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El relato de las víctimas de ETA, crucial para que los jóvenes conozcan su pasado más reciente

Una investigación ha comprobado cómo los testimonios de las víctimas consiguen borrar la abstracción de la historia para que la historia misma se materialice en forma de empatía en aquellas personas que no vivieron el terrorismo etarra.

14/8/23 Monumento a las víctimas del terrorismo en Tudela (Nafarroa).
Monumento a las víctimas del terrorismo en Tudela (Nafarroa). Fundación Vïctimas del Terrorismo

"¿Y ahora qué hacemos con todo esto?". Eso es lo que se preguntó Marta Buesa, hija de Fernando Buesa, integrante del PSOE asesinado por ETA, refiriéndose al dolor y sufrimiento que ha dejado tras de sí la banda después de su disolución  y que ahora encuentra una posible respuesta.

La investigación comandada por María Jiménez, profesora de la Universidad de Navarra, ha comprobado cómo el relato de las víctimas es crucial para acercar un pasado no tan lejano, pero sí silenciado, a las nuevas generaciones. A través de sus palabras, los más jóvenes llegan a cambiar su visión de los hechos, aunque no ocurra en todos ellos.

Doce años después de que ETA anunciara el fin definitivo de su actividad armada, su presencia en la sociedad española en general y euskalduna en concreto no ha desaparecido. Presos dispersos por toda la geografía española y homenajes a excarcelados son solo dos ejemplos de las consecuencias que dejó tras de sí el conflicto vasco. En cambio, para la mayoría de jóvenes se trata de algo del pasado, apenas conocido.

Por eso, Jiménez ha centrado su tesis doctoral en el estudio de la importancia del relato de las víctimas para hacer valer la historia personal que cargan sobre sus espaldas. Ahora toma forma de libro, El tiempo del testimonio. Las víctimas y el relato de ETA (Editorial Comares, 2023).

225 estudiantes de Ciencias Sociales

En la publicación se desgrana cómo unos 225 estudiantes de las dos universidades que existen en Nafarroa y cursan el primer curso de grados de Ciencias Sociales se enfrentan a su propia visión de los hechos. Primero respondieron un test, después visualizaron y leyeron diferentes testimonios de víctimas del terrorismo etarra, y terminaron respondiendo un nuevo test.

"Todo está basado en la pedagogía de las víctimas, cómo su relato puede ser útil para contar lo que pasó, pero también para cambiar la perspectiva de aquellas personas que sienten el terrorismo que vivimos en España como algo lejano", explica la investigadora.

De esta forma, al principio de todo, estos universitarios navarros de apenas 18 años respondieron a preguntas como qué interés tienen en el tema, si les parece algo relevante y de actualidad, y la manera en la que se informan sobre el terrorismo.

Fernando Buesa y Jorge Diez
Monolito en Vitoria en en homenaje al dirigente socialista Fernando Buesa y su escolta, el ertzaina Jorge Diez, asesinados por ETA en febrero de 2000. Iñaki Berasaluce / EUROPA PRESS

¿Qué cambia realmente entre el primer test y el segundo? "La conexión emocional que se produce entre las víctimas y los jóvenes, porque la mayoría de ellos no habían ni nacido cuando sufrieron los atentados", responde la experta. Solo el relato personal de una víctima puede construir un nexo tangible entre el que relata y el escuchante.

Cercanía, ni temporal ni geográfica

"Cuando un estudiante de la ESO conoce un episodio de la historia del terrorismo, lo percibe como una película de ficción. Eso desaparece y se crea una materialización empática si es la víctima quien relata su experiencia", apunta la propia Jiménez. El pasado deja de ser una abstracción y los lazos caminan por la vía personal, incluso biográfica, y no solo historiográfica.

La historia del terrorismo no está presente apenas en los planes educativos. Tampoco suele ser un tema habitual de conversación dentro de las familias. "En cambio, lo que nos dice el estudio es que a los jóvenes les interesa, que quieren saber. Ahora lo tienen más fácil por el contexto de productos culturales de consumo masivo en el que se desenvuelven", apunta Jiménez haciendo referencia a la multitud de películas, libros y podcast que se han publicado en torno a la cuestión.

Según se desgrana de la investigación, la cercanía geográfica con los hechos tampoco garantiza su conocimiento. "El nivel sobre el terrorismo de ETA era muy bajo, incluso con atentados que han ocurrido en lugares por los que transitan diariamente", aclara la autora del estudio. La consecuencia es clara: al preguntarles por alguna víctima del terrorismo, la mayoría respondía Carrero Blanco por ser el personaje principal que aparece en los planes de estudio.

Legitimadores del terrorismo

Los resultados también indican que no toda la muestra de universitarios tenía una opinión negativa del terrorismo, aunque esta siempre empeoraba una vez expuestos los testimonios de las víctimas.

Según Jiménez, se dio un sector minoritario que sí parecía ser condescendiente con el terrorismo y que un grupo todavía más reducido, en torno al 5% de los encuestados, no cambiaba esta opinión tras visualizar los materiales que les acercó Jiménez.

"Esto nos da pistas del nivel de presencia de ideas radicales en las nuevas generaciones, algo minoritario pero muy fuerte y que será difícil de revertir", dice. Así surge una nueva pregunta: ¿cómo llegar a estos jóvenes que ven con buenos ojos el terrorismo aun conociendo el dolor causado en las víctimas? "Necesitamos otras voces. Quizá podríamos imitar a lo que se hace con el terrorismo yihadista, que se utilizan voces de personas arrepentidas o desradicalizadas, gente que ha hecho el camino de vuelta de manera sincera", responde la experta.

Homenaje a las víctimas del terrorismo de ETA
Imágenes de la Ofrenda floral en el monumento a las víctimas del terrorismo en Pamplona con motivo del 'Día en memoria de los desplazados forzosos por ETA'.

Las víctimas que molestan

Los testimonios de las víctimas se han puesto en valor desde hace algunos años. Durante décadas, los trabajos de investigación se han centrado en torno al terrorismo y sus perpetradores como protagonistas. La cosa ha cambiado. Jiménez se ha valido de 65 entrevistas personales para llegar a comprender el significado profundo de lo que es ser una víctima del terrorismo.

"Es fundamental contar con sus testimonios porque el olvido es una tentación muy poderosa, porque el olvido implica arrinconar la parte de nuestro pasado que más nos incomoda como sociedad", se explaya la docente universitaria.

De ahí que la propuesta de la monografía recién publicada intente darle la vuelta a la cuestión: "Las víctimas están ahí, son molestas y siempre lo han sido porque cuando aparecen en la escena pública nos recuerdan lo mal que lo pasaron, el daño que les causaron algunas personas".

Es decir, para que el sufrimiento realmente tenga algún sentido hay que mirarlo de frente y con ambición, no caer en el desánimo y pensar que las nuevas generaciones no conocen lo que pasó, parafraseando a la investigadora. En definitiva, no confundir olvido con desconocimiento.

¿Por qué ETA?

Jiménez asegura haberse decantado por el estudio del relato de las víctimas de ETA y no de cualquier otra banda terrorista o el terrorismo de Estado perpetrado en el Estado Español por la magnitud de su actividad, tanto en número de actuaciones como duración en el tiempo.

"Es la organización armada con la trayectoria más amplia de Europa occidental, incluso por encima del IRA irlandés", agrega. Además, ETA fue la banda que más víctimas ha causado, tanto mortales como en el caso de heridos y amenazados, y la que de forma determinante más ha afectado a la vida política.

"Que nos centremos en sus víctimas no quiere decir que restemos valor o trascendencia a otras. Para mí, la única posición moralmente aceptable en el reconocimiento de una víctima es reconocer a todas ellas", finaliza Jiménez.

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