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Resiliencia, ¿sabemos realmente qué significa?

Nadie tiene el poder de controlar su entorno por completo, ni tan siquiera la capacidad para predecir qué le sucederá mañana o tal vez dentro de un año. Vivimos en la incertidumbre continua y de vez en cuando sufrimos el tremendo impacto de una desgracia o de un contratiempo severo, tan duro como inevitable. No es de extrañar, por tanto, que resiliencia se haya convertido en una palabra tan usada, especialmente en el último año.

El devenir de cualquier persona está jalonado de hechos desfavorables que no siempre son fáciles de afrontar: la muerte de un ser querido, la llegada de una enfermedad grave o la pérdida de un empleo son algunos de los golpes que pueden sorprendernos y poner a prueba nuestros recursos vitales.

La vida siempre camina hacia adelante y la resiliencia es la función neurológica y comportamental que permite a los seres vivos superar las adversidades y sobreponerse a los efectos del infortunio más implacable.

¿Qué es la resiliencia?

Resiliencia

El diccionario de la RAE (Real Academia Española) nos brinda dos definiciones del término resiliencia que pueden ser de gran utilidad para comprender con claridad el alcance de este concepto:

  • ‘Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.’
  • ‘Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.’

La neurociencia la describe como la capacidad del sistema nervioso para enfrentarse a una situación desfavorable, adaptarse a ella y salir fortalecido. Supone la activación de procesos neuronales que proporcionarán  a cada sujeto instrumentos emocionales y cognitivos para aprender a vivir después de las desventuras. El objetivo final será adaptarse satisfactoriamente a un estrés agudo, a un trauma o a formas más crónicas de adversidad.

En definitiva, sirve para desarrollar un proceso en el que nos adaptamos a las desdichas que no hemos podido evitar, sobrevivimos a ellas y finalmente somos capaces de reinterpretarlas y conferir un nuevo significado subjetivo a las vivencias más dolorosas.

En otras palabras, la resiliencia nos permite generar nuevos recuerdos y representaciones mentales respecto de los sucesos traumáticos más críticos. Es obvio que no podemos cambiar hechos pasados, pero contamos con la capacidad funcional para asumirlos de forma diferente y convivir armoniosamente con su memoria.

Características de la resiliencia

Personas resilientes

Para comprender los mecanismos y procesos que forman parte de ella es oportuno que tomemos en cuenta las siguientes características:

  • No presenta niveles invariables a lo largo de la vida de una persona. Es dinámica y experimenta cambios. Alguien puede ser muy resiliente en su madurez y no mostrarse igual en los años de juventud.
  • Solo se activa ante desgracias o hechos adversos muy significativos para el normal desarrollo de la vida de una persona, nunca ante percances menores.
  • No se desencadena ante estados cotidianos de estrés benigno.
  • Es un proceso o mecanismo con función adaptativa.
  • Necesita un tiempo para actuar y completar el proceso de recuperación emocional. Este plazo para reponerse estará sujeto a la variabilidad individual. También dependerá de la naturaleza de las desgracias sucedidas, de las redes de apoyo social y de otras características y aprendizajes personales que citaremos a continuación. Por ejemplo, suele afirmarse que los períodos de duelo más o menos severo por el fallecimiento de un familiar muy allegado ocupan entre año y medio y dos años de promedio.

¿Cómo son las personas resilientes?

mujer en el trabajo
Photo by Brooke Cagle on Unsplash

Se constata una gran variabilidad individual cuando se trata de superar o reponerse de situaciones penosas. No todo el mundo cuenta con el mismo potencial para recuperarse de un acontecimiento amargo, de la misma forma en que también somos distintos con relación a otras características o facultades.

No estamos hablando de ninguna aptitud homogénea, sino de un conjunto de destrezas que se construyen sobre la base de experiencias y de aprendizajes muy diversificados.

Pero ¿qué distingue a las personas resilientes de otras con menor pericia para ‘surfear’ por los percances ingratos que les van saliendo al paso?

  • Perciben sus emociones y son capaces de gestionarlas. No se trata de evitarlas o inhibirlas, sino de entenderlas, controlarlas y expresarlas sin que ello les provoque niveles elevados de ansiedad.
  • Son empáticas y les resulta fácil sentir y comprender las emociones de los demás.
  • Son curiosas e inquietas, casi siempre están proclives a mejorar y a disfrutar experimentando nuevos aprendizajes.
  • Muestran altos niveles de autoconfianza y también facilidad para establecer relaciones equilibradas de confianza con otras personas.
  • Suelen tener redes de apoyo social y familiar más o menos extensas y fuertes. Tienen capacidad para mantener vínculos emocionales y de colaboración con un mayor número de personas.
  • Saben vivir bajo presión y controlar episodios de estrés, así como minimizar los factores que les generan desasosiego.
  • Son proactivas y tratan siempre que pueden de ser previsoras y evitar la aparición de problemas o conflictos.
  • Tienen facilidad para detectar e identificar las causas o variables relevantes que les ocasionan escenarios con dificultades. Saben darse cuenta cuando es su propia conducta la que les ha generado complicaciones.


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