Este artículo se publicó hace 6 años.
Comienzan las ‘vacaciones en paz’ de los niños saharauis
Los menores podrán disfrutar de una alimentación saludable, revisiones médicas y asistencia dental, cosas básicas que no tienen garantizadas en los campamentos de refugiados en Argelia.
Julia González Úbeda
Madrid-
“A mi me gusta venir a España porque hay piscina y es genial”, dice Nasrala, un pequeño refugiado saharaui de 10 años. Ha llegado este sábado por la mañana a Madrid para pasar los meses de verano con una familia de acogida -David y Raquel- lejos del calor abrasador del desierto del Sáhara y de los campamentos de Tindouf, Argelia.
Como Nasrala, otros 4.000 menores -de entre 8 y 12 años- participan en una nueva edición del programa más exitoso de ayuda al pueblo saharaui en España: Vacaciones en Paz, según FEMAS, la Federación de asociaciones de ayuda al Sahara de Madrid. De la mano de asociaciones y familias voluntarias, Minetu, Cheej y Muna, entre muchos otros, han aterrizado en el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas y han abierto una puerta de escape para vivir “un verano diferente”, dice una madre de acogida.
Gracias a Vacaciones en Paz, estos refugiados saharauis han podido cambiar la dureza y el calor extremo de los campamentos del desierto por una estancia de dos meses en alguno de los pueblos o ciudades de España. Aunque dejan a sus padres y hermanos en Argelia, disfrutan de esta oportunidad que no tienen todos los refugiados. No todos consiguen una familia de acogida. A los afortunados se les ha permitido acercarse a otra cultura y forma de vida. “Mi madre me ha dicho que lo pase bien”, dice Zargue, de 12 años.
Su permanencia en España será siempre voluntaria y temporal porque la acogida no sirve como trámite de adopción. Durante la misma, los pequeños saharauis podrán disfrutar de una alimentación saludable, de revisiones médicas y de asistencia oftalmológica y dental, cosas básicas que no siempre tienen garantizadas en el lugar en el que se ven obligados a vivir.
Gracias a Vacaciones en Paz, estos refugiados saharauis han podido cambiar la dureza y el calor extremo de los campamentos del desierto
Muchos de ellos son repetidores y este es su segundo o tercer año en España. Otros vienen por primera vez y con asombro y algo de miedo escuchan los consejos y experiencias de sus compatriotas saharauis que llevan más años viniendo a nuestro país. Y es que este año han acudido a recibir a los pequeños un grupo de adolescentes saharauis que estudian en Madrid.
Estos últimos son acogidos gracias al programa Madrasa y viven con sus respectivas familias de acogida durante todo el año académico -de septiembre a junio- para volver al Sahara en verano. Madrasa es un programa de continuación donde las familias que ya acogían en Vacaciones en Paz pueden seguir colaborando con “sus” niños y les ofrecen la oportunidad de conseguir unos estudios en España.
Todos, con el pueblo saharaui
Este sábado ha sido el turno de las familias de acogida de Madrid, que entre lágrimas han abrazado a los menores refugiados. Además, durante esta semana ya les tocó a los de Andalucía, Extremadura y otros tantos lugares de España que colaboran con las asociaciones de ayuda al pueblo saharaui. En diversos ayuntamientos están previstos actos de bienvenida y celebración por esta esperada llegada.
Todos estos visitantes temporales son la tercera generación de miles de familias saharauis que en 1975 tuvieron que abandonar su país, el Sáhara Occidental - que era colonia española- tras la ocupación de Marruecos. Como consecuencia de la contienda se refugiaron cerca de la ciudad de Tindouf, al sur Argelia. Allí llevan esperando desde hace cuarenta años que se cumpla la promesa internacional de un referéndum de autodeterminación que les permita volver a su país.
Ahora, en los últimos tiempos, viven más abandonados que nunca. La ayuda humanitaria es mínima y los refugiados deben subsistir con lo más básico. La agencia de las Naciones Unidas para la ayuda a los refugiados, ACNUR, -junto a otras organizaciones internacionales- se ha ocupado durante décadas de facilitar las condiciones mínimas de vida a las cerca de 165.000 personas que viven allí, pero la existencia de conflictos en otros lugares del mundo deja a su suerte a los saharauis. La mayor parte de la ayuda que reciben actualmente proviene de las familias españolas.
Los lazos de unión que se crean son muy fuertes. La familia española crece gracias a la familia saharaui y viceversa. Aprenden unos de otros, se intercambian regalos y comparten experiencias “realmente gratificantes”, dicen algunos de los participantes. Son diversos los programas de ayuda que refuerzan el vínculo pero el más conocido es Vacaciones en Paz.
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