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Ninguno de los dos lo quiere, y ambos niegan rotundamente esa posibilidad, pero a PP y PSOE no les quedará más remedio que alcanzar un acuerdo de gobierno, al estilo de la Gran Coalición alemana, si quieren ejercer el poder ejecutivo —en el que llevan alternándose ininterrumpidamente durante 33 años—, ya que ninguno de los dos tendrá a su disposición alianzas viables para alcanzar una mayoría absoluta parlamentaria, tras las elecciones generales de final de año.
Además, al tiempo que se ven abocados a sellar un pacto contra natura, conservadores y socialistas asistirán al fin de su hegemonía política total, ya que perderán (entre los dos) otros 4,7 millones de votos (que supondrán una caída conjunta de 76 escaños) con relación a las generales de 2011. En total, el bipartidismo dominante a partir de la Transición habrá perdido —desde los comicios de 2008— más de 8,4 millones de votos (pese a que el número de electores censados ha aumentado en 1,22 millones) y habrá entregado su histórica hegemonía parlamentaria que les permitía cambiar ciertos artículos constitucionales (como hicieron con el 135 para blindar el pago de la deuda pública) gracias a superar ampliamente la mayoría cualificada de dos tercios más un escaño.
Por tanto, la victoria del PP (con el 29,5% de los votos válidos) sería pírrica, pese a superar en 7,1 puntos al PSOE (22,4%), ya que los 127 escaños que le quedarían (tras perder 59 diputados) no le permitirían alcanzar la mayoría absoluta del Congreso ni con la ayuda de los 33 parlamentarios de su único aliado posible, Ciudadanos (12,7%). En tercera posición, con 56 escaños, Podemos (16,7%) tampoco podría sumar con los 93 socialistas un bloque mayoritario.
Esta proyección de resultados —tanto de reparto de diputados en el próximo Congreso como de número concreto de votos a cada partido— emana del desk research elaborado por el gabinete Jaime Miquel & Asociados para Público, considerando los antecedentes electorales y efectuando un tracking de toda la demoscopia publicada, incluidos los dos barómetros del CIS, desde abril de este año. Los datos reflejados en estas tablas y gráficos corresponden a la estimación de JM&A si las elecciones generales se celebrasen hoy.
En las dos últimas legislaturas, el duopolio político PP+PSOE habrá perdido 103 escaños y la confianza de uno de cada tres de sus votantes
En este primer acto del proceso de desintegración del bipartidismo en España, PP+PSOE sumarán (siempre según las últimas proyecciones de JM&A) sólo un 62,8% de los diputados (220) tras haber caído casi 22 puntos en esta legislatura: en otoño de 2011 sumaron 296 de los 350 escaños (el 84,6% de la Cámara Baja). Si contamos desde las generales de 2008 —pues la lenta descomposición del régimen del 78 comenzó antes y su catalizador fue el 15M, en la primavera de 2011—, el duopolio político español habrá perdido el control de 103 escaños, con lo que se pondrá punto final a una era política en España.
Aunque quizá lo más significativo es que los dos grandes partidos habrán perdido también la confianza de uno de cada tres de sus votantes y la suma de sus seguidores ya sólo ascenderá al 36,2% del censo, con lo que difícilmente podrán alegar legitimidad (aparte de no reunir la mayoría parlamentaria cualificada) para emprender reformas constitucionales o del sistema electoral, incluso aunque lleguen al acuerdo de Gran Coalición tan poco apreciado por los españoles.
El ascenso de los dos partidos 'emergentes', sobre todo el de Podemos, ha reducido el número de abstencionistas en casi medio millón de electores
En cambio, el ascenso de los dos partidos emergentes —sobre todo, el de Podemos, como veremos más adelante— ha reducido el número de abstencionistas en casi medio millón de electores (ver la tabla superior), que se animarán a acudir a las urnas ilusionados por una nueva cultura política ciudadana que ha empezado a cuajar en las últimas elecciones municipales y autonómicas.
Aun así, Podemos no obtendrá los exagerados resultados vaticinados a principios de año por varios sondeos —que llegaron a situarlo primero, con más del 25% de los votos y casi un centenar de diputados—, sino que se mantendrá en tercer lugar, con más de 4,2 millones de votos y 56 diputados. Ciudadanos obtendrá un millón menos de sufragios que el partido morado y deberá conformarse con 33 escaños.
La caída de la estimación de voto para la formación de Albert Rivera con respecto a la anterior proyección del Observatorio Continuo de JM&A —una pérdida de 12 escaños, acompañada por una recuperación del PP en idéntico número de diputados— se debe sin duda al regreso de muchos votantes (en concreto, un millón casi exacto, de los que 700.000 vuelven directamente de su excursión a Ciudadanos) al redil conservador tradicional, tras ver que C's sólo se dedica a entregar el poder al Partido Popular dondequiera que le sea posible. No obstante, Ciudadanos sigue siendo la gran sangría del partido en el Gobierno, pues cerca de millón y medio de los votantes de C's (casi la mitad del total) proceden de las filas populares, según la tabla de transferencia de votos elaborada por Jaime Miquel y Asociados.
Podemos arrebata más de dos millones de votos al PSOE y a IU, casi la mitad del total de los que recibe
De este análisis sobre la procedencia de los votantes de cada partido en las próximas generales, con respecto a lo que votaron en 2011, destaca no sólo que Podemos arrebata dos millones de votos (casi la mitad del total) a los dos partidos tradicionales de la izquierda (1,2 millones al PSOE y más de 800.000 a IU), sino también que el movimiento ciudadano de Pablo Iglesias atrae hacia las urnas a casi 800.000 electores que se abstuvieron en los anteriores comicios, bastante más que cualquier otro partido.
Por otra parte, los jóvenes están claramente inclinados hacia la izquierda, y casi 840.000 de los que han cumplido los 18 en estos últimos cuatro años apoyarán al PSOE, a Podemos o a IU, exactamente el doble de los que optarán por C's o PP. Y es claramente el Partido Popular el que ha perdido a la juventud, ya que sólo un exiguo 8,7% de los nuevos electores le votarán.
Además, el PP se queda pelado, sólo con sus votantes incondicionales: los siete millones de electores que ya le apoyaron en 2011 y que le proporcionan el 93,1% del total de sus sufragios, ya que no logra atraer prácticamente ningún voto desde otras formaciones.
Del estudio de la tabla completa de estimación de votos, de porcentajes sobre el censo y sobre votos válidos y de escaños, comparados con los resultados de 2011, que aparece más abajo, se deduce que ninguno de los dos grandes partidos podrá formar alianzas suficientes como para gobernar y, por tanto, sólo les quedará la salida de coaligarse entre ellos, a pesar de que todos los sondeos muestran que eso es lo que los españoles no desean de ninguna forma.
El sistema electoral condena a IU a quedarse con sólo dos diputados, pese a obtener más votos que CDC (12 diputados) y casi el doble que ERC (8 parlamentarios)
La tabla anterior también muestra la falta de proporcionalidad del sistema electoral español, reflejado en el hundimiento de IU, que pierde la mitad de sus votantes y, a causa del reparto territorial de sus sufragios, se queda sin el 80% de sus escaños. En consecuencia, la federación de Alberto Garzón sólo obtiene dos diputados, mientras que Convergència saca una docena con menos votos, tras perder casi una cuarta parte de los que tenía como CiU. Y ERC consigue cuatro veces más escaños que IU con poco más de la mitad de los votos de Izquierda Unida.
En definitiva, España ha pasado de la larga etapa del bipartidismo —punteada por dos breves periodos de monopartidismo— a una corta fase con tres partidos dominantes y ahora se encamina hacia una era pluripartidista (véase gráfico inferior) en la que cuatro formaciones deberán acomodarse entre ellas para garantizar la gobernabilidad, sin que los nacionalistas puedan inclinar la balanza en uno u otro sentido.
Ahora bien, la alianza siempre preferida por los encuestados (PSOE+Podemos), aunque quede lejos de la mayoría absoluta en escaños, sumará según JM&A más de 9,9 millones de votos. Eso supone casi un 40% de los votantes, superando prácticamente en 10 puntos al núcleo duro de incondicionales del PP. Si Ciudadanos se desmarcase del partido de Rajoy —por ejemplo, a causa del estallido final de los escándalos de corrupción que lo caracterizan—, la derecha no podría seguir gobernando España.
Pero, en cualquier caso, la era de estabilidad política dependiente de la hegemonía bipartidista toca a su fin y con ella se abre otra de incertidumbre y cambios.
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