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El centro de budismo tibetano más solitario de Europa está en el Pirineo aragonés

En invierno, la budista francesa Anne Marie Trouflard pasa semanas sola y aislada por la nieve.

Cartel del centro budista, en la pista por la que se accede a la aldea de Sampere.
Cartel del centro budista, en la pista por la que se accede a la aldea de Sampere. Ferran Barber

"Por supuesto que me siento sola a veces", dice Anne Marie Trouflard. "¡Sola y triste!", añade mientras rompe a reír. "De cuando en cuando me siento completamente deprimida por no tener a nadie con quien hablar

Especialmente, en invierno. Aquí hace mucho frío y oscurece muy pronto y eso me va a apagando y encogiendo hasta que, inevitablemente, siento el deseo de irme fuera unos días. Pero solo unos pocos: una semana en la playa o un viaje rápido para ver a mi familia son suficientes para recuperar mi estado de ánimo. Claro que al mismo tiempo sé porqué estoy aquí y sé que este es mi lugar. ¿Qué haría o a dónde iría si abandonara esta montaña? Me gusta este lugar y me gusta esta vida aunque llegue exhausta a las puertas de la primavera sintiendo que... uf... necesito oxígeno".

Anne Marie suele pasar completamente sola desde noviembre hasta Semana Santa. "El invierno es muy duro", continúa. "En cierta ocasión, cuando llegué aquí, me eché a dormir en una yurta y me levanté a las ocho de la mañana rodeada por veinte centímetros de nieve. ¿Puedes imaginarlo? Arrancar con el proyecto fue bastante complicado. Ahora paso el tiempo trabajando en la casa, recogiendo leña, meditando, leyendo libros de Dharma... Suelo escuchar la radio, una emisora francesa, y a veces veo algo la tele. A lo mejor te suena ARTE. Es el canal que más me gusta. Luego llega ya marzo y regresa la luz y con ella, la gente, los voluntarios...".

La aldea donde vive esta marsellesa de 68 años se halla a algo más de 1.000 metros de altitud. Es la clase de paraje sobre el que pasan de puntillas hasta los mapas de la Ribagorza aragonesa. Hay otros monasterios y centros de budismo tibetano en la Península, pero ninguno tan aislado como este, lo que a su vez lo convierte en un espacio extraordinario y fascinante, único en Europa occidental. Se encuentra conectado por una pista de tierra con el pueblito medieval de Cajigar, a mitad de camino, más o menos, entre las riberas del Isábena y el Noguera Ribagorzana.

Anne Marie pasa semanas sola y aislada por la nieve en invierno en el centro de budismo más solitario de Europa

No hay muchas más de 100 personas en 20 kilómetros a la redonda. Entre los campos de cereal y la fronda montuosa de robles y de pinos que rodean el cerro donde se alza el centro es más fácil tropezarse con un corzo que con un par de campesinos. El nombre del antiguo núcleo de Sampere honra a un monje medieval cristiano conocido como Pere, lo que aún impone más galones espirituales a la aldea que ahora ocupan los budistas. Son las ruinas reconstruidas de una antigua finca de 150 hectáreas adquirida y donada al maestro Situ Rinpoché por una fiel mallorquina llamada Berta Fontanillas.

A la vera del Dalai Lama

El centro Palpung Samphel Chöling echó a andar en 2016 bajo los auspicios de Tai Situpa, el Gran Preceptor, uno de los linajes más antiguos de tulkus o lamas reencarnados en la escuela Kagyu de Budismo. Según la tradición, es una emanación de Maitreya, el bodhisattva que se convertirá en el próximo Buda y que se ha encarnado como numerosos yoguis indios y tibetanos desde los tiempos del Buda histórico. Después del Dalai Lama, el maestro de Anne Marie, Situ Rinpoche, es uno de los budistas más venerados e importantes del planeta.

La francesa Anne Marie Trouflard junto a Ani Kunzang, una monja originaria de la población oscense de Monzón que pasa unos días en el centro.
La francesa Anne Marie Trouflard junto a Ani Kunzang, una monja originaria de la población oscense de Monzón que pasa unos días en el centro. Ferran Barber

La francesa tenía y tiene una relación cercana tanto con el fundador del centro como con Berta Fontanillas, lo que explica que Kenting Tai Situpa la pusiera al frente del proyecto. "Soy budista desde que tenía 23 años, hace de eso ya 45", dice Anne Marie Trouflard. Antes era cristiana. Me jubilé muy joven y me fui a vivir en 2005 con mi maestro a un monasterio situado en el norte de la India, a unos cincuenta kilómetros de Dharamsala. Aquello tiene casi dos mil monjes. Supongo que fue el karma lo que me acercó hasta él. Me había hablado muchas veces del lugar que había donado Berta, pero fue en 2016 cuando me dijo: 'Ve y crea aquello'. Además de las casas de la aldea y de la finca, solo teníamos 35.000 euros. Fueron comienzos duros porque lo que me encontré fueron ruinas. Yo vivía completamente sola en una casa móvil, aparte de los voluntarios que nos visitaban en verano. Con el tiempo, llegaron nuevas donaciones y reconstruimos varios edificios. Ahora hay un almacén, una cocina, un templo, la casa donde vivo yo, dos casas móviles y la casita de invitados".

Anne Marie pasa todo el año con dos grandes mastines de apariencia muy fiera pero de alma amigable. Eso ayuda especialmente a sobrellevar los inviernos fríos y solitarios de seis meses. Toma el agua desde Cajigar para beberla, una vez tratada. Antes tenía que viajar dos o tres veces por semana hasta una fuente para suministrarse con bidones. No hay conexiones a la red eléctrica, pero sí placas fotovoltaicas. Cuando nieva o está nublado, deben tirar de velas y linternas.

No hay conexiones a la red eléctrica, pero sí placas fotovoltaicas. Cuando nieva o está nublado, deben tirar de velas

Hay varios edificios más aún en proyecto. Es prioritario, por ejemplo, construir un nuevo templo que reemplace a la sala de oraciones, levantar una estupa y dotarse de un albergue para alojar a voluntarios y a los visitantes eventuales que acuden a los cursos. Hace algunos años que organizan actividades, de acuerdo a sus posibilidades. Se realizan prácticas de forma regular todos los fines de semana, además de encuentros y retiros de meditación, cuando llega el buen tiempo. La información puede encontrarse en el sitio web del Palpung Samphel Chöling.

La escuela de Tai Situpa tiene también algunos centros en Austria, Italia, Hungría y Finlandia y todos han sido levantados durante los últimos diez años. El del Pirineo aragonés es el mayor probablemente. Aunque no pertenecen, en rigor, a la misma escuela del budismo, este nuevo centro de la Ribagorza se halla estrechamente vinculado a otro más veterano, el Dag Shang Kagyu de Panillo, donde en la actualidad residen de manera estable alrededor de treinta fieles y, entre ellos, veinte lamas e instructores. "El maestro nos visitó en 2018 y le gustó y nos animó a que siguiéramos adelante", nos cuenta Anne Marie. "Ahora ya no viaja porque le resulta complicado. También estuvo aquí Kalu Rinpoché".

Plusmarquista del aislamiento

En invierno, la plusmarquista mundial del aislamiento Anne Marie Trouflard pasa a menudo hasta quince o veinte días completamente aislada. La soledad y el abandono romántico del municipio de Cajigar-Monesma es un arma de doble filo. De una parte, se halla tan desconectado de cualquier arteria vial que resulta complicado incluso encontrar la aldea. Pero por otra parte, es una bendición para cualquier criatura espiritual que existan todavía lugares como este, si no en el corazón, en el riñón derecho de los Prepirineos, lejos del mundanal ruido, el turismo de masas, el demonio de las estaciones de esquí y los proyectos inmobiliarios especulativos que están devastando los últimos rincones vírgenes de la cordillera y de las estribaciones que la anticipan.

Una pista de tierra del municipio oscense de Cajigar conduce a este remoto y aislado centro budista.
Una pista de tierra del municipio oscense de Cajigar conduce a este remoto y aislado centro budista. Ferran Barber

El propósito de Anne Marie y de su maestro es organizar en el futuro largos retiros de tres años, tres meses y tres días. No tienen prisa, ni tampoco el dinero suficiente, pero así se construyó el vecino Dag Shang Kagyu, al ritmo que imponían las donaciones de los fieles.

A la gente del terruño —pocos, poquísimos— les parece un regalo que hayan plantado esa semilla de budismo tibetano entre las iglesias y las ermitas que jalonan este rincón bellísimo de la Ribagorza. Se sabe, por la experiencia previa del monasterio de Panillo, que los budistas son gente de bien, un modelo de respeto por la vida —por cualquier forma de vida— y, sobre todo, un soplo de filosofía humanista oriental en estos tiempos de guerra y masculinidades tóxicas. En los terrenos del monasterio de Panillo los jabalíes se comportan como perrazos amigables y las ardillas comen de la mano, lo cual es un problema para ellos porque, tan pronto como abandonan los límites del monte que custodian los budistas, les aguarda una legión de cazadores y los problemas inherentes a la mancha humana.

Las poblaciones más cercanas al Palpung Samphel Chöling se hallan conectadas por pistas de tierra bien cuidadas que serpentean entre los montes y los campos del Prepirineo. Es este un país donde la huella antropogénica ha hecho poca mella todavía. Es tan virgen, de hecho, que muy probablemente Pere el Monche no se sentiría apabullado en nuestros días por la algarabía de la civilización a condición de que se quedara en el condado. El ermitaño prodigó su caridad en el Hospitalet. Sus restos se hallan en el templo de Cajigar, en cuya población todavía puede visitarse el que fue el palacio de los Barber, una de las familias que se hallaban al frente de este señorío hace mil años. Aún quedan descendientes del linaje aragonés.

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