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INNA AFINOGENOVA - PA QUE ME INVITAN

Rusia: el 'Partido de la Guerra' se impone

Inna Afinogenova en La Base
Inna Afinogenova en La Base.

Dentro de Rusia desde hace meses existe una costumbre de dividir informalmente el círculo cercano a Putin en una suerte de dos partidos: a uno se le llama el Partido de la Paz. Este integraría al bloque económico del Gobierno, gerentes de grandes bancos y al bloque tecnológico. En fin, a todos aquellos que son conscientes de las consecuencias que van a causar las sanciones impuestas a Rusia a largo plazo.

El otro, lógicamente, es el Partido de la Guerra: una mezcla de ultra patriotas que considera, con toda la sinceridad y sin disimular, que el Estado ucraniano es un error de los bolcheviques y que no debería existir. Con oportunistas que ven posibilidades de ascender en todo este torbellino de la guerra y adoptan una retórica que consideran favorable para su carrera, evidentemente: la retórica se reduce a ser más putinista que Putin. 

Hace unos meses periodistas independientes rusos publicaban, citando fuentes cercanas a la administración rusa, que estos dos grupos competían entre sí, a ver cual de los dos le lograba convencer a Putin para que eligiese el camino que a ellos les parecía el correcto. Las dudas sobre qué postura iba a prevalecer continuaron más o menos hasta el momento de la exitosa contraofensiva ucraniana a mediados de septiembre.

Si se acuerdan, poco después, Rusia anunció una movilización parcial, a la que el denominado Partido de la Guerra estaba llamando desde hacía meses y que aplaudió alegremente cuando finalmente se dio. Desde entonces, quedó bastante claro cuál de los dos grupos tenía en estos momentos más poder dentro del Kremlin y cuál era el que definiría el curso de la guerra. 

El expresidente ruso, Dmitri Medvédev, cuyo canal de Telegram sirve tanto para pronosticar qué pasos puede llegar a tomar Rusia, como para hacer memes, porque el nivel de odio que llega a destilar en sus publicaciones a veces genera un efecto contrario, llega a parecer una parodia. Y es que en el fondo, a muchos rusos nos sigue resultando sorprendente el hecho de que el presidente "más liberal" que haya tenido el país y este señor de Telegram sean la misma persona. Es difícil cruzar a esos dos personajes. 

Otro de los halcones es Evgueny Prigózhin, jefe de la compañía privada de contratistas o mercenarios, Wagner. El mismo señor que fue visto de giras por cárceles rusas reclutando a presos a cambio de la posterior liberación Y el líder de Chechenia, Ramzán Kadyrov, que le anda pidiendo a Putin autorización para atacar Kiev desde hace un tiempo ya. El batallón Ajmat, del que Kadyrov es padre fundador, integra a militantes chechenos que en las dos guerras de Chechenia lucharon contra las tropas rusas.

En torno a esos halcones se formó todo un grupo de periodistas de distintos medios estatales, escritores e intelectuales nacionalistas. Toda esta gente ha mantenido en los últimos meses una cruzada contra el ministro de Defensa y sus tácticas de realizar la "operación especial militar" que les han parecido demasiado suaves. 

Evgueny Prigózhin, jefe del grupo Wagner, o Ramzán Kadyrov, líder checheno, forman parte de este 'Partido de la Guerra'

Unos lo expresaban con más cuidado, preguntando sutilmente en sus plataformas por qué motivo el Ejército no avanza, por qué se no atacan los famosos "centros de la toma de decisiones"... famosos, porque es una frase que usó inicialmente Defensa para amenazar a Kiev, pero que dentro de Rusia se convirtió en una frase hecha para describir la impotencia generalizada que se empezó a notar. 

"Esperar un golpe de Moscú contra los centros de la toma de decisiones en Kiev" pasó a ser equivalente de esperar a Godot para ciertos grupos de patriotas.
Otros directamente llegaron a apodar a Serguéi Shoigú de "ministro de Cartón". Cuando se produjo el atentado contra el puente de Crimea, en el que, recordemos, han muerto tres civiles que pasaban por ahí en sus coches, el nivel de indignación colmó el vaso que ya estaba lleno desde hacía tiempo. 

Y ahí es cuando, primero forman un "grupo unificado de tropas en la zona de la operación especial militar", un cuerpo que no existía antes, y designan como jefe del mismo al general del Ejército, Serguéi Surovíkin. Este fundamentalmente es conocido por aplicar tácticas más severas, algo que el denominado Partido de la Guerra celebra y apoya. Dirigió la agrupación que estaba en Mariupol, con lo cual se habla de una extensión de las prácticas llevadas en la ciudad a toda Ucrania.

En 2017 estuvo al mando de las tropas de Rusia en Siria, una "operación especial militar" que Rusia considera exitosa.  En fin, la gente que apoya la guerra se sintió muy animada por esta designación. Y cuando digo que se sintió muy animada y aliviada, no exagero, porque muchos canales afiliados a la letra Z de Telegram se llenaron de mensajes que iban de "finalmente, se les respondió como merecían, finalmente, empezó la guerra de verdad" a "qué día más fantástico". Así lo celebró uno de los periodistas de RT Rossiy: "Decir que estoy feliz es no decir nada. Simplemente estoy bailando en mi balcón". 

En fin, cuando la muerte de un civil debajo de los escombros de un misil te alegra el día, igual tienes que dejar de pretender que te importa algo la vida de los seres humanos, y listo. Y aplica para todo aquel que celebra o no se inmuta ante la muerte de unos civiles y se indigna ante la de otros. Porque a este señor los civiles del Donbás le importan muchísimo, pero los de unos kilómetros más allá, menos. Y hay señores exactamente iguales a él por aquí, no se ilusionen. Si solo te importa un tipo de civiles, asesinados por uno de los dos bandos, es que a lo mejor no te importa ninguno de ellos. 

Según 'Forbes', entre 600.000 y 700.000 personas han abandonado Rusia

Hay un consenso general de que se trata de una nueva etapa de la guerra, en la que la postura oficial del Kremlin empezó a coincidir con la del Partido de la Guerra. Ninguno de ellos ya disimula que el objetivo de la misma no es la desnazificación de la que hablaron inicialmente sino más bien se habla del completo desmantelamiento del régimen político de Ucrania.

Ahora, ¿significa eso que ese tipo de bombardeos se volverán algo común? Expertos militares apuntan a que no es que Rusia tuviera muchos recursos para ello, incluso si quisiera convertirlo en algo diario. Según cálculos de Pável Luzin (periodista especializado en temas militares), los 83 misiles que lanzaron este lunes los han tenido que acumular durante unos meses. De acuerdo a sus publicaciones, lo que se fabrica hoy día alcanza, más que nada, para atemorizar, pero no para desmantelar ningún régimen político.

Rusia produce unas 50 unidades de cada tipo de misiles al año: kalíbr, óniks, iskandér... En total unos 200 al año. Reitero, son cálculos de expertos militares, no míos. No se puede aumentar la producción tan rápido, no hay recursos tecnológicos, ni técnicos, ni humanos.

Con lo cual, el ataque de este lunes es visto más bien como un movimiento puntual que sirve para, entre otras cosas, satisfacer al Partido de la Guerra . Sus críticas de las tácticas rusas se volvieron demasiado valientes y por lo tanto, molestas. Así, se vengan  por la explosión del puente de Crimea que es uno de los principales proyectos de la infraestructura de los últimos años y una especie de símbolo del mundo ruso que se intenta instaurar. 

Si hubiera habido recursos para llevar a cabo semejantes acciones de manera diaria, a lo mejor no habría sido necesario movilizar a 300.000 personas. Lo que ha generando el descontento de la población, protestas en algunas regiones de Rusia y un éxodo masivo de varones hacia Georgia, Kazajstán, Kirguistán o Mongolia. Según la revista Forbes que citó a una fuente cercana a la administración rusa, entre 600.000 y 700.000 personas han abandonado el país desde que empezó la movilización.

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