Este artículo se publicó hace 8 años.
La pérdida de escaños de PSOE y C's trunca la reedición del pacto contra natura que firmaron tras el 20-D
Unidos Podemos y Partido Socialista obtendrían entre ambos una representación cercana a la mayoría absoluta. Los pronósticos refuerzan las expectativas de desalojo del Partido Popular del Gobierno central.
Marià de Delàs
-Actualizado a
MADRID.- PSOE y Ciudadanos no conseguirán escaños suficientes para reeditar con cierta credibilidad el acuerdo con el que intentaron llevar a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. Una y otra fuerza verán reducido su peso en el Congreso y pagarán así de alguna manera el precio de haber optado por un pacto contra natura en vez de haber buscado el entendimiento con las fuerzas más afines.
La aritmética resultará como siempre determinante tras el 26 de junio, pero más allá de los cálculos, lo decisivo será la voluntad de establecer nuevos acuerdos políticos, porque los socialistas tendrán que escoger entre pactar y gobernar con Unidos Podemos (UP), dejar que gobierne la derecha en minoría o hacer posible y formar parte de un ejecutivo de “gran coalición”.
El PSOE perderá, previsiblemente, cerca de 300.000 votos de los cinco millones y medio que logró en las elecciones del pasado 20 de diciembre. Aun así, muestra una capacidad de resistencia más importante que la que le otorgan algunas encuestas y, con una frenética campaña, sus dirigentes se esfuerzan en el intento de evitar lo que todos los sondeos dan por seguro: el adelanto de UP y sus confluencias, el llamado sorpasso al PSOE que los analistas de Jaime Miquel y Asociados (JM&A) vaticinaron hace semanas.
En su última estimación para Público, el gabinete demoscópico JM&A muestra que PSOE y Ciudadanos, si volvieran a sumar los representantes que obtendrán por separado el próximo 26 de junio, no conseguirían superar la cifra de 119 diputados. El PP, según sus cálculos, conseguiría esa misma representación, 119 escaños.
Para el PSOE, la pérdida de la segunda posición, aunque solo fuera en número de votos, resultaría extremadamente dañina. Puede evitar la debacle, pero con cinco diputados menos tendría serias dificultades para volver a defender un nuevo acuerdo con C’s, que previsiblemente también verá reducida su presencia en el Congreso, de 40 a 34 escaños.
Descartada esa posibilidad, quedará otra vez abierta y con mayor fuerza la oportunidad de desalojar al PP del poder mediante un acuerdo entre UP y PSOE. Juntos, según los cálculos de JM&A, sumarían 170 diputados y su eventual alianza quedaría a 6 escaños de la mayoría absoluta.
El voto a favor de alguna fuerza soberanista o su simple abstención dejaría despejado el camino para un gobierno de cambio. La gran incógnita se encontrará entonces, sobre todo, en la disposición del PSOE a hacer posible esta operación.
En la comparación de porcentajes de votos se puede observar la mejora del PP como consecuencia de los sufragios que le devuelve Ciudadanos, así como la distancia de casi dos puntos entre UP y PSOE.
En el ámbito de la derecha, PP y Ciudadanos obtendrían entre los dos 153 escaños. Un gobierno en minoría de ambas fuerzas resulta imaginable, pero si los de Albert Rivera no faltan a su palabra el PP tendría que sacrificar a Mariano Rajoy como jefe de Gobierno, además de conseguir que el PSOE se abstenga en la votación de investidura.
En última instancia no hay que olvidar que lo que prefieren PP y Ciudadanos es que el PSOE atienda sus constantes llamamientos a conformar un gobierno de “gran coalición”.
En el siguiente gráfico interactivo, que refleja la adjudicación de escaños comunidad por comunidad, se puede observar no solo el papel clave de los resultados en Euskadi, País Valencià, Andalucía, Madrid, Catalunya y Canarias, sino los cambios que se producen tanto en estos territorios como en Castilla-La Mancha y Galicia. En casi todos ellos se puede observar que la pérdida de posiciones de los partidos de la derecha y la mejora de las expectativas de formaciones como En Comú Podem, En Marea y la coalición A la Valenciana ha modificado sustancialmente el escenario que quedó dibujado tras el 20-D.
Queda una semana de campaña que puede traer consigo algunos cambios, quizás sustanciales, porque el índice de participación previsto para las elecciones del 26-J (69%) es inferior en más de cuatro puntos al del 20-D (73,2%).
Si la batalla por atraer a los electores indecisos es importante no resulta menos decisiva la cantidad de posibles votantes que pierde cada partido y que pasan a engrosar las cifras de la abstención.
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