Este artículo se publicó hace 9 años.
"Se paga muy caro que te dejen fuera del circuito. Ser investigador aquí es casi imposible"
España ha perdido 12.500 investigadores en cuatro años. Susana Rodera, investigadora en Derecho, está en desempleo desde 2011. Su carrera docente se quedó en mitad de camino por los recortes en I+D
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Los datos ofrecen pocas esperanzas. Según el INE, España afronta su futuro con 12.500 investigadores menos, y con un gasto en I+D que nos hace retroceder a cifras de hace una década, en 2006, con cerca de unos seis millones de euros. Algunos investigadores buscan en el extranjero su única salida. En cambio, no todos tienen esa oportunidad. Muchos estaban a mitad de recorrido o casi al final de su etapa formativa, pero después de cumplir con los requisitos necesarios los recortes destrozaron sus trayectorias científicas. Es el caso de Susana Rodera, una investigadora de Zaragoza que se dedicó a esta labor los últimos años de su vida. Ahora siente que su dedicación y esfuerzo no han servido.
Antes tenía una meta clara. Unos objetivos y plazos a conseguir. Ahora, todo es difuso. Ambiguo. Parece vivir en un laberinto donde no encuentra salida, donde las puertas cerradas son el único hallazgo más habitual. Lejos quedan las mañanas en las que Susana Rodera se levantaba para trabajar como investigadora de Derecho en la Universidad Pontificia de Comillas. Siempre, dedicada a una rama concreta: el derecho internacional y comunitario. Su pasión, reflexionar y defender a los más desfavorecidos, a los migrantes y a los excluidos. Desde 2009 trabajaba en un proyecto de la Comisión Europea a través del Instituto Europeo de Migraciones. Pero todo se paró en 2011. En el aire quedaban las horas de estudio e investigación desde que finalizó su carrera en 2001. Atrás quedaba también su dedicación como FPI en la Universidad de Gerona, con estancias en Costa Rica y en Holanda. También su entrega en la tesis doctoral que abandonó un tiempo para vivir de otros trabajos, como técnico de igualdad o como consultora. Por eso, cuando pudo volver a investigar en la Universidad Pontificia de Comillas pensó en dedicarse en pleno a su tesis y terminarla.
"De pronto me dijeron que no podía continuar con la contratación, a pesar de que les gustaba mi trabajo. A partir de entonces pensaba que si defendía la tesis tendría más opciones en la vida académica" ¿El resultado? "Cero. He hecho algunas entrevistas, trabajos que no tienen nada que ver y en algunos procesos de la Unión Europea me he quedado en las puertas de ir a la entrevista en Bruselas, pero no he superado esa fase nunca".
"Con tanta nanociencia vamos a acabar con nanoderechos. A pesar de tantos avances tecnológicos se siguen infringiendo las normas y desconsiderando al ser humano por encima de todo.
Desde entonces ha intentado de todo, pero tiene muchos frentes abiertos: recortes en investigación, cierre de grupos, becas posdoctorales con un cupo mínimo, reducción de contratos por instituciones… Y lo mismo, una y otra vez, mes a mes. Una labor aún casi más titánica para las Ciencias Sociales y Jurídicas, donde se justifica la desinversión porque no son materias rentables. "Eso dicen, pero con tanta nanociencia vamos a acabar con nanoderechos. A pesar de tantos avances tecnológicos se siguen infringiendo las normas y desconsiderando al ser humano por encima de todo. Para eso servía mi profesión", reclama.
Susana valora dejar España. Consulta las convocatorias de la Unión Europea y de la ONU, pero "a nivel internacional hay mucha más competencia. No es tan fácil ir fuera". Recuerda a compañeros. Algunos investigan porque tienen otro trabajo que les da de comer. Me comenta que otro se dedica a montar y recoger en conciertos. Pero en todos reina lo precario. Recuerda el tiempo dedicado a su tesis. Se centró en ella como si le fuese la vida, porque se le iba, realmente. Y, para ello, se mantuvo al margen de las declaraciones de ministros y representantes del Gobierno. "¿Te imaginas leer noticias y anuncios de recortes mientras terminaba la tesis? Me daba ganas de quemarla. No escucharles fue una condición para seguir con ella".
Pasa horas buscando convocatorias y ofertas. Ha hecho entrevistas como comercial, en despachos, en asociaciones… Lo más reciente que consiguió fue un trabajo en Autismo España y como captador de socios de calle de una ONG. Algunas de las entrevistas, con exigencias como poner su coche propio o darse de alta en autónomos. Prepara cada semana varios currículums. Pero no el original, de ocho hojas, sino uno adaptado donde debe suprimir su formación. "Mi doctorado sólo lo muestro en puestos de investigación. Para el resto de las ofertas sólo dejo la licenciatura en Derecho. Me molesta porque parece que en ese tiempo no hice nada, no estuve activa, cuando sí que estaba volcada en mi tesis, pero eso no cuenta." Confiesa que en las entrevistas, a veces, no puede disimular ni hacerse pasar por lo que no es, y descubren que tiene más formación que la recogida en esas páginas.
"Estudié porque me gustaba pero, a veces, dices… jolín, si hubiese hecho otra carrera, u otra rama de Derecho o FP no estaría donde estoy", reconoce cuando echa la vista atrás. En 2013 defendió su tesis y en el departamento no le dieron más expectativas, donde sólo se han convocado plazas de profesores asociados: "Es la pescadilla que se muerde la cola, porque debes estar trabajando para optar a esas plazas y, como no lo estoy, es una puerta que se cierra". Pero también denuncia que detrás de esas plazas se manejan otros hilos en los que ella nunca aparece y que, salvo su tutora, no tiene ningún apoyo más. Cruza los dedos esperando la convocatoria de becas posdoctorales, pero no es tan sencillo. Los presupuestos en investigación están raquíticos. Depende de que el Gobierno considere que hay recursos para las Ciencias Jurídicas, porque si
"Publicar en revistas de impacto es otra pescadilla que se muerde la cola porque debes buscar trabajo para ponerte a publicar, requiere de recursos y son unos costes a cubrir."
"El currículum de un investigador no se compone sólo de una tesis y de un contrato. Hay muchos campos más que se deben acreditar: ponencias, conferencias, artículos en revistas académicas de impacto, horas de docencia, proyectos docentes…". Con todo ello se presenta ante la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), un organismo que acredita si un investigador está capacitado para dar clases en una universidad. Ahí, todo suma. Pero lo que no suma, resta. "No puedo solicitarla. Nunca he tenido oportunidad de dar clases, así que no tengo experiencia como docente. Tampoco tengo trabajo de mi especialidad, por lo tanto no puedo aspirar a ser asociada, así que se me cierra otra oportunidad para tener experiencia de profesora. Publicar en revistas de impacto es otra pescadilla que se muerde la cola porque debes buscar trabajo para ponerte a publicar, requiere de recursos y son unos costes a cubrir. Pagas para que te publiquen, de ahí no recibes dinero, sólo son méritos".
"Ser investigador aquí es algo imposible salvo si tuviste un padrino o madrina y metiste la cabeza en la buena época. El resto es muy precario, porque el mérito cuenta muy poco"
Con escasas convocatorias, pocas plazas y sin experiencia docente, Susana se ve fuera del sistema investigador. Cada día que pasa, ve que da un paso atrás: "Cuesta mucho entrar. Se paga muy caro que te dejen fuera del circuito. Ser investigador aquí es algo imposible salvo si tuviste un padrino o madrina y metiste la cabeza en la buena época. El resto es muy precario, porque el mérito cuenta muy poco".
Susana no desiste, aunque hay días que piensa en dejarlo todo ante la ausencia de recompensas y un panorama tan poco alentador. "Consigo levantarme por el apoyo de mi pareja y mi familia, pero hay otros momentos en los que quiero morirme, prácticamente. Es llorar por llorar, sobre todo cuando me pego un batacazo. Cuando soy positiva ante una convocatoria y me digo que ésta es la mía porque he puesto todo mi esfuerzo, he trabajado más de una semana en mi proyecto, con mis cartas de referencia… y no sale. Ya llevo varios batacazos". Esos días son en los que la culpabilidad brota sin poder frenarla. Culpabilidad de haberse dedicado a la parte más social del derecho, de si ha hecho algo mal, de tener estancias en el extranjero para nada, de sacrificar su vida personal por la profesional... "Es agotador", subraya, tras una pausa en silencio. Cuando pasan días sin ofertas a las que aspirar, crece en ella la frustración y asume que cuando se convoca una plaza, "debo salir a pelear. Suena mal, pero han convertido el mercado laboral en esto, con tanta competencia".
Aún peor es pensar en el futuro. Se le escapa una carcajada irónica cuando le menciono acceder a una pensión de jubilación. "No puedo pensar en eso porque ni te puedes plantear que llegarás a la cotización mínima. Todo depende de una lotería, depende de los demás y no de mis competencias". Las metas a medio-largo plazo se han esfumado de su cabeza, para no generar más frustración. Pero cada día tiene pequeñas batallas, en cosas sencillas que le ayudaban a nutrirse por dentro: "Me cuesta entrar en librerías. Lo evito porque siempre salía de ella con un libro. Era un momento de gozo, de ojear… ¿Visitas al teatro o al cine? Muy pocas. De mi parte no las propongo, y dejo que me las ofrezcan y las acepto. Me siento con un poquito de vergüenza como para hacer un gasto extra que yo no puedo asumir". Tener 40 años, reconoce, tampoco lo pone fácil frente a la mayoría de las convocatorias que tienen en sus requisitos los 35 años de edad como tope. "Te quedas en puerta por la edad. Ni puede acogerte a las ayudas de jóvenes ni para mayores de 55. Es una franja de edad un poco gris".
"Menos contratación y menos recursos suponen menos investigaciones y menos investigadores, que son los pilares de este sistema".
En 2009 confiaba en proyectar su vida en la academia. Notaba movimiento en la investigación, aún había grupos, había actividad… Pero aquella tendencia cayó en picado. ¿Queda esperanza en la investigación española? "Yo creo que es mala toda la perspectiva de la investigación del Gobierno. Para empezar, por creer que no afectan los recortes. Y sí. Menos contratación y menos recursos suponen menos investigaciones y menos investigadores, que son los pilares de este sistema. No hay medios para acceder a la universidad y el sistema de ANECA y de publicaciones y docencia es un vicio. Es desesperante. Con ese mecanismo no puedes dar clases por no ser acreditada, pero tampoco puedes serlo porque no hay trabajo".
Susana ya tiene decidido su voto con las próximas elecciones. Si pudiese tener enfrente a Rajoy, le diría muchas cosas. "En principio, quisiera ser educada, pero entran ganas de no serlo porque estás hablando de tu vida. De unas expectativas de vida que ellos han cerrado. Le diría… ¿Le parece normal que una persona con estos méritos, tras tanto esfuerzo, no tenga oportunidad en su área? Le preguntaría qué opciones me ofrece, unas que aceptara él mismo o cualquiera de su familia. También le pediría, como a cualquiera, que acabemos con un lastre de este país, el tema del enchufado: Nada de méritos. Da envidia cuando ves que en otros países se valora con independencia de tu afiliación o amistades. Aquí muchos buscan que les digas lo que quieren oír".
"Me sorprende que la ciudadanía no se dé cuenta y que sigan optando por opciones así. La educación y la investigación es lo que nos permite avanzar y ser competentes como sociedad"
A ratos se siente indefensa. A ratos mira a la sociedad y, salvo excepciones, apenas la reconoce: "Me sorprende que la ciudadanía no se dé cuenta y que sigan optando por opciones así, porque es nuestro futuro. La educación y la investigación es lo que nos permite avanzar y ser competentes como sociedad". Antes de despedirnos, Susana me confiesa que aunque a veces le cuesta, nunca va a dejar de sonreír. Porque reconoce sus méritos. Y porque sabe de la nobleza de su profesión: "Si dejamos de pensar en las personas corremos el riesgo de vivir en una sociedad deshumanizada, sin horizonte y en la que no seamos capaces ni de respetar a nuestros congéneres. Esto ya sucede por parte de muchos. Nuestra labor permite que la convivencia entre todos sea más pacífica, más tolerante y humana; desterrar mitos, fraudes y todo lo que destroza la concepción de solidaridad entre pueblos e igualdad entre seres humanos".
No es poco en estos tiempos. Casi todo.
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