada dando reiterados golpes desde fuera. Pero Lubitz le ignora: el fiscal explicó que dentro de la cabina "no se escucha absolutamente nada al margen de la respiración durante los diez últimos minutos [anteriores al impacto]".
"Había silencio total", subrayó el fiscal.
Pese al silencio, el copiloto seguía vivo, según explicó Robin: "Antes de la colisión se escucha al copiloto respirar con normalidad, lo que indica que siguió vivo hasta el momento del impacto y que a priori no sufriría ningún problema de salud".
Hay, además, otra circunstancia que apoya la tesis del accidente provocado y deliberado: el botón que acciona el descenso de altitud debe girarse, por lo que los investigadores descartan que hubiera podido accionarse accidentalmente debido a un desvanecimiento de Lubitz.
Las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del impacto.
Robin acusó al copiloto de estrellar deliberadamente el avión, pero al mismo tiempo afirmó que en estos momentos "no hay nada que haga pensar en un atentado terrorista".
En ese sentido, el ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziere, confirmó desde Berlín que el copiloto del avión de Germawings no tenía antecedentes terroristas conocidos hasta la fecha.
Dentro de la tragedia, Robin destacó que al menos las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del impacto.
Robin recordó que ese aparato es "bastante grande" y que los pasajeros "no están justo al lado de la cabina", pero insistió en que los gritos solo se oyen en los últimos minutos de la grabación.
"La muerte fue instantánea, el avión literalmente explotó al chocar contra la montaña", explicó el fiscal.
Preguntas de los familiares
Robin informó que antes de la rueda de prensa se reunió con familiares de las víctimas —"unas 200", según dijo— para trasladarles toda la información de la que disponía, parte de la cual ya había sido filtrada esta noche por el diario The New York Times.
"La muerte fue instantánea, el avión literalmente explotó al chocar contra la montaña", explicó el fiscal francés
"Los parientes hicieron muchas preguntas sobre normativa internacional, si era normal que el comandante saliese...", dijo, antes de añadir que considera que la información que se conoce en este momento, solo 48 horas después del accidente, ya supone "una progresión considerable".
Robin propuso a las familias acudir a la capilla ardiente si lo desean, mientras que se han puesto equipos especializados a su disposición, para padres y madres, y eventualmente hermanos.
Algunos cuerpos comenzaron ya a ser rescatados ayer a última hora de la tarde, y ha comenzado la identificación del ADN de los restos recuperados. El fiscal Robin precisó que se tardarán unas dos semanas en recuperar todos los restos.
"A las familias les cuesta un poco creer lo que ha sucedido, durante una hora y cuarto he intentado responder a sus preguntas, algunos datos son muy técnicos", señaló el fiscal.
Los allegados llegaron este jueves a Marsella en sendos vuelos desde Barcelona y Düsseldorf, además de en un autocar desde la ciudad española.
630 horas de vuelo
Lubitz contaba con una experiencia de 630 horas de vuelo con la aerolínea, en la que trabajaba desde septiembre de 2013. De 28 años, era natural de Montabaur, un pequeño pueblo entre Dusseldorf y Frankfurt. Su formación la desarrolló en Bremen, al norte de Alemania, según el diario Bild.
Se inició de adolescente en el mundo de la aeronáutica, primero con vuelos sin motor. Lufthansa ha informado además de que anteriormente estuvo destinado en la escuela de aviación civil de la compañía. Era miembro de la asociación de vuelo alemana LSC Westerwald, desde la que el pasado miércoles lanzaron un mensaje de pésame por la muerte de su antiguo compañero.
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