Este artículo se publicó hace 8 años.
"Sí, soy podemita, soy un traidor. Y ahora... ¿discutimos de política?"
Manuel Monereo, cabeza de lista de Unidos Podemos por Córdoba, repasa los últimos meses de encuentros y desencuentros entre IU y Podemos, esboza la estrategia electoral y poselectoral de la coalición y recuerda a sus críticos que Podemos no existiría si IU hubiera hecho sus deberes.
-Actualizado a
MADRID.- Se define como un "hombre de IU" que pensaba como los dirigentes de Podemos mucho antes de que estallara el 15-M en las plazas españolas. Ideólogo de la teoría del 'sorpasso', mano derecha del ex líder del IU y del PCE Julio Anguita, con quien estuvo a punto de compartir lista electoral por Córdoba para el 26-J y "padre político" de Pablo Iglesias. Querido y odiado a partes iguales en el submundo del la izquierda española. Manuel Monereo (Jaén, 1950), Manolo para casi todos lo que le conocen, ha terminado su travesía por el desierto de la confluencia encontrando un oasis electoral en el que dejar su abultada mochila.
No huye de la autocrítica y reconoce que se equivocó al abandonar a Alberto Garzón cuando no hubo acuerdo con Podemos para el 20-D. Pero también recuerda que nunca hubiera ido en una candidatura que compitiera con la organización que ayudó a fundar en los 80. Ante los insultos de muchos, él pasa a la ofensiva porque no le importa los más mínimo. Ya lo dijo hace una año en otra entrevista en Público: "Si IU hubiera hecho sus deberes ahora no hubiera hecho falta un Podemos".
Todo el mundo, a favor o en contra, esperaba que fuera en estas listas antes. ¿Por qué ahora sí y el 20-D, no?
Básicamente por la unidad. Soy un antecedente de Podemos, pero soy un miembro de IU, fundador de IU y llevo 30 años vinculado a IU. Mi situación es muy difícil, pero tenía claro que no iría en una lista contra IU. No lo hice en las otras elecciones y en estas tampoco lo hubiera hecho sin acuerdo. En todos los procesos de unidad hay pontoneros y dinamiteros. Pontoneros somos los que construimos puentes y, por la noche, los dinamiteros los rompen. Así hemos estado estos meses. Mi presencia en la lista es para demostrar que el trabajo callado da sus frutos, aunque no lo entiendan los sectarios de uno y otro sitio. Los intereses que valoramos son los de los trabajadores que necesitan un nuevo país, una alternativa.
En estos cuatro meses se ha forjado la unidad como suele ocurrir en los momentos actuales. Cada día parece normal, pero todo se acelera, todo cambia y muta y no se puede decir de este agua no beberé, porque al final te la tragas toda.
¿Iñigo Errejón ha sido de los dinamiteros?
Para nada. Tengo la mejor opinión de Iñigo. Es un lujo en una formación política, porque es un intelectual-político, mientras que Pablo Iglesias es un político-intelectual. Eso no es un juego de palabras. Errejón es de altos vuelos, un enamorado de la política en grande, con una visión muy amplia. De esos políticos que no son tan buenos en el día a día, pero tienen una gran intuición y buenas estrategias.
A Iñigo lo conozco bien. El término populismo de izquierdas lo acuñamos en una reunión en la que estaban él, Pablo Iglesias y otros hace años. Lo que le ha preocupado siempre es que los viejos alineamientos políticos izquierda- derecha (PP-PSOE), eran un corsé que no dejaba respirar a una nueva sociedad que estaba emergiendo. Yo lo comparto. Lo que hemos vivido no vale, nos mata a todos, a quien más mató fue a IU. Por eso entiendo la idea de transversalidad, porque izquierda-derecha mata la parte dinámica de la sociedad, por eso hay que generar una fuerza política que los rompa, crear una nueva agenda y un nuevo eje e ir hacia una fuerza transversal, popular, radical democrática y sobre todo mestiza, con mestizaje político y cultural, sin esquemas ideológicos del pasado. Nuevas identidades ideológicas. Esa es la gran aportación de Errejón.
Cuando Garzón e Iglesias competían, los otros partidos y los medios vendían a Garzón como un político coherente y responsable. Una vez que llega el pacto, todos los partidos y algunos medios han resucitado el fantasma del comunismo, sobre todo contra Podemos.
¿Es esto lo que temía y quería evitar Errejón cuando rechazaba un acuerdo entre formaciones?
Para que te puedan golpear tienes que estar asentado en un territorio donde el enemigo pueda enviar golpes. A Errejón le preocupa lo mismo que a mí, aunque yo tengo un matiz: los dos estamos de acuerdo en que la sociedad española ya no es la de antes. En estos cuatro meses, lo que se ha hecho y dicho contra Podemos es de tal magnitud que sólo tiene parangón en la época de Anguita, de la pinza. Pero eso no ha logrado mover sustancialmente a la sociedad, que ha permitido que Pablo y Alberto pacten. Es lo que le pasa a Prisa, a El País, al PSOE y al PP: hablan a una sociedad que ya no existe. Ya no tiene el monopolio de la verdad.
Por eso tenemos que crear nuevas transversalidades, mecanismos que no nos permitan estar fijos, estáticos. Nos va bien la posición difícil de fijar. La mejor identidad de Podemos e IU es una flexible, compleja, que asuma muchas cosas a la vez: Colau, Anguita, Errejón, Iglesias, Garzón, Yolanda Díaz, Mónica Oltra, Beiras. Identidades múltiples, plurales, porque estamos en un momento clave.
Esa identidad tan volátil, múltiple y cambiante que expone, ¿no cae en el riesgo de estar vacía y de ponerse de perfil ante situaciones concretas, de ser algo indefinido? ¿No es lo que criticaba Garzón a Podemos en la pasada campaña?
Siempre hay peligro. Cuando se es muy intenso se es menos extenso y viceversa. Esa contradicción existe. Lo que nos salva es que la pluralidad tiende a extenderse, a profundizar. Y aquí aparece algo tan importante como el programa. El discurso actual es más elaborado que el de hace cuatro meses y el programa es mucho más definido, concreto y preciso para esta pluralidad. Y sobre todo, somos muchos más. Por primera vez en España, todo lo que se puede unir está ya unido. Eso es increíble. Es un milagro que eso no estalle cada mañana, pero ese milagro llega porque todos nos damos cuenta de que cosas que hacíamos antes ahora la sociedad no las admite. La sociedad nueva que emerge vigilia y hay dos tipos de fuerzas políticas: las vigiladas por el capital financiero y las vigiladas por la ciudadanía. Nosotros somos la segunda.
¿A qué se debió aquella falta de acuerdo para el 20-D y esta pérdida de tiempo para ambas formaciones políticas?
¿Hemos perdido el tiempo o lo hemos ganado? Creo que no había condiciones para hacerlo en aquel momento. Por dos razones: Las dos fuerzas internamente estaban llevadas a la separación. Podemos tenía que diferenciarse de la vieja izquierda pero, a su vez, IU, de alguna manera, se veía agredida por Podemos y, sobre todo, por una enorme injusticia histórica: cuando era nuestra oportunidad, llegó otro y se la llevó.
Había un relato en cada formación. En una era lo que Pablo decía de la mochila. En IU y el PCE decían: "estos son populistas, un invento de los medios de comunicación para perjudicar a IU". Esos relatos expresaban imposibilidad. Y sin estos cuatro meses tampoco hubiera habido unidad. Lo que ha ocurrido ha hecho madurar en ambas fuerzas la idea de construir la alternativa más allá de las derechas que hoy dominan el mapa político español. Los grandes políticos se la juegan en los momentos clave, y Alberto y Pablo se la han jugado en el momento oportuno, no era fácil para ninguno de los dos. Con las nuevas elecciones ya no había marcha atrás. Una guerra entre ambos hubiese destrozado a las dos fuerzas y hubiera hecho el juego a la derecha. Hace cuatro meses luché hasta el último momento por la unidad, pero acabé dándome cuenta de que no había condiciones.
Hace pocos meses, muchos dirigentes de IU, entre ellos usted, dejaron solo a Garzón porque no daba un golpe en la mesa para buscar el acercamiento a Podemos. ¿No fue injusto o, al menos, prematuro, ese abandono?
Cuando yo digo que comparto el proyecto de Podemos lo digo con mucha tranquilidad y normalidad. Me asombra que se vea como una traición porque una parte de IU pensábamos así antes de que existiera Podemos. En esa parte estaba Garzón. Pero Garzón no es Monereo. Él estaba llamado a dirigir una formación política en la que era candidato pero no controlaba los principales elementos de la estructura organizativa. Tuvo que vadearse, compaginar, mezclarse, definirse e indefinirse. Si algo ha demostrado en la historia ─lo digo con autocrítica─ es que en este tema era Garzón más realista que yo. Él entendió mucho mejor que yo la IU real que había, yo estaba muy despistado.
Eso me lleva a que renazcan mis esperanzas sobre IU y su futuro. Era pesimista sobre esto y sobre la unidad, me he sentido abandonado y desesperado en IU. Hoy reconozco públicamente que Garzón llevaba más razón que yo. Por eso estoy agradecido a su capacidad, lucidez y valentía.
A quien cambia la palabra unidad por absorción o disolución de IU en Podemos, ¿qué le dice?
Siempre ha sido una mentira, una superchería. Nunca nadie ha estado en IU para diluirla en Podemos. Estábamos por la convergencia. Ente otras cosas porque no se puede definir a Podemos como una organización política normal. Es un gen mutante que cambia, su público cambia, su base social cambia, se acelera se radicaliza o luego otra vez, no. Me han llamado tanto podemita, descalificando, que yo ya paso a la ofensiva. Sí, ¿qué pasa? Soy un podemita, soy un traidor. ¿Y ahora... qué hacemos? ¿Vamos a discutir de política? ¿Qué hacemos con Podemos? Dice ese sector que hubo descalificaciones. Claro que las hubo. ¿Y cuántas hemos hecho nosotros? ¿Se hace política echándonos encima nuestras descalificaciones? No, se hace buscando lo que nos une y lo que nos divide y encontrando arreglo, porque por separado no somos nada. Yo me siento más que nunca un pontonero. Y los que hemos construido puentes, durante años, desde el 15-M, hemos ganado a los dinamiteros. Eso es una victoria de todos, pero también de muchos en IU que han tenido que pasar un calvario.
Ahora que hay unidad en la herramienta electoral, ¿se puede pensar en esa idea suya del partido orgánico de la revolución democrática?
Estoy convencido del todo.
¿Dependerá del resultado electoral o es algo irrelevante?
Sin duda. Este tipo de grandes argumentaciones ideológicas a espaldas del resultado electoral no me los creso. Pero el resultado será excelente y eso contribuirá en IU y Podemos y otros a un debate de tipo táctico y estratégico. Se va a fortalecer la unidad de acción en el Parlamento, y eso va a ser clave. Vamos a impulsar todos juntos, después de elecciones, una gran movilización social. Esta calma chicha es sólo aparente. Debajo hay capacidad de movilización que ahora tiene forma electoral pero después, cuando el panorama esté claro, llegará. Y también habrá un mejor acuerdo programático, una profundización.
¿Se irá a una única organización?
Que eso se convierta en un solo partido, en una sola estructura, que el partido orgánico coincida con el institucional, se dará a medio y largo plazo, pero con que fuésemos capaces de organizar un archipiélago, una federación en la que cada cual pueda estar sin necesidad de perder su identidad, con comités de enlace permanentes entre organizaciones...
¿El clásico 'caminar separados y golpear juntos'?
Sí, pero con algo más. Preparar acciones conjuntas y adoptar formas dinámicas de hacer política. Por ejemplo, hacer asambleas conjuntas en los municipios, desde abajo. Noto que necesitamos más unidad por abajo.
Cuando se plantearon los círculos de Podemos parecía algo revolucionario, pero no parece que estén teniendo demasiado incidencia en las decisiones de la cúpula.
Es una asignatura pendiente en Podemos. Creo que el nombramiento de Echenique fortalece a los círculos. En la etapa anterior, con luces y sombras, se dejó a un lado la fuerza de abajo. Echenique era gran partidario de los círculos.
Tanto que compitió con Iglesias por el modelo de partido. Aunque ahora es secretario de Organización por designación, por el modelo de partido de Iglesias.
Sí. Así es. Por eso creo que los círculos van a crecer y multiplicarse. Pero habrá algo nuevo que nos une a lo que Anguita dice del Frente Cívico: ir más allá de círculos de Podemos y agrupaciones de IU, crear mecanismos unitarios de base, contrapoder social al poder global. Una estrategia no sólo electoral, sino político-social. Hay que ir a la unidad popular y eso implica un trabajo serio de democratización de las instituciones, pero también de fortalecimiento de la sociedad civil organizada. Espero que esto vaya de la mano, con un trabajo serio desde la sociedad civil.
¿Cómo se puede conjugar, de cara a ese partido orgánico, lo que Podemos trae de nuevo, de flexible y de transversal con el antiguo y rígido imaginario del comunismo clásico?
Podría decir que es fácil, pero no lo será para nadie. Se trata de saber muy bien de dónde se viene. Hay que partir de un dato esencial: el pasado ya no volverá. El mundo del posfordismo, de la posdemocracia y la pospolitica es más heterogéneo y complejo. Hay una disolución planificada de las identidades política y social.
¿La pregunta sería si queda aún clase obrera consciente de sí misma?
Claro. Hay una disolución de la idea. Hay más obreros que nunca y más lucha de clases que nunca. Pero eso no da identidad política a los trabajadores. En el fordismo, sí. En la sociedad de hoy hay que definir un nuevo proyecto que cumpla el papel histórico que el socialismo ha construido en las sociedades europeas desde el siglo XIX hasta finales del XX. Se hace yendo todos, desde la pluralidad y desde la autocrítica de la propia tradición, a definir ese proyecto con una identidad compleja, ambivalente. Yo soy profundamente ecofeminista, me ha costado mucho serlo y, como cualquier hombre, tengo derivas machistas. Una formación que sea capaz de valorizar el feminismo, la ecología política, el pensamiento descolonial, que no luche contra el eurocentrismo, que no sea capaz de hacer autocrítica del pasado (no solo para lo malo) u llevar a una nueva confluencia. Debe ser de masas y no de dos personas con un aparato mediático.
Cada cual tiene su mochila, los que dicen que no la tiene tienen un mochilazo. Las viejas tradiciones del movimiento obrero (anarquismo, socialismo y comunismo) tienen que mezclarse con los nuevos problemas del mundo contemporáneo: ecologismo, feminismo y crítica a la colonialidad del poder.
En términos electorales, parece de justicia poética que, según las encuestas, uno de los teóricos del 'sorpasso' al PSOE con Anguita vaya a materializarlo 20 años después. ¿Cuál ha sido el detonante de este cambio?
La sociedad española ha cambiado profundamente. Y nada de esto es imaginable sin el 15-M. Pero nada hubiera sido posible sin Podemos. El trío Iglesias-Errejón-Monedero ha funcionado. Este sector tuvo la audacia política de convertir el catalizador social, el 15-M, en una identidad nacional-popular y trasversal.
Pero heredera de una izquierda renovada
Esa es la relación entre Anguita y Pablo. Cuando digo que Pablo es el mejor discípulo de Anguita todos piensan en el Anguita a los Braveheart, el construido por el Grupo Prisa, el ortodoxo del comunismo, anacrónico. No, el Anguita real es el de la innovación. IU era tecnología punta social y política en Europa cuando surge. El acto fundante de Anguita fue el "vengo a gobernar, no soy la muleta del PSOE". En esa insubordinación está la verdad del anguitismo. Pero el ataque fue tan brutal que lo encerraron en el extremo izquierdo del tablero político. Hizo lo posible por salir de ahí, por eso se creó IU, porque el PCE no era suficiente.
Este Anguita rebelde contra el discurso dominante es el que hereda Pablo. Cuando Podemos nace, Pablo dice: "vengo a ganar, no quiero ser la oposición al régimen, quiero ser la fuerza que lidere el cambio de régimen". Eso es lo que ha hecho factible todo lo de hoy. En este grupo dirigente estaba también Teresa Rodríguez y más compañeros. Eso es lo que yo llamo una insubordinación epistémica del sistema.
¿Cómo cree que afectaría el 'sorpasso' al PSOE en unas negociaciones para formar un Gobierno progresista? ¿Facilitaría o dificultaría un pacto?
La clave del bóveda del régimen ha sido siempre el bipartidismo. Era un juego para hacer que el que no se presenta a las elecciones mantuviera el poder. Una derecha de derechas, una izquierda que no lo era y que, cada vez que había elecciones, pedía el voto útil para ganar a la derecha. Eso destrozó a IU.
La condición previa para un cambio político es romper el bipartidismo por la izquierda. La derecha siempre se une. Mientras el PSOE siga siendo la fuerza mayoritaria de la izquierda y tenga el monopolio de su discurso no habrá cambio. Cuando el PSOE deje de tener ese monopolio habrá una grave crisis en el PSOE y en la UGT. Entonces sólo tendrá dos opciones: o convertirse en el PASOK griego o regenerarse democráticamente hacia la izquierda. Con ese PSOE regenerado, con políticas de Izquierdas, lo que representa Tapias, sería muy importante converger. La mejor manera de defender el socialismo es que el PSOE deje de tener el monopolio de la izquierda en el Estado español.
Usted dice venir a reforzar "la pata andaluza del cambio". ¿Cómo lo hará?
Con una convicción que tienen Garzón e Iglesias: sin cambiar Andalucía no se cambia España. Hay que construir una alternativa andaluza. Unidos Podemos puede ser la primera fuerza en Andalucía, tenemos que salir a serlo. Si lo hacemos así y avanzamos sustancialmente en la alternativa andaluza hay que sentarse a construir la alternativa de Gobierno y de poder para la región. El papel de Andalucía y Extremadura en el PSOE de hoy representa lo más reaccionario, anticomunista y autoritario del PSOE. Es el peor PSOE que uno puede conocer, su dinámica es conservadora, no hay innovación social, por eso hacen un discurso que en los grandes temas es algo más social que el del PP, pero no mucho más. El partido de Susana Díaz es el que hace coalición con la derecha. Es lo más rancio del socialismo español.
Syriza en Grecia era el espejo en el que se miraban IU y Podemos, pero un gobierno de izquierda radical no ha logrado imponer su hoja de ruta. ¿Por qué habría que pensar que en España sería diferente?
Grecia es para mí un espejo en lo positivo y en lo negativo. Para cambiar la política española hace falta algo más que llegar al Gobierno. Hace falta una sociedad organizada que construya contrapoderes sociales. En segundo lugar, España no es Grecia, la fortaleza política de Grecia no es la fuerza económico-social de España. Las dimensiones geopolítica y económica de España son enormes. Un cambio en España sería un motor del cambio en el Sur de Europa y crearía una nueva circunstancia geopolítica que los compañeros griegos solos no han podido hacer. Si llegamos al Gobierno con un programa claro en defensa de los derechos sociales y económicos y construimos alianzas en Grecia, Portugal, Francia, Italia... vamos a generar un nuevo cambio en Europa. Un Gobierno de Iglesias, Errejón, Garzón... en España cambiará Europa. Lo de Grecia se puede decir que fue muy importante más en lo simbólico que en lo real. En España será real, porque debemos tanto que no nos pueden echar. Grecia es ejemplo de lo bueno y de lo malo, por eso hay que estar preparado, porque el desafío será enfrentarse a los poderes descomunales de las instituciones europeas y los poderes económicos. Este pueblo no va a aceptar ser un país subalterno de una Europa alemana.
Dice que sigue siendo un hombre de IU y llega en plenas elecciones la XI Asamblea de la federación. ¿Qué va a suponer?
No quiero hablar mucho de esto para no perjudicar a Alberto Garzón. Es un proyecto en movimiento. IU ha agotado todas las denominaciones de refundación y ahora se ha dedicado a decir: "Vamos a hacerlo y no hablemos de ello". Garzón y su equipo están haciendo la refundación que llevamos tantos años luchando. Y lo está haciendo si hacer bandera, por la vía de los hechos y con un profundo conocimiento de la correlación de fuerzas existentes dentro. Estas tres listas de IU demostrarán que el proyecto de Garzón es mayoritario, heterogéneo, contradictorio, pero el impulso de la unidad con Podemos será hacia la renovación profunda de IU.
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