Este artículo se publicó hace 9 años.
Triple empate: Podemos se dispara, Ciudadanos pierde fuelle y PSOE cae, pero PP y C's suman mayoría absoluta
El 'sondeo de sondeos' del Observatorio Continuo de Jaime Miquel para 'Público', que toma en cuenta la avalancha final de encuestas en el último día en que están permitidas, confirma el fin de una era política y la aparición de un fenómeno jamás visto en España: el tetrapartidismo de cuatro grandes formaciones que eclipsan a todas las demás.
Carlos Enrique Bayo
-Actualizado a
La carrera electoral se decidirá el 20-D en un verdadero photo-finish. Porque de esta semana final de campaña –en la que está prohibido publicar nuevas encuestas–, que arranca con un cara a cara puramente bipartidista –y agendado en el día y hora que impiden pulsar después a la opinión pública–, dependerá de si la derecha (PP y C's) suma mayoría absoluta en escaños, si se deshace el triple empate y la remontada de Podemos tiene impulso para superar a Ciudadanos, y si el PSOE logra evitar el descalabro.
Porque, al cierre de las apuestas demoscópicas, el sondeo de sondeos final de Jaime Miquel y Asociados indica que la formación de Pablo Iglesias y sus aliados (Colau, Oltra, Beiras...) continúa su rápido ascenso y prácticamente alcanza al PSOE en caída libre de Pedro Sánchez; que el partido de Albert Rivera pierde fuelle y por primera vez cae en estimación de escaños (aunque no en votos), y que Mariano Rajoy consigue –quizá por inacción– que el Partido Popular se mantenga en su mínimo vital de escaños, incluso recuperando alguno y subiendo en número total de votantes.
A continuación, se puede observar la evolución de esos cuatro partidos que se disputarán La Moncloa tras las elecciones generales del próximo domingo, en función de los sucesivos cálculos del gabinete JM&A, elaborados para Público mediante un desk research que pondera las tablas de los barómetros del CIS y las fichas técnicas de las principales encuestas, para luego proyectar, circunscripción a circunscripción, el número de escaños (que se muestra pasando el cursor por encima de la gráfica):
Los vaivenes de las encuestas en las últimas semanas de precampaña (y diez días de campaña) quedan patentes en esta última gráfica interactiva, pero la tendencia está clara: el PP mantiene su núcleo duro pese a las ausencias y lapsus de Rajoy –a expensas de sus posibles meteduras de pata en el último debate del bipartidismo–; el PSOE sigue de capa caída, a pesar de los esfuerzos mitineros de Sánchez; Ciudadanos acusa la sobrevaloración de Rivera, tras asomar la patita ultraconservadora (como en el tema de la violencia de género); y Podemos recupera el tono de movilización de los indignados con la ayuda de varios iconos del 15-M y otros fichajes estrella.
En definitiva, si esas curvas de función mantienen o aceleran su última tendencia en la semana definitiva de campaña, el resultado final puede confirmar –o deshacer, claro– el empate entre tres fuerzas que suman un 56,7% de los votos válidos y, por tanto, dejan en agua de borrajas la incesante letanía pepera de "que gobierne la lista más votada"... con el 27,7% del apoyo en las urnas. O sea, que el PP tendría que gobernar a todos los españoles, pese a que tres de cada cuatro votantes (o cuatro de cada cinco electores) no le apoyen. A eso le llama Rajoy "respetar la voluntad democrática de los ciudadanos".
En la tabla final completa de estimación de resultados para el 20-D elaborada por Jaime Miquel y Asociados se observan varios datos cruciales (clicando, se amplía):
La última semana de campaña será decisiva, con un 20% de indecisos y una diferencia entre tres partidos que queda dentro del margen de error de las encuestas
El triple empate PSOE-C's-Podemos consiste en que esos partidos se sitúan en una horquilla entre el 18 y el 20 por ciento, sólo dos puntos de distancia que caen dentro del razonable margen de error de las encuestas y del posible vaivén electoral generado por los últimos compases de la campaña –y los acontecimientos inesperados de la actualidad–, así como de la inclinación final de los indecisos. JM&A siempre mantiene esa última categoría en torno al 15% –puesto que asigna a una u otra opciones a la mayor parte de ellos, en base a parámetros demoscópicos–, pero esta vez ha subido ese porcentaje hasta el 20% (5,4 millones de votantes).
De la tabla también se puede deducir que la hegemonía PP-PSOE ha tocado a su fin, puesto que en 2011 recibían (sumados) casi las tres cuartas partes de los votos válidos –o el apoyo de la mitad de todos los electores censados– y el 20-D no alcanzarán el apoyo de la mitad de los votantes –o de poco más de un tercio del censo–. Es decir, tras la mayor profusión de encuestas que se conozca en un año electoral, ya nadie puede negar que asistimos al entierro del bipartidismo: pierde casi 5,5 millones de votos, o 106 escaños, y queda a merced de los partidos emergentes, que atraerán a más de diez millones de votantes y sumarán más escaños que el partido que hasta ahora gobierna con una cómoda mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.
Al mismo tiempo, este nuevo sistema tetrapartidista engulle toda influencia bisagra de los partidos nacionalistas, que tantas veces garantizaron la gobernabilidad entregándole la mayoría absoluta a uno de los dos hegemónicos a cambio de ventajas autonómicas: los próximos cuatro grandes reunirán más del 91% de todos los escaños de la Cámara Baja y harán inútiles cualesquiera iniciativas de las otras formaciones presentes en la Carrera de San Jerónimo, de forma que sólo importarán (para formar Gobierno o aprobar los presupuestos) los pactos o alianzas entre estos Cuatro Jinetes del Parlamento.
Eso se debe a que, en este cambio de era política, las transferencias de votantes han sido masivas, como se aprecia en este gráfico interactivo (los números de votos se muestran al pasar el cursor sobre las barras):
Los dos partidos emergentes se llevan casi cinco millones de votos del bipartidismo y sacan a 1,5 millones de votantes del abstencionismo
Como se puede ver también en la tabla general, formaciones que contaron con una apreciable representación parlamentaria en 2011 van a desaparecer (de las Cortes) –como UPyD– o a quedar con tan ínfima presencia en el Congreso –como IU, hoy Unidad Popular– que su papel será meramente simbólico en cuanto a los asuntos corrientes de la Cámara Baja. Igualmente, la otrora poderosa CiU –capaz de dar o negar mayorías absolutas– quedará reducida (ahora como Democràcia i Llibertat) al papel de comparsa, casi al mismo nivel que ERC o PNV.
En cuanto a los trasvases que han alimentado las imparables crecidas de los emergentes, esta última proyección confirma la fuga masiva de votantes conservadores del PP hacia Ciudadanos (más de 2,7 millones) y de votantes socialistas desde el PSOE hasta Podemos (casi 2,1 millones). Pero también es notable cómo las nuevas formaciones –nuevas en las generales, puesto que C's ya tiene casi diez años de presencia autonómica– han revitalizado la política, ya que entre las dos van a sacar de las filas abstencionistas a un millón y medio de electores (de los que 900.000 votarán por Iglesias).
En el próximo gráfico de barras interactivo puede apreciarse cómo logra sobrevivir el PP a ese tsunami del cambio gracias a la resistencia conservadora en los feudos de las dos Castillas, Valencia y Galicia, además de la Comunidad de Madrid:
Ciudadanos y Podemos ganan en Catalunya a todos los demás, tanto a PSC y PPC como a los soberanistas
Sin embargo, los tradicionales bastiones del bipartidismo, que sólo prolonga su agonía gracias al voto en las circunscripciones menos pobladas, también se ven perforados por el ariete del cambio: en Catalunya, Ciudadanos (20%) y Podemos (19%) ganan claramente tanto a PSC (15,2%) y PPC (11%) como a los soberanistas DiL (15,9%) y ERC (14,6%); en Valencia, el PP aguanta su supremacía, con 11 escaños, pero los dos emergentes suman 14 diputados tras el auge de Compromís/Podemos, que queda en segundo lugar.
Sólo en Andalucía se desdibuja un poco este fin de reino, porque el bipartidismo gana la que quizá sea su última gran batalla, pero aun así los dos recién llegados suman más diputados que el que queda primero (PP).
En definitiva, asistiremos el 20-D al fin de una era política, pero las cortapisas de la Ley Electoral nos impedirán vislumbrar las sacudidas del terremoto final.
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