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BARCELONA.- Yanis Varoufakis, reconocido economista griego y exministro de Finanzas del Gobierno de Alexis Tsipras, es una de las caras más visibles de la lucha contra la austeridad en toda Europa. Temido por algunos, admirado por otros, la convicción de que es necesario confrontar las imposiciones de la Troika y reformar Europa lo han llevado a no dejar la política desde que dimitiera como ministro de finanzas pronto hará un año.
Reconoce que su perspectiva sobre la democratización de Europa, bajo el paraguas del movimiento paneuropeo DIEM25, puede sonar idealista pero señala a Barcelona como ejemplo de que el cambio es posible y pide hacerlo extensible a mayor escala. "Desde las instituciones, pero al mismo tiempo contra el establishment. Esto es lo que necesitamos llevar a otros niveles", asegura. En este sentido, defiende que España no es Grecia y que el Gobierno que salga de las elecciones del 26J tendrá en sus manos la oportunidad de "salvar Europa".
Estos días pisa la capital catalana para apoyar al equipo de Ada Colau y presentar el libro Un plan para Europa (Icària Editorial), fruto de una larga conversación con el jurista Gerardo Pisarello sobre las alternativas al actual modelo europeo. En esta colaboración conjunta entre Público y Crític (ver versión en catalán), se muestra muy optimista con una Europa que reconoce "horrible", pero que confía que, pese a todo, puede regenerarse.
Berlín, Londres, Barcelona... ¿Cuál es el propósito político de tanto viaje?
Después de que la rebelión de la primavera ateniense contra la Troika hiciera fallida un grupo de nosotros decidió que era esencial recoger ese espíritu de rebelión que había empezado en Atenas para reiniciar la Unión Europea, recrear las circunstancias de esperanza compartida, llevando esta campaña al resto de Europa. Por una simple razón: si no lo hacemos, el Eurogrupo, el Consejo Europeo, el Ecofin...continuarán imponiendo las mismas políticas y la Unión Europea terminará por desintegrarse, no sobrevivirá.
Dentro de poco hará un año del famoso OXI del pueblo griego a la Troika. Después, usted decidió dimitir. ¿Cómo ve ese momento y esa decisión ahora, un año después?
Dimití -eso es lo que dije en ese momento- como gesto de solidaridad con Alexis Tsipras. Bueno, de hecho, la razón por la que dimití fue porque la noche del referéndum el increíblemente valiente pueblo griego nos dio un 62% de mandato para decir ‘NO’ a la Troika y el primer ministro decidió decir SÍ. Por eso dimití, porque no quería seguir adelante con ese SÍ. Desde entonces me temo que mi valoración y la de la mayoría de los que dijimos NO se confirmó: pensábamos que decir SÍ supondría perpetuar la crisis y convertir Grecia en un país cada vez menos sostenible.
¿Qué papel puede jugar España después del 26J para el cambio en Europa?
El pueblo español tiene una oportunidad el 26 de junio de elegir un gobierno que salve a Europa, esto es en lo que deberíamos centrarnos. No tanto en qué podemos pedirle a Europa por España, cuánto dinero podemos recibir o qué tipo de concesiones podemos conseguir de Bruselas. España es una economía significativa, mucho más grande que Grecia, y tiene un peso suficiente para imponerse a Frankfurt o a Berlín. Es necesario un cambio de mentalidad. Mariano Rajoy, así como Matteo Renzi, han usado el peso de sus países para ser autorizados a romper las reglas. Esto no va a cambiar Europa ni va a ayudar España o Italia. Necesitamos nuevas reglas, rediscutir y rediseñar el modo en que estamos haciendo las cosas y es aquí donde el nuevo presidente de España, sea quien sea, tiene una oportunidad que no puede dejar escapar.
¿Tiene Podemos el plan contra la austeridad que no tuvo Syriza para plantar cara a la Troika?
No se trata de tener o no tener un plan contra la austeridad, nosotros lo tenemos, teníamos uno en Grecia. De hecho es mucho más sencillo: se trata de parar la austeridad, dejar de recortar, dejar de pensar que recortando vas a conseguir algo, no hace falta ser un genio. La cuestión clave es: ¿Tenemos un plan para hacer frente a las amenazas que vendrán desde Bruselas? ¿Hay una intención real de confrontarlas en lugar de ser coartado?
¿Se pueden confrontar esas amenazas?
Absolutamente. No solo tenemos la posibilidad sino que tenemos herramientas potentes para hacerlo. Lo que necesitamos es en primer lugar un plan detallado sobre qué hacer; en segundo lugar necesitamos avisar del plan antes y en tercer lugar debemos rechazar cualquier intento por parte de la Troika de coartar al nuevo gobierno. Debemos hacer públicas estas intenciones para que el señor Dijsselbloem [presidente del Eurogrupo], el BCE..sepan cuáles son.
¿Pero Podemos tiene ese plan para hacer frente a las amenazas? ¿Usted lo conoce?
No es mi papel interferir en los asuntos de Podemos o cualquier otro partido. Yo creo mucho en la soberanía de nuestras naciones y nuestros partidos políticos. Desde DIEM25, el Movimiento por la Democracia en Europa, lo que estamos haciendo es ir de un país para otro y crear una agenda europea en la que los partidos y los gobiernos progresistas puedan operar de un modo que sea beneficioso, en este caso, tanto para los catalanes como para los españoles o los europeos.
¿Considera que Podemos ha suavizado su discurso después de la experiencia griega?
No hay nada malo en un discurso blando, no debemos confundirnos. No es necesario un discurso revolucionario para llevar a cabo acciones revolucionarias. Para llevar a cabo el cambio que necesita España y también Europa debemos participar de la diplomacia pero al mismo tiempo ser firmes con los principios importantes. Por ejemplo: no aceptar las reglas tal y como son, que no haya un compromiso con las políticas anteriores que Rajoy ha estado siguiendo. No hay duda de que el Banco Central Europeo o el Eurogrupo tratarán de imponerle al nuevo gobierno las políticas del gobierno anterior. Es aquí donde no podemos ser blandos. Debemos ser muy duros en esto.
Hoy mismo [ayer para el lector] comparte acto con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Hace muy pocos días hacía un año de su elección como alcaldesa. Desde el gobierno municipal se han encontrado con ciertos límites de maniobra y poder.
Como progresistas europeos todos estamos mirando hacia Barcelona y estamos muy orgullosos de lo que está haciendo Ada Colau desde la administración. Por supuesto que te encontrarás con limitaciones o dificultades, no vivimos en el mundo ideal en el que nos gustaría vivir. Pero lo que ha hecho Ada Colau en Barcelona es un milagro; un movimiento que empezó como movimiento de protesta contra las mendicidades del neoliberalismo a nivel local ha entrado en el Ayuntamiento y lo ha cambiado.
Teniendo en cuenta las limitaciones con las que se encuentran, nuestros camaradas en la ciudad de Barcelona han transformado la forma en la que la ciudad es gobernada y el presupuesto es elaborado. La ciudad de Barcelona puede no estar siendo innovadora respecto al financiamiento de negocios o cooperativas. La innovación está en cómo hacer esto con el progreso que requiere: desde las instituciones pero al mismo tiempo contra el establishment. Esto es lo que necesitamos llevar a otros niveles: regional, estatal y europeo. Cuando la gente me dice: ‘La Unión Europea es una institución horrible, ¿por qué dices que deberíamos tratar de democratizarla?’ les digo: ‘Bueno, la ciudad de Barcelona solía ser también una institución horrible.’.
¿Puede Barcelona conducir un cambio a nivel europeo?
Ya lo está haciendo. Cada uno de los ayuntamientos que conozco, desde Leeds -donde estuve hace un par de días, en el norte de Inglaterra- hasta Grecia, están mirando qué está pasando en Barcelona, cogiendo ideas y pensando maneras en las que iniciativas en Barcelona pueden ser transformadas en experiencias locales.
¿Cómo es percibida Ada Colau en Europa? ¿Considera, tal como se preguntaba Dan Hancox en un artículo en The Guardian hace unos días, que es la alcaldesa más radical del mundo?
Bueno, no estoy muy seguro de si es la alcaldesa más radical porque tampoco sé muy bien qué entender por radical, lo que sí sé es que es una alcaldesa que está cambiando de un modo radical su ciudad y cambiando la perspectiva que tienen los europeos sobre de lo que son capaces sus ciudades. Estoy convencido que Ada Colau es una figura influyente en la política europea y no me preocuparía demasiado si a los grandes burócratas europeos no les gusta, esto sería de hecho una medalla de honor para Ada Colau.
Hablemos ahora de Catalunya. Seguro que está al corriente de su situación política. ¿Cómo ve el proceso de independencia?
Creo firmemente en el derecho a la autodeterminación. La gente de Catalunya tiene el derecho y el deber histórico con ellos mismos de decidir qué quiere ser Catalunya y de qué modo quieren ser integrados en España o en la Unión Europea. El pueblo de Catalunya merece tener derecho a un proceso que determine su futuro y sus acuerdos constitucionales.
Lo que es interesante es que ahora la Unión Europea está en una crisis seria, pero esto nos da la oportunidad para pensar el tipo de constitución que queremos para substituir los actuales tratados que nadie entiende porque estuvieron pensados para que nadie lo hiciera. Necesitamos un proceso constituyente para la UE y esto abre espacio para la gente del Reino Unido y Escocia o Gales para repensar su constitución, algo similar también para Madrid y Catalunya o Bélgica. Es una gran oportunidad, deberíamos verlo así y no como una amenaza, para reconfigurar un proceso constitucional que pueda incluir un sistema más armonioso.
¿Qué papel pueden desempeñar las ciudades en un cambio a nivel europeo?
Nadie puede levantarse por la mañana y movilizarse para cambiar Europa. La gente se levanta y sueña con cambiar su barrio, su ciudad y su país. Pero al mismo tiempo entienden que todos estos esfuerzos se han de añadir a una agenda o plan europeo. Porque Europa está creando la ecología de las comunidades en las que debemos sobrevivir y desarrollarnos.La idea de una intervención radical en las ciudades, que luego se conectan unas con otras creando una red de ciudades rebeldes, funciona bajo el paragüa de una agenda europea común -que es lo que, por ejemplo, está intentando crear el movimiento DIEM25. Estas ciudades rebeldes forman parte de un todo que nos puede inspirar y dar esperanza.
¿Qué le diría a quienes consideran que el PLAN B para Europa es idealista?
Cuando estaba en el Gobierno ya tenía un Plan B. Y tuve un Plan C. Y en realidad hasta tenía un Plan X. Pero esto no es lo que Europa necesita. Necesitamos un Plan A porque el continente está yendo a la deriva sin un Plan A. El movimiento DIEM25 está tratando de crear este Plan A, una agenda europea. ¿Es esto idealista? Definitivamente. Pero el mundo se convirtió en un lugar mejor porque había idealistas que en algún momento, por ejemplo del siglo XIX decidieron estar en contra de toda evidencia y luchar contra la esclavitud o por un servicio de salud nacional o por la defensa de la seguridad social. Todo esto eran ideas utópicas. Pero sin ellas el mundo sería un lugar mucho peor.
Lo que respondo a aquellos que piensan que el movimiento DIEM25 es utópico es que sí, lo es. Pero la única alternativa es una distopía horrible.
Tras su experiencia dentro de las instituciones europeas... ¿sólo se puede cambiar la política europea desde fuera?
No, tenemos que cambiar las cosas en todas partes. No debemos pensar que las instituciones europeas, solo porque son horribles, pueden ser ignoradas. El eslogan que me gustaría compartir es que debemos estar dentro y en contra de la institución. Debemos entrar en las instituciones, los gobiernos, el poder, parlamento europeo, la comisión europea y los ayuntamientos para cambiarlas. Después de todo, así es como transcurre la historia, a través de la tesis y la antítesis, de las clases, las confrontaciones.
Usted defiende transformar la actual UE, pero sin desintegrarla. Sin embargo, ¿está ganando peso la idea de romper, más que de reformar, una Europa que no respeta sus propias leyes y tratados?
En crisis (económicas) como las que tenemos, siempre hay fuerzas centrífugas. Hay quienes desde la derecha, la derecha racista y xenófoba y ultranacionalista, quieren construir vallas y alzar fronteras, volver a las naciones patriarcales y misóginas y racistas del pasado. Y también hay fuerzas de la izquierda cuya opinión es que la Unión Europea es un proyecto neoliberal, que es mejor dejarlo morir y crear algo mejor. Estoy en desacuerdo con ambos. Porque, pese a que soy más cercano con mis camaradas de la izquierda, mi desacuerdo con ellos es que la desintegración de esta terrible UE que tenemos solo va a favorecer a los de siempre, a los racistas y a los ultranacionalistas. No va a crear las circunstancias para conseguir un progreso con nuevas naciones-estado creados o recreados después de la disolución de la UE.
Por eso necesitamos estabilizar la UE: para confrontarla. No soy un reformista, creo en la necesidad de un cambio radical. Pero para conseguir un cambio radical en la UE no necesitamos desmantelarla. Necesitamos entrar dentro, tenemos que forzarla a ser civilizada. A través de la confrontación, no de la reforma. Al final será reformada, pero primero a través de la confrontación.
Es crítico con la Unión Europea, pero hace campaña a favor del NO al Brexit (la salida de Reino Unido de la UE). Puede parecer difícil de entender. ¿No es un poco contradictorio?
La vida es contradictoria. Por eso debemos ser honestos. Somos socios europeos y necesitamos ser sofisticados en la manera en la que miramos la vida. No existen soluciones de color blanco o negro. Lo que yo decía en Reino Unido, porque he hecho una gran campaña en contra del Brexit, es esto: No llego aquí para explicar lo bien que funciona la UE, porque la UE es bastante terrible, pero primero si votais iros el 23 de junio no os vais a ir porque formáis parte del mercado único. El mercado único te fuerza a aceptar normas y regulaciones acerca de casi todo (estándares industriales, de protección ambiental, regulaciones de mercado desde Bruselas). Si os marchais, Bruselas va a continuar guiando estas normas a menos que se salga del mercado único. Pero salir del mercado único llevaría décadas. Así que, ¿qué se gana votando la salida? No vas a ganar la independencia de Bruselas, ya que va a continuar marcando las reglas. Segundo, saliendo de la UE se acelera la desintegración de la UE.
¿Qué pasa si Reino Unido acelera la desintegración de la UE?
Tendríamos la mayor deflación y depresión, como un shock económico en Europa, con mayores confrontaciones entre Francia y Alemania, entre el norte y el sur, el este y el oeste del continente. Por mucho que se quiera salir, no se estará aislado de los terribles desarrollos en Europa. Por tanto, no ganas nada en términos de democracia y aceleras un terrible proceso que te acabará por afectar. Entonces, ¿por qué no os quedáis con nosotros y confrontamos Bruselas juntos? Este es mi mensaje.
“Democratizar Europa”, esta es la misión de su movimiento DIEM25 de aquí a diez años. ¿No es demasiado tiempo dada la urgencia de la crisis migratoria, crisis social, crisis de representatividad, auge de la extrema derecha populista...?
No hay que confundir el máximo con el mínimo. El año 2025 del DIEM25 es el tiempo máximo. Tenemos que hacer el máximo antes de llegar al año 2025 para reparar Europa. No tenemos mucho tiempo. Tenemos que ser optimistas, quizá tenemos 10 años para salvar la UE o quizá menos tiempo. Nosotros trataremos como DIEM25 tardar el mínimo tiempo posible para propagar los procesos de democratización porque el tiempo es esencial.
¿Hasta cuándo veremos a Tsipras intercambiando migrantes con Turquía? ¿Qué opina del trato a los refugiados por parte de la policía y el Gobierno griego en lugares como Idomeni o Lesbos?
Como europeos debemos estar profundamente avergonzados con el acuerdo entre la UE y Turquía. No es un tratado de Tsipras con Turquía, sino de todos los líderes europeos. Desgraciadamente, Tsipras lo ha firmado y no debería haberlo hecho. Pero no es su tratado, es un tratado de la UE. Este escándalo permanecerá en la historia de Europa como el episodio más terrible y oscuro. Estamos permitiendo que el autoritario presidente de Turquía, que va en contra de su propia ciudadanía, contra los medios, las minorías y su propio primer ministro; consiga millones de Europa. ¿Y todo para qué? Para permitir a la UE violar la ley internacional sobre refugiados devolviéndolos a Turquía. Este acuerdo con Turquía primero no puede funcionar, de hecho no está funcionando, y segundo no debería funcionar porque aunque funcione con éxito el enviar de vuelta a los refugiados a Turquía, habremos cometido el crimen más grande contra la humanidad. Cuanto antes eliminemos este tratado mejor.
¿Cómo definiría estos tiempos en los que vivimos? ¿En qué momento histórico cree que está sumida Europa? ¿Derrota? ¿Esperanza? ¿Ventana de oportunidad?
Todo va junto. Arthur Miller dijo que sabía que una era se había terminado cuando se agotaron las ilusiones. Las ilusiones de una nueva UE liberal, todas las ilusiones de la Troika sostenidas durante muchos años, se están ahora agotando. Pero la tragedia, a la vez que la esperanza, son que lo nuevo aún no ha nacido...y tienes simultáneamente miedo y esperanza. Debemos invertir en la esperanza.
¿Te has sentido decepcionado o cansado de ser tan optimista cuando la Europa que vemos va a peor?
Cada día y cada momento uno lucha contra la decepción. La cuestión es cómo se trata esta decepción, cómo se reacciona a la decepción. ¿Se responde con parálisis? ¿Con acción? Si reaccionas con acción, la esperanza nace de forma natural de la propia acción.
Esta es una entrevista realizada conjuntamente con Critic. También puedes leerla en catalán.
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