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SEVILLA.— El encuentro en Sevilla entre la secretaria general del PSOE andaluz, Susana Díaz, y el primer secretario del PSC, Miguel Iceta, iba a ser una reunión para destensar las relaciones entre las dos federaciones más enfrentadas en la crisis interna del partido, pero se ha convertido en una cumbre de más de tres horas. La cita no estaba programada hace 24 horas, surgió de un encuentro casual de los dos líderes en Madrid, durante la presentación del libre del hijo de Guillermo Fernández Vara, en la que Iceta pidió audiencia a Díaz, y ésta le invitó a venir este jueves a Sevilla para escenificar el “deshielo” de sus relaciones. Pero la reunión ha sido más que una foto, ha servido para acercar los polos más alejados dentro de un partido roto. Los dos, Díaz e Iceta, ganan con este encuentro y con el nuevo relato de los socialistas que surge de aquí: el PSOE cosiéndose las costuras rotas.
“Me voy contento de Sevilla. Susana Díaz tiene voluntad de unir al partido, y después de esta reunión larga lo tengo clarísimo”, resumió Iceta. La andaluza compareció tras el catalán, bastante más sonriente, para ahondar en la idea de que salen “más unidos”, y que el diálogo ha sido “franco, sincero, cordial y muy positivo”. La reunificación del PSOE que surge de este encuentro pivota en tres claves fundamentales: primero, el encaje de Cataluña en España, incluso admitiendo la definición de “nación” que da el PSC, debe quedar dentro de la Declaración de Granada, el documento político que el PSOE aprobó en 2013, y que sienta las bases de un modelo federal de Estado (Díaz ha demandado “una reforma constitucional urgente”).
Díaz había puesto reparos a la definición del PSC de Cataluña como nación, aceptaba su significado por el valor identitario, cultural e histórico, pero siempre que no tenga consecuencias jurídicas ni financieras, porque esto violentaría el pacto unánime que los socialistas se dieron en Granada. Iceta ha transigido abiertamente con la posición andaluza, hasta tres veces ha apelado a la Declaración de Granada: “En los acuerdos de Granada se encuentran los elementos centrales de una solución razonable a un conflicto territorial que existe y que tiene solución en los cauces democráticos y legalidad y con unos contenidos muy concretos y precisos, que es la gran ventaja del acuerdo de Granada”, aseguró.
Los dos, Díaz e Iceta, ganan con este encuentro y con el nuevo relato de los socialistas que surge de aquí: el PSOE cosiéndose las costuras rotas
La segunda clave es que la hoja ruta de los socialistas para solucionar el problema soberanista catalán está ya trazada en el reciente acuerdo de Gobierno en Euskadi, entre el PNV y el PSE, que contempla la reforma del Estatuto de Gernika en ocho meses. Además, dicha reforma estatutaria será sometida a un referéndum para su validación, como ya ocurrió con la ley de autogobierno de 1979 (esta hoja de ruta, sin embargo, es la que Díaz negó a Pedro Sánchez cuando amagó con negociar con los independentistas).
El tercer punto importante del encuentro se sitúa en el terreno orgánico: Iceta garantiza la “neutralidad” de su ejecutiva en las primarias para elegir al futuro líder del PSOE y, a cambio, Díaz facilitará el acuerdo para que el PSC permanezca en los órganos de dirección del partido. Este último punto, en todo caso, no se ha concretado, para no restar legitimidad a la comisión de estudio que ha creado la gestora del partido para revisar el protocolo de unidad entre PSC y PSOE. A pesar de la sintonía, Iceta ha reconocido que Díaz le ha afeado la decisión de los socialistas catalanes de votar no a la investidura de Mariano Rajoy en contra del criterio de la dirección federal. “No me ha hecho un reproche, pero sí me ha dicho que no le gustó nada”, dijo.
La gestora que dirige el partido, controlada por los hombres de Susana Díaz, ha amagado con excluir a los socialistas catalanes de la Ejecutiva y del Comité Federal
A puerta cerrada, la reunión facilitó un intercambio de cartas, dos objetivos cruzados: la una, lograr la paz y la complicidad de la federación catalana —la más afín a Pedro Sanchez hasta hace unos días— para allanar así su paso hasta la secretaría general del partido en el próximo congreso federal (aún por determinar); el otro, preservar al PSC en los órganos de dirección del PSOE. La gestora que dirige el partido, controlada por los hombres de Susana Díaz, ha amagado con excluir a los socialistas catalanes de la Ejecutiva y del Comité Federal (del Congreso no, porque quedarían por debajo de Podemos), como respuesta a la decisión unilateral de éstos de romper la disciplina de voto y oponerse a la investidura de Mariano Rajoy.
Díaz se ha traído a Iceta a su casa para escenificar en público la recomposición de la unidad del partido, el armisticio entre las dos federaciones más representativas del PSOE —la andaluza y la catalana— sin cuya sintonía no les será posible alcanzar el Gobierno de España. Iceta, en cambio, ha venido a Sevilla para lograr mantener a los suyos dentro de la dirección, y para que sus 18.000 afiliados puedan participar en la votación del próximo secretario general.
La dirección del PSOE andaluz citó a los medios para que asistieran a la reunión con una convocatoria ambigua, que parecía invitar sólo a las cámaras. Toda una declaración de intenciones: lo más relevante del encuentro es el encuentro en sí mismo, la foto de los otrora enemigos de partidos, ahora juntos, sonrientes, bajo el mismo techo de la casa-partido de Susana Díaz. Pero lo que se abordó dentro es mucho más convulso y complejo que una fotografía: fue la ejecutiva del PSOE andaluz, antes que la propia gestora, la primera en plantear públicamente la necesidad de “revisar” el protocolo de unidad firmado por PSOE y PSC en 1978, después de que los catalanes desafiaran a la dirección federal votando no a Rajoy. La reforma de ese acuerdo de hermanamiento sigue en el aire.
Sin Pedro Sánchez
Iceta se reunió hace una semana con el presidente de la gestora, Javier Fernández, para abordar el asunto, pero al final se resolvió en falso: creando una comisión de estudio, compuesta por seis personas, que a día de hoy aún no se ha reunido una sola vez (estaba previsto hacerlo este viernes, pero lo han postergado una semana más). La invitación del líder catalán a Sevilla es una invitación a seguir dentro del PSOE, a falta de revisar, ya no el protocolo en sí, sino ciertos matices. “No hemos entrado en lo concreto, pero Susana me ha dicho que espera que lleguemos a un acuerdo”, explica Iceta.
La lectura es fácil: si queréis seguir dentro, le diría Díaz a Iceta, tenéis que alejaros de Pedro Sanchez, un “elemento desestabilizador” para la presidenta andaluza
El PSC reclama tener más autonomía dentro del PSOE y un tratamiento “específico” en consonancia con la “excepcionalidad” de Cataluña. Díaz, en cambio, cuestiona el protocolo del 78 que permite al PSC participar de la elección del líder del PSOE, y formar parte de sus órganos de decisión, pero no al contrario. Para los intereses de ambos, todo apunta a que tratarán de pactar ajustes menores en el protocolo de unión, una fórmula que permita a Iceta mantener su poder dentro del PSOE y a Díaz presentarse como la dirigente que ha devuelto la unidad al partido.
En este armisticio, el sacrificado sería el exsecretario general Pedro Sánchez, que este sábado reaparece en la localidad valenciana de Xirivella para iniciar su carrera a las primarias. La lectura es fácil: si queréis seguir dentro, le diría Díaz a Iceta, tenéis que alejaros de Pedro Sanchez, un “elemento desestabilizador” para la presidenta andaluza, alguien que mantiene el riesgo de fractura interna del PSOE. La andaluza no ha pedido al catalán un apoyo explícito a su candidatura, pero sí un distanciamiento de Sanchez, que se articulará en la “neutralidad” que ha garantizado Iceta. De la reunión no ha salido, sin embargo, una fecha clara para convocar el congreso federal y las primarias que elegirán al nuevo líder del partido.
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